Pensar en un futuro sin odios

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Desde 1983, Argentina tiene un sostenido compromiso con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que favorece al fortalecimiento de la democracia. Tal como ha manifestado el presidente, Mauricio Macri, estas políticas están garantizadas y son uno de los ejes del Primer Plan Nacional de Acción en Derechos Humanos que nuestro gobierno está implementando en todo el país.

A menudo, intereses contrapuestos y discusiones inconducentes se apropiaron y manipularon la escena de la memoria y el dolor.

Podemos seguir analizando aquel horror desde la lógica de los falsos debates que contienen posiciones extremas o podemos intentar que este 24 sea un punto de partida para proyectar un futuro de paz, sin ningún tipo de lugar para la violencia.

Para lograr ese objetivo, la Justicia tiene que hacer su aporte. Los juicios de lesa humanidad no deben eternizarse. Es necesario darles respuestas a la sociedad y ayudar a cerrar heridas.

La tragedia del Terrorismo de Estado es de tal magnitud y gravedad que no admite banalización alguna, a través de debates que agitan divisiones sin sentido. Una sociedad madura busca con honestidad la verdad de los hechos, sin que ese camino solvente teorías que tanto han distorsionado la conversación.

Los extremos deben dejarse a un lado, para evidenciarlos. Generar un nuevo horizonte requiere ponderar el camino del acuerdo, defender el Estado de derecho, garantizar la libertad de expresión y consagrar el diálogo como método político y agente de vigor ciudadano. Ese es el mayor legado reparador de las heridas del pasado.

Tenemos que darnos la posibilidad de pensar un futuro sin odios.

El amor debe ser el que guíe a nuestra sociedad y le ponga una barrera a la violencia y consagre el valor de una vida pacífica, basada en el respeto y la ternura de la que deben dotarse todos los vínculos.

Las lecciones se aprenden cuando no se cometen los mismos errores. Sólo así tiene sentido mirar para atrás. El pasado no puede ser solamente una mochila pesada. Debe servir de enseñanza. En este sentido, la educación debe tener un rol fundamental para evitar que la historia se reitere. Así lo pensaba también, a propósito de la tragedia del Holocausto, el filósofo alemán, Theodor Adorno, cuando afirmó que "la exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación".

Desde que asumimos la gestión, apostamos a revalorizar la cultura del encuentro y la concertación. Un nuevo paradigma estamos impulsando todos juntos. Debemos continuarlo para fortalecer a la democracia y alejarla definitivamente de cualquier intento de recrear episodios que aún hoy seguimos recordando.