El cancherismo vulgar de un diputado "invotable"

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Pablo Torello confundió las redes sociales con un bar de baja estofa, pero seamos justos: no es el único. Twitter está lleno de celebridades y de anónimos que la juegan de cancheros e ingeniosos en busca del me gusta ajeno y sobre todo del retuit, esa nueva adrenalina que hoy reemplaza los 15 minutos de fama de aquella vieja frase de Warhol. El problema de Torello no es haberse equivocado al opinar sobre los atributos y/o merecimientos de las feministas sino haber conseguido, con una palabrita, superar todas las barreras del mal gusto y la vulgaridad. Es más, los periodistas tomamos conciencia de su extraordinaria desubicación cuando, ni aún con todo el profesionalismo del mundo y haciendo a un lado los prejuicios, podemos hacer un título con la "opinión" del señor legislador y productor agropecuario, de tanta vergüenza ajena que da la calidad de su pensamiento. Pero Torello tiene además una condición que agrava lo que llamó su "error": es diputado de la Nación.

Antes de afirmar que las feministas no son merecedoras de sexo, ya había sido una voz firme en contra de la legalización del aborto y la paridad parlamentaria y reconoce que posiblemente votaría para que una mujer que se practica un aborto vaya a prisión

Volvamos a ser justos por un momento con Torello: en rigor, no fue él quien pronunció la palabra maldita que le hizo ganar más títulos en los medios que la totalidad de su actividad parlamentaria. El hombre le respondió a una dama que invitaba con su tuit a la burla contra las feministas, como hacen algunas damas que, en lugar de acompañar -aún con las diferencias- una pelea por un mundo más justo, eligen ponerse en la vereda de enfrente y estimular el veneno estancado en algunos señores algo reacios a ceder derechos. Eso sí, el diputado que antes de afirmar que las feministas no son merecedoras de sexo ya había sido una voz firme en contra de la legalización del aborto y la paridad parlamentaria; el mismo que reconoce que posiblemente votaría para que una mujer que se practica un aborto vaya a prisión, respondió en inglés, tal vez porque cree que es de esa manera como responden los verdaderos caballeros, aún cuando su respuesta haya sido el colmo de la grosería.

8M (AFP)
8M (AFP)

Lo escribo despacio, pudorosamente: tal vez como velado homenaje a Silvio Berlusconi, quien años atrás no tuvo empacho en llamar inchiavabile a Angela Merkel, el señor diputado Torello le dijo "Yes!" desde su cuenta verificada a la pregunta retórica de una mujer que señalaba que todas las feministas son "incogibles" (una afirmación insultante que pretende determinar si alguien es o no merecedor de sexo o deseo, una suerte de grotesca evaluación animal, y ahora que lo escribo y que lo pienso, tal vez haya sido toda una vida dedicada al campo la que llevó al diputado a esas asociaciones desagradables de las que más tarde pretendió tomar distancia. Vuelvo a querer ser justa con Torello, aunque él no lo haya sido con su bestial apreciación.)

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El diputado Torello acaba de cumplir 60 años, una edad que le permite recordar muy bien campañas de difamación y minimización que enhebraban conceptos como "las feministas tienen bigotes, las feministas son lesbianas, las feministas odian a los hombres" y, ya que estamos en el fulgor de la vulgaridad, "son mal cogidas". El señor que dice groserías por elevación y que cuando sale a defenderse no consigue sino hundirse hasta el cuello -entrevistado en el programa de radio de María O'Donnell dijo que su observación no tenía que ver con cuestiones físicas sino con otras características porque "incogible es alguien densa e intensa"- podrá pedir disculpas por un intercambio ofensivo, aunque nadie ignora que lo que hizo fue exponer por escrito lo que piensa, como cuando vota expone sus ideas sobre la vida y la política. No hay probation para enmendar esto y en democracia existe la libertad de expresión. Pero también existen episodios clave que quedan fijados en la cabeza de los y las votantes.

En definitiva, el diputado Torello no solo les faltó el respeto a las feministas, que por otra parte, él sabe muy bien, hoy no son un grupo reducido de militantes sino olas de mujeres de todas las edades que decidieron salir a pelear en todos los espacios por sus derechos. Con su agravio insólito le faltó el respeto a su familia, a sus colegas de bancada y de partido y a multitudes de hombres y mujeres de bien que buscan terminar con la dialéctica del insulto y la descalificación barata. Y algo más: con su ¿exabrupto?, posiblemente Torello haya conseguido solito "mancar" su carrera política: si el legislador soñaba con reelegir en octubre, cuando vence su mandato, tal vez debería ir olvidando esos deseos. No sería extraño que terminen siendo sus propios compañeros de ruta quienes lo dejen afuera por "invotable".

 

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