El problema con las exportaciones en Argentina

Compartir
Compartir articulo
infobae

Las exportaciones constituyen una de las pocas variables que puede impulsar la economía en una coyuntura donde la demanda de los sectores público y privado no encuentra todavía el piso para rebotar y se acrecienta la necesidad de generar dólares genuinos para hacer frente a los compromisos de la deuda externa. El año pasado las exportaciones de 61.559 millones representaron el 15% de un PBI estimado por el FMI en 408.030 millones. El porcentaje es exiguo aunque el PBI podría estar subvaluado por la fuerte devaluación del peso en 2018.

El tema de las exportaciones siempre fue conflictivo en la Argentina por su oposición al mercado interno, a pesar del ejemplo de los países asiáticos que basaron su desarrollo en el aumento del comercio exterior, con una moneda subvaluada para fomentar la ocupación y financiar su desarrollo. Chile constituyó el otro modelo; las exportaciones del año pasado fueron el 24% del PBI, con un total de 75.404 millones sobre un PBI de 305.560 millones. La apertura de la economía brasileña con un PBI de 1.930.000 millones en relación con las exportaciones de 239.000 millones fue del 12 por ciento.

La comparación de la composición de las exportaciones puede brindar un panorama de los rubros con perspectivas en la Argentina. El país tiene una mayor diversificación en sus exportaciones que Chile, donde el 52% está concentrado en los minerales y en especial en cobre. Los otros rubros son primarios o manufacturas de origen agropecuario y algunos productos industriales. El desarrollo del sector primario con las condiciones restrictivas de la geografía le permiten a Chile exportar productos de la pesca, frutas y bebidas por 13.602 millones que suman el 18% del total. Los productos primarios en la Argentina representan el 33% del total; en ese conjunto, la pesca, las frutas y las bebidas ascienden a 3981 millones, que son solo el 6,4% del total de las exportaciones.

El Gobierno lanzó el año pasado la campaña de promoción de las exportaciones en un contexto de elevación de las retenciones y condiciones macroeconómicas poco favorables a un desarrollo optimista hacia el exterior. Las señales en los tres primeros años indicaban que la promoción se concentraría en el agro, los minerales y los combustibles, con pocas esperanzas en otros sectores. Australia y Nueva Zelanda eran el modelo orientador de un crecimiento basado en rubros similares, sin tener en cuenta las condiciones particulares y la especialización de esos países en el comercio mundial. El aumento de las exportaciones de combustibles, retomando el período de los años noventa, dependerá del nivel de inversiones o transferencia de ingresos a las empresas petroleras, y los minerales no muestran signos de reactivación.

El endeudamiento externo y los compromisos asumidos con el FMI restringen el margen para elaborar políticas de promoción de exportaciones incluso enfocadas en los sectores prioritarios para la visión de este Gobierno. Cuando no se tienen las herramientas macro, las perspectivas de un aumento de las exportaciones más allá de lo tradicional son tenues. El esfuerzo que se requiere para incentivar los emprendimientos o descubrir los nichos es mucho mayor porque demanda un análisis detallado por sectores y región. Las provincias deberían ser las primeras en encarar este tema, porque la sustentabilidad depende de su capacidad de encontrar variables quizás de escaso valor al principio pero con perspectivas dinámicas.

Los planes del FMI son elaborados con base en una foto del momento y nunca toman en cuenta los cambios que se van produciendo como consecuencia de su aplicación. El supuesto dice que la estabilidad traerá aparejada un aumento de la inversión en algún momento; nunca se habla de plazos y por esa razón sus resultados inmediatos son la profundización de la recesión y la disminución de los ingresos. Todos saben qué pasa cuando el sector público restringe su participación y el privado no invierte. El gasto efectivo, cierto y controlado en la promoción de las exportaciones no debería computarse de la misma manera porque, existiendo la capacidad, la dinámica produciría una mejora en la balanza comercial y el ingreso de divisas que constituye el bien escaso.

La necesidad de aumentar las exportaciones ha sido descrita en innumerables notas. El ministro Dante Sica es quizás una de las personas con mayor conocimiento en la materia, pero su esfuerzo será en vano sin la comprensión y el apoyo del resto de las carteras. Es difícil imaginarse una salida a la grave situación actual sin planes sectoriales concretos que incluyan medidas impositivas y financieras para generar un ingreso genuino de divisas.

El autor es diplomático y analista de política exterior.