¿Venezuela, un espejo de Vietnam?

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Paradojas de la historia norteamericana. Por estas horas se cumplen treinta y seis años del alto del fuego en la guerra de Vietnam, conflicto bélico que le provocó a Estados Unidos sesenta mil muertos y miles de heridos, sumados al millón de vietnamitas fallecidos durante una contienda que duró casi dieciséis años y fue la causante de la mayor revolución cultural que se produjo en los Estados Unidos a lo largo del siglo veinte.

Más allá de todas las interpretaciones históricas y políticas que hasta hoy se formulan sobre las causas de la guerra y el involucramiento de Estados Unidos en ella apoyando a Vietnam del Sur, existe amplio consenso en sostener que los presidentes Dwight Eisenhower; John F. Kennedy y Lyndon Johnson estaban dispuestos a impedir por la fuerza la instalación de regímenes comunistas en el continente asiático, sumado esto a la creciente influencia de Fidel Castro en América Latina.

Tanto Eisenhower como Kennedy no quisieron desarrollar una guerra convencional invadiendo el país asiático. Solamente apoyaban a Vietnam del Sur en contra de los comunistas del Norte liderados por Ho Chi Minh y, por tanto, no tenían como objetivo recuperar terreno, traspasando el paralelo 17 por el que estaba divido el país desde el fin de la Guerra de Indochina en 1954.

Esto significaba que las tropas norteamericanas no podían invadir territorio enemigo, ya que se arriesgarían a una confrontación directa con China y con Rusia, que apoyaban de forma indirecta al régimen de Ho Chi Minh.

Golpeado por los movimientos antibelicistas surgidos a fines de los 60, y por un complicado frente político interno con el surgimiento de la investigación del caso Watergate que terminaría con su renuncia en 1974, el presidente republicano Richard Nixon ordenó el 23 de enero de 1973 el retiro de las tropas norteamericanas del país asiático.

Apenas cinco días después se firmarían los célebres Acuerdos de París, siendo uno de sus principales protagonistas el entonces secretario de Estado Henry Kissinger, a quien le fuera otorgado el Premio Nobel de la Paz junto al líder comunista de Vietnam, Le Duc Tho. Pero éste experimentado militar rechazó el galardón afirmando que no podía aceptarlo mientras continuaban bombardeos sobre territorio de Vietnam del Norte.

Finalmente, dos años después, el 30 de abril de 1975 se firmó la capitulación incondicional de Vietnam del Sur, y el 2 de julio de 1976 se llevó adelante la reunificación y proclamación de la República Socialista de Vietnam. Por último, en 1995 durante la presidencia de Bill Clinton se reanudaron las relaciones diplomáticas y comerciales plenas entre Estados Unidos y el país asiático.

Dean Rusk fue Secretario de Estado de John Kennedy y continuó en el cargo con Lyndon Johnson hasta 1968. Su veredicto histórico sobre Vietnam adquiere rigurosa actualidad. "Acaso precisemos 25 o 30 años para juzgar con conocimiento de causa dónde se encuentra el acierto, si en la intervención o en la retirada".

Tras la derrota norteamericana, Averell Harriman, uno de los políticos y diplomáticos de mayor trayectoria en la historia estadounidense, afirmó que Hanoi, la capital de Vietnam, "tiene el corazón en Moscú, pero el vientre en Pekín".

Ante las serias amenazas lanzadas por los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y, Xi Jinping, de China, la administración de Donald Trump debería recordar las expresiones de Rusk y de Harriman para que Venezuela vuelva a tener un gobierno con plena vigencia democrática.

Y, last but not least, recordar que la rápida liberación de Kuwait de las garras de Sadam Hussein en 1991 por parte de las fuerzas militares norteamericanas enviadas por el entonces presidente George Bush no significó el final político del dictador de Irak quien permaneció quince años más en el poder, para morir finalmente ahorcado en diciembre de 2006, dejando a Irak en medio de una gran anarquía política e institucional.

* El autor es Socio Fundador de RHB Consultores