Brasil + Bolsonaro, la dupla soñada para Sampaoli

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"Me quieren más en Brasil que en Argentina". Diciembre de 2017, nevaba con fuerza en Moscú y Jorge Sampaoli se confesaba con un grupo de periodistas brasileños. El sorteo había pasado y el técnico de la selección ya conocía los rivales de la Argentina en Rusia 2018. Sampaoli soñaba. Soñaba con un gran Mundial, pero también con el fútbol brasileño: "Tuve como diez ofertas, cuatro del Flamengo".

Si aquel sueño del Mundial terminó en pesadilla, el sueño brasileño se abre ahora. No en el Flamengo, sino en el Santos. Y el sueño incluye un ingrediente que no podía imaginar aquel 1 de diciembre de 2017: Sampaoli va a vivir y trabajar en la tierra del presidente Jair Bolsonaro, que asumirá el cargo en menos de dos semanas, el 1° de enero. Puede sonar extraño, pero Brasil y Bolsonaro podrían ser una dupla soñada para el ex técnico de la selección.

¿Soñada? ¿Bolsonaro? Exacto, porque Brasil le permite a Sampaoli intentar nuevamente aquello en lo que fracasó en la Argentina: marcar, a partir del fútbol, posicionamientos políticos. Un ejemplo: en junio de 2017 hizo saber que aceptaba la invitación a reunirse con Mauricio Macri solo "por obligación protocolar". La descortesía pública no tuvo eco en el gobierno ni en el presidente, que volvería a invitarlo meses después, pese a que en la primera reunión el técnico dedicó bastante tiempo a explicarle como creía el que debía gobernar, según recordó a Infobae un funcionario de gran cercanía con el jefe del Estado. El desastroso paso por Rusia impidió que Sampaoli profundizara en ese camino. Bastantes problemas tenía con el fútbol como para insistir en la política. Otro hubiera sido el cantar de haberle ido bien.

Brasil, con un inminente presidente extremista, homófobo y misógino que, en la comparación, convierte a Macri casi en un izquierdista, es una nueva oportunidad para el Sampaoli reivindicativo, para el hombre que vuelve una y otra vez sobre temas de Callejeros, La Renga y Los Redondos.

Un Sampaoli que en líneas generales no se puede quejar del trato que le ha dispensado el periodismo. Se creyó mucho en él, a tal punto que tuvo una fuerza nada despreciable la teoría del "auténtico Sampaoli", la idea de que aquel que fracasó en el Mundial fue un Sampaoli que se traicionó a sí mismo. De haber hecho lo que realmente creía, otro habría sido el camino. La teoría podría llevar a la conclusión de que Sampaoli solo es él cuando le va bien. Si fracasa, no es él: es otro. Ya querrían Macri o Cristina Kirchner contar con el diez por ciento de esa indulgencia cuando se les descontrola la inflación. O la corrupción.

Hay un hombre que no es Claudio "Chiqui" Tapía, pero que funciona como factor de poder decisivo en la selección. Ese hombre está hoy está asombrado de que el Santos apueste por Sampaoli.
"Nosotros nos equivocamos, no hicimos una investigación de su personalidad y capacidad técnica con la profundidad que se debía. Y nos tragamos el sapo", dijo a este medio ese hombre que es tan vital para Tapia como celoso de su posición: pidió no ser identificado. "Es el antilíder, un hombre que dice una cosa y hace otra. O peor: que te dice a vos una cosa y después, por la espalda, hace campaña por lo contrario. ¿Un ejemplo? Llegó a la selección y exigió que le consiguieran los mejores rivales. No quería volver a tener partidos como aquel contra Singapur. Cumplimos: Italia y España. Tras la goleada de España empezó a operar con periodistas amigos difundiendo que era una barbaridad exponer a la selección a equipos tan fuertes".

En la AFA aún tienen bien presentes los líos comerciales que les generó Sampaoli -"quería un contrato personal con Nike, cuando la selección tiene Adidas"-, situación calcada de lo que sucedió en Chile. "Se apareció con un contrato con el Banco Santander cuando la federación ya había cerrado con el Banco de Chile, de Andrónico Luksic. Y ese contrato se cayó; luego se terminó encontrando una solución satisfactoria para ambas partes", recuerda un ex presidente de la ANFP chilena.

Sampaoli muestra una remera que le regalaron en una conferencia de prensa de Oktubre, disco emblema de Los Redondos, una de sus bandas favoritas (Foto de archivo: Nicolás Aboaf)
Sampaoli muestra una remera que le regalaron en una conferencia de prensa de Oktubre, disco emblema de Los Redondos, una de sus bandas favoritas (Foto de archivo: Nicolás Aboaf)

Con el Santos, Sampaoli llega a un equipo histórico, aunque venido a menos. Y a un país en convulsión en el que su presidente es mucho menos previsible que Macri, tan indudable como frecuentemente excesivo hincha de Boca. ¿De quién es hincha en cambio el nuevo presidente brasileño? A Bolsonaro se lo ha visto vistiendo diferentes camisetas de clubes brasileños. Hace unos años se decía que era hincha del Botafogo, luego empezó a circular que lo era también del Palmeiras. Debe serlo, porque llegó incluso a levantar la copa ganada por el equipo paulista en el Brasileirao, además de tener como férreo fan a Felipe Melo, jugador del Palmeiras. Pero en 2016, recuerda la revista Piauí, Bolsonaro dio una entrevista vistiendo la camiseta del Santos. Al nuevo presidente de Brasil, dicen, le gusta el fútbol. Cierto, seguramente, pero lo que está clarísimo es que sabe muy bien cómo usarlo.

Así, Bolsonaro y Sampaoli, antitéticos o no, comienzan juntos la aventura de conquistar Brasil. Y de cambiarlo para devolverle el esplendor perdido. Porque no hay que engañarse: Sampaoli tiene un alto concepto de sí mismo y de lo que es capaz de lograr. Que lo digan si no esos periodistas brasileños que un año atrás en Moscú le preguntaron al argentino si realmente querría dirigir en Brasil. Atención a la respuesta: "Me gustaría, sí. Quisiera recuperar la esencia del fútbol brasileño".