Por Alberto Barbieri, rector de la Universidad de Buenos Aires
Los efectos del terrorismo de Estado perpetrado por la última dictadura cívico-militar se hacen sentir hasta el día de hoy. Podemos percibirlos al posar nuestra mirada en cada una de las personas que han sufrido distintos tipos de vejaciones (tortura, desaparición, muerte), con la consecuencia de que sus historias han quedado interrumpidas, suspendidas, coartadas abruptamente.
Se visualiza ello al revisar los legajos que poseen los colegios a los que asistían aquellos jóvenes estudiantes que en lo mejor de sus vidas vieron truncados sus sueños por la violencia del terrorismo de Estado. Hasta ahora, estos archivos conservaban solo una parte de las trayectorias de los alumnos desaparecidos y/o asesinados. Trabajar en su reparación y completarlos, incorporando en cada expediente la aclaración indispensable de que sus carreras e ilusiones no lograron concretarse por razones ajenas a su voluntad, era una cuenta pendiente para la Universidad de Buenos Aires.
En el día de ayer comenzamos a saldar parte de esa deuda. En un acto realizado en la Facultad de Derecho, hemos entregado a familiares y compañeros los legajos de aquellos estudiantes y graduados de sus colegios que fueron víctimas del terrorismo de Estado durante el período más sangriento de nuestra historia. Se trata de 151 legajos recuperados de los tres secundarios que en aquel momento eran dependientes de la UBA: el Instituto Libre de Segunda Enseñanza, el Colegio Nacional de Buenos Aires, y la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.
La tarea fue una obra verdaderamente colectiva. Bajo la coordinación de la Dirección de Promoción y Protección de los Derechos Humanos (Secretaría General de la UBA), se articularon esfuerzos con organismos de derechos humanos, el Archivo Nacional de la Memoria, el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado, la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas y el Equipo Argentino de Antropología Forense. Mención especial merecen, además, los trabajadores no docentes de los tres colegios involucrados, pues sin ellos hubiera sido imposible conseguir este material. Finalmente, no menos importante fue la colaboración intergeneracional, pues la recuperación de cada expediente fue merced al trabajo de distintas generaciones de estudiantes, docentes y graduados que, durante más de 30 años, han contribuido con la recopilación de información.
La entrega de los legajos constituye, ante todo, un acto reparador y de estricta justicia, que sirve para reconocer a los estudiantes que pasaron por nuestras aulas y que vieron coartado su potencial del modo más cruel e inhumano. Se trata, además, de extender nuestro brazo solidario a sus familias, compañeros y amigos, ante una ausencia imposible de olvidar. Aspiramos, finalmente, a que la memoria sea una política de Estado, que atraviese a las nuevas generaciones, manteniendo el recuerdo en forma activa, con la posibilidad de que los nuevos estudiantes puedan acceder a los legajos digitalizados y conozcan la historia que de una u otra manera los involucra.
En síntesis, con la reparación de estos legajos, estamos convencidos de que la Universidad contribuye a edificar un nuevo hito en este rico proceso colectivo que los argentinos seguimos haciendo en materia de Memoria, Verdad y Justicia, y que es ejemplo en el mundo. Al reparar, decimos, en definitiva, Nunca Más.
Un acto de reparación
En un acto que tuvo lugar ayer en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la UBA, el rector Alberto Barbieri hizo entrega de legajos de estudiantes detenidos, desaparecidos y asesinados por la dictadura militar, del Colegio Nacional de Buenos Aires, de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y del Instituto Libre de Segunda Enseñanza, a sus familiares y allegados. Según se informó durante la ceremonia, el trabajo involucra el rescate y entrega de hasta el momento 151 legajos de estudiantes, tras un arduo trabajo colectivo entre las distintas instituciones educativas y organismos de derechos humanos.