Vidal y el desdoblamiento como estrategia para el triunfo nacional

El mítico general, filósofo y estratega chino Sun Tzu escribió a fines del siglo IV a.C. su memorable tratado El arte de la guerra. Entre sus siempre útiles recomendaciones, una de las que más ha resonado en la mente de los estrategas políticos es aquella que reza: "Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza".

En el contexto de la campaña electoral en ciernes, los distintos candidatos deberían preguntarse entonces cuáles son sus fortalezas, qué ventajas tienen en relación con sus adversarios, y, más importante aún, cómo enfrentar esa fortaleza propia con las debilidades del adversario.

Sumergido en la expectativa de algún dato positivo en materia económica —algo que, si bien ya no podrá revertir el malestar que manifiestan los argentinos en los sondeos de opinión pública, pueda transformar las expectativas negativas sobre el futuro— el Gobierno evalúa la posibilidad de echar mano a una carta fuerte.

El Gobierno identificó una fortaleza, en términos de Sun Tzu, y ahora tiene que lograr que sus adversarios confronten con ella. Esta fortaleza de Mauricio Macri no es un lugar, es una persona que gobierna un distrito clave para el padrón electoral nacional, y se llama María Eugenia Vidal.

¿Desdoblar o no desdoblar?: esa es la cuestión

Cambiemos llega al 2019 con una gobernadora de Buenos Aires posicionada como la referente de Cambiemos con mejor imagen, que según el relevamiento de algunas reconocidas consultoras de opinión pública alcanza el 50 por ciento. Este dato es, sin duda, una ventaja que entusiasma a la Casa Rosada, sobre todo en el contexto muy difícil en materia económica en el que la imagen presidencial no logra repuntar, y se ubica en torno al 35 por ciento.

En este marco, no son pocos los que creen que el rol estratégico de Vidal en la contienda presidencial puede ir más allá del conocido efecto empuje que la gobernadora bonaerense podría tener en una potencial boleta compartida con el Presidente, y que para ello debería desdoblar las elecciones bonaerenses, como ya ocurrirá con 17 distritos.

Hasta el momento, el 43,7% del padrón electoral elegirá sus gobernadores en una fecha separada del calendario nacional. Si aún quedaba alguna duda de por qué estas estrategias de desdoblamiento, las cifras son elocuentes: de 17 distritos que desdoblan sus elecciones, 11 son gobernados por el peronismo, 5 por configuraciones políticas locales y solo una por Cambiemos. Es evidente, entonces, que separarse de la elección nacional supone, fundamentalmente para los gobernadores peronistas, una ventaja electoral.

Con este razonamiento, la provincia de Córdoba ratificó hace apenas unos días su desdoblamiento. Si bien se trata de un distrito gobernado por el peronismo, lo cierto es que en 2015 jugó un papel clave. Fue una de las cinco provincias en la que Macri le ganó en octubre a Daniel Scioli, posibilitándole así un camino al ballotage de noviembre.

La diferencia que Macri había consumado contra Scioli en Córdoba hizo que este distrito retuviera, desde entonces, un seguimiento especial por parte de los estrategas de Cambiemos. El líder del PRO había obtenido allí una diferencia respecto a su adversario —34 puntos— que superaba las obtenidas en la Ciudad de Buenos Aires (26,4), Mendoza (9,4), Santa Fe (3,6) y Entre Ríos (0,2). Una derrota en Córdoba —en la que también Cambiemos tuvo una excelente performance en las legislativas de 2017— podría significar perder un diferencial en términos electoral de cara a 2019.

Así las cosas, los rumores sobre un posible desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires son cada vez más verosímiles. Macri necesita no solo una Cristina Fernández de Kirchner que polarice la contienda electoral contra él, sino también una Vidal que incite a Cristina a un enfrentamiento en su provincia, pudiendo anticipar un triunfo por parte de la gobernadora que revigorice la campaña nacional.

Del rumor a la estrategia: el calendario electoral bonaerense

La polarización en 2019 se jugará en un doble movimiento. El objetivo es duplicarla y potenciarla. Una polarización cuya batalla final debería enfrentar a Macri y Cristina, aunque, al menos para la estrategia que estaría diseñando el Gobierno, también tendría una escaramuza previa: un enfrentamiento que debilite a la ex mandataria. Como escenario para dicho episodio, qué mejor que un distrito donde ella es fuerte y donde, al mismo tiempo, Cambiemos cuenta con la figura de Vidal y su estimada imagen positiva.

Como ya se dijo, para que esto pueda acontecer es necesario desdoblar el calendario electoral. Una lectura apresurada de esta estrategia podría ser que se trata de una táctica para desprender a Vidal del arrastre negativo que provocaría la debilitada imagen de Macri, pero lo cierto es que podría responder a una estrategia tripartita en torno a la figura de la gobernadora.

–Asegurar la provincia

La contienda en la provincia de Buenos Aires le quita el sueño a más de un estratega. El distrito que concentra casi el 40% del padrón nacional es, al mismo tiempo, donde Cristina le lleva la delantera, en términos de intención de voto, a Macri. Esto se da sobre todo en el Conurbano, y más específicamente en la tercera sección electoral.

Si las elecciones a gobernador bonaerense no se desdoblasen, la imagen dañada de Macri podría jugarle una mala pasada a Vidal. Cristina, con su imagen positiva en Buenos Aires, podría ser la variable que defina, no solo a su propia candidatura presidencial, sino incluso a la performance electoral de su delfín político candidato a gobernador.

Al desdoblar las elecciones, Vidal se despegaría de la imagen negativa de Macri y somete, en el cuarto oscuro, solo su imagen. Sin el peso de la figura presidencial antecediéndola en la boleta, el panorama de ganarle a un candidato de Cristina, incluso por amplio margen, resulta muy factible. Sobre todo si se tiene en cuenta que, en la actualidad, ninguno de los candidatos de Unidad Ciudadana mide por sí mismo lo suficiente como para enfrentar a la gobernadora.

Para el oficialismo, derrotar al candidato de Cristina en la provincia de Buenos Aires es derrotar a la propia ex Presidenta. Una derrota que arrastrará consigo hacia agosto y octubre.

–Polarizar en Buenos Aires: Vidal versus Cristina

La polarización es una estrategia que se ha revelado como muy efectiva para el oficialismo. Aunque, parafraseando a Marx, conlleva el germen de su propia destrucción. Aunque en determinados contextos polarizar ayuda a organizar la distribución electoral en solo dos candidatos y fuerza a los electores a decidir su voto por uno u otro, también puede derivar en una saturación por parte de los votantes con efectos adversos para ambos extremos. Uno de ellos es que, al agotarse los electores de la confrontación dicotómica prolongada, su voto se condense en torno a un outsider o un candidato antisistema.

Sin embargo, replicar un enfrentamiento polarizante entre Cristina y Vidal responde a un criterio objetivo. La gobernadora tiene una imagen positiva en torno al 50% y Cristina no logra superar el 40 por ciento. Ahora bien, en la contienda por la gobernación nada parece indicar que fuese la propia ex mandataria la que, desistiendo de la carrera presidencial, se incline por el Ejecutivo provincial. Esto lleva a pensar que quien competirá contra Vidal será un candidato de Cristina. No obstante, ¿cuánto miden sus posibles candidatos? No lo suficiente, además del agravante de que la imagen positiva de un candidato no se transfiere a otro de forma automática ni directa.

–Vidal: la candidata para octubre

En las elecciones legislativas de 2017, Cambiemos puso a prueba una estrategia electoral. Utilizó las PASO como escenario de prueba para experimentar cuánto medía la marca Cambiemos con candidatos poco conocidos. Si bien el resultado no fue para nada desalentador, en octubre era necesario marcar un triunfo seguro. Así se activó el segundo experimento de esa contienda, el cual consistía en que Vidal se cargara la campaña legislativa a fin de revertir un resultado exiguo. Del escueto triunfo que había cosechado Cristina en agosto (34,27 a 34,06), se logró una victoria más holgada por parte de Cambiemos en octubre (41 a 37).

Una de las hipótesis que se barajaron tras ese resultado fue que la imagen de Vidal se complementó con la imagen de Cambiemos de forma más armónica de lo que había logrado Esteban Bullrich. Este podría ser, entonces, uno de los principales efectos a reproducir en 2019, pero no solo en provincia de Buenos Aires, sino a nivel nacional. Si Macri no logra repuntar su imagen positiva de cara a los comicios de agosto y octubre, Vidal volverá a aparecer como la "candidata latente", habiendo asegurado su distrito, derrotado al candidato de Cristina y complementando su imagen con la de Cambiemos a nivel país.

El autor es sociólogo, consultor político y autor de "Gustar, ganar y gobernar" (Aguilar, 2017).