Vueltas en torno a la economía, la violencia y las candidaturas políticas

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Mauricio Macri
Mauricio Macri

Cuatro grandes temas encasillarán la atención esta semana. La política, que es un hervidero de reuniones y trenzas, el encuentro del G20, la estrategia del Gobierno para sobrevivir en medio de tan tremenda recesión y -faltaba más- las distintas interpretaciones sobre la violencia desbordada en la cancha de River Plate.

Sobre lo acontecido en el barrio de Nuñez se ha escrito de todo, con o sin fundamentos. Pero la gran pregunta es si no subyace detrás de los piedrazos, de la acción de romper todo lo que encontraban a mano, de robarles y pegarles a periodistas, una violencia que es reacción desde el subsuelo por el tiempo económico que vivimos. Algo que no se puede explicar sencillamente sin la presencia de sociólogos, psiquiatras, antropólogos. Y demás científicos.

Si fuera la violencia en sí misma como motor del escándalo, no estamos solos en el mundo. Porque el mismo día del partido que nunca fue, en Francia, una potente protesta, sin dirigente alguno, se enfrentaba con contundencia contra la policía en París. Hubo barricadas en los Campos Elíseos, a metros del Arco de Triunfo y también en el interior del país galo.

Se los llama el movimiento de los "chalecos amarillos", contra el incremento del precio del gasoil, el combustible más barato. Más allá de eso fue una tormenta de protesta contra el presidente francés Emmanuel Macron, a quien consideran responsable del desgobierno. No faltó quien los consideraran populistas que se quejan de un "presidente de los muy-muy ricos". Lo único cierto es que Macron ha caído en todas las encuestas y se encuentra en un túnel sin iluminación, mientras Europa es un hervidero de movilizaciones de todas las características, banderas y colores.

No se puede desmentir que la realidad económica en la Argentina es de una dureza extrema. Salarios que no llegan a compensar el paso de la inflación, el desempleo muy alto (casi el 10%), la suba de las tarifas, el peso de la deuda externa, la paralización productiva, el miedo a un eventual default (desmentido por algunos economistas), el recorte presupuestario oficial, generan un estado de ánimo crispante en la sociedad que se puede observar en la calle, en cualquier concentración. Más la pobreza que alcanzó al 27,3% de la población y ya llega a los 11 millones de habitantes. Se han contado 750.000 pobres más que en la segunda mitad del año pasado. Aunque se requieren comparaciones porque el gobierno de Macri empezó con una herencia de 32,2% de pobres.

Es indudable que está sobrando stock  -de allí las liquidaciones ofrecidas casi todos los días-, que el crédito está ausente por completo, que los intereses bancarios son casi una trompada en la cara de los que comercian o producen. El aporte industrial ha caído en el año entre 30 y 40 por ciento. El sector inmobiliario como la construcción están paralizados. De allí la merma en el área del cemento.

Y que el sector automotriz tenga vaivenes y caídas y menores ventas respecto al año pasado. Un concesionario automotor comentó en el mes de octubre que en 60 años de vida de su empresa por primera vez no se vendió un solo automóvil nuevo. Según los sondeos particulares, el 70% de los consultados afirman que esta crisis no se parece a la de 2002 y según las estadísticas no se equivocan. Pero la actual paralización produce un daño de importantes dimensiones, por diferentes costados de la cotidianeidad. Pese a ello, otros sondeos de opinión consideran que los empresarios más allá de las críticas que elevan a menudo prefieren al actual presidente de la Nación antes que otro candidato, porque por lo menos la Argentina no ha mutado en algo parecido a Venezuela.

¿Otro u otros candidatos? Muchos, con excepción de Marcos Peña y Jaime Durán Barba, señalan que el gran y grave error de Macri ha sido erigir a Cristina Kirchner como contendiente en la elección presidencial de 2019, porque esa maniobra ha alejado a todo inversionista (no sólo a los financieros) del extranjero, cuando estas inversiones son indispensables para el país.

Un especialista prestigioso, Ariel Cronenberg, del Centro de Estudios de la Innovación, Productividad y Desarrollo UBA- Conicet, ha advertido en declaraciones periodísticas que el problema de la Argentina es esencialmente político e institucional más que económico, pese a todos los problemas de arrastre.

Agregó dos definiciones importantes. La primera: "Para que la Argentina tenga un crecimiento de largo plazo primero hay que crecer en forma sostenida. El país tuvo 100 ministros de Economía en 100 años. Nunca logró crecer siete años seguidos". La segunda: "Con la plata de la corrupción, cerca de 36.000 millones de dólares, se podría haber evitado ir al Fondo Monetario. Se gastó en campañas políticas o está en el exterior". Por supuesto, en cuentas particulares de ex funcionarios o sus secuaces. No es creíble ni en la peor película de detectives que Daniel Muñoz, ex secretario privado del ex presidente Néstor Kirchner, por su cuenta, haya comprado propiedades en Estados Unidos por 60 millones de dólares.

La Justicia no termina de cerrar el círculo de la corrupción que no alcanza a tocar los fueros parlamentarios de Cristina Kirchner, por decisión del bloque peronista en general. La reciente aparición pública de la ex Presidente fue en el Foro Mundial del Pensamiento Crítico, organizado por Clacso, para convocar a "todos los sectores agredidos por el neoliberalismo". Antes de dirigir la palabra el auditorio se puso de pie siguiendo, en coro el "Vamos a volver". Propuso CFK construir un frente político y sugirió la necesidad de concretar una reforma constitucional. A la ex Jefa de Estado ya no le convence la división de poderes y, naturalmente para ella, hay que poner freno al Poder Judicial al que define como perjudicial.

Era de esperar: un juez amigo, nombrado durante su ejercicio del poder, la exculpó de cargos de corrupción. A este magistrado lo van a juzgar sus pares y la sanción puede ser muy dura. Además la AFIP declaró en contra de la ex Presidente recordando que los K le dieron curiosamente contratos a Lázaro Báez por 3.000 millones de dólares. No sólo se trataba de un íntimo amigo del poder, se entiende.

Cristina Kirchner está dialogando y buscando apoyo en otros ámbitos del peronismo, en sindicalistas y en ex enemigos. Varios de los que despotricaban contra su administración, como Alberto Fernández y el mismísimo Pino Solanas, se le han acercado con una sonrisa de complicidad o entendimiento. Está movilizada y bien dispuesta a presentarse a elecciones, aunque mide cada paso que da. Y todavía no se ha pronunciado. Se debe recordar que es lenta en sus decisiones finales.

En el interior del oficialismo hay discrepancias. Los radicales acusan al PRO de "arreglos" especiales con el peronismo para conseguir su respaldo en la aprobación de las leyes. Piden que se los tenga en cuenta para gobernar o
co-gobernar. Inmediatamente el Gobierno llamó a la conducción radical a un encuentro especial para limar asperezas. Fue todo buena voluntad porque ofertas concretas al partido histórico no hubo.

Hay otros que también tienen pretensiones en la hora de las elecciones de finales del año próximo. Está la unión de varios gobernadores peronistas, de la que saldrá un nombre y un líder que nada quieren saber con los K. Está Roberto Lavagna, ex ministro de Economía. impulsado como candidato por la CGT, o un grupo importantes de jefes de sindicatos de peso.

Días de definiciones, contando un acuerdo amplio con China y el ansia de que termine la guerra comercial, aunque con final dudoso, en la reunión del G20.