La diplomacia argentina ante un test formidable

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La cumbre del G20 culmina un año de gran significación para la diplomacia argentina. El evento de política internacional más importante del 2018, bajo la presidencia de Mauricio Macri, tendrá lugar en momentos de complejidad para el comercio y la seguridad internacional que incluye escenarios de delicadas diferencias entre las principales potencias participantes. El Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) lo dejó recientemente de manifiesto al no haber podido adoptar un comunicado conjunto por primera vez en su historia. La duda es si en Buenos Aires se repetirá el escenario de discrepancias de Papúa Nueva Guinea, donde las diferencias entre Estados Unidos y China quedaron, nuevamente, en clara evidencia.

Aunque el G20 no es APEC, donde la puja de competencias por influencias en la región del Pacífico es una cuestión de tensión geopolítica central, sirve de advertencia como lo es también el antecedente de la cumbre del G20 en el 2017. Las rispideces que dominaron Hamburgo, comerciales y ambientales, siguen en la agenda con el mismo grado de dificultad. En este contexto, la diplomacia tendrá que calibrar la dosis justa de realismo y ambición, y hacer gala de un juego de eufemismos para la adopción de un documento final en Buenos Aires que garantice la liturgia del libre comercio frente al auge del proteccionismo que pone en jaque el comercio mundial. También en lo que hace a seguir manteniendo la vigencia del sistema multilateral de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Sin perjuicio del significado preocupante del APEC, la cumbre de Buenos Aires permite una mirada más optimista ante los resultados de la reunión de Mar del Plata del G20 sobre comercio e inversión. En esa oportunidad se plasmó un consenso para que la OMC sea capaz de responder con mayor creatividad a los desafíos presentes y futuros, y se defendió la importancia de mantener los mercados abiertos. Un resultado muy importante si se tiene en cuenta que de las últimas cinco reuniones solo en dos se alcanzaron consenso. En gran medida ese logro es mérito de la diplomacia argentina. Desde que asumió la presidencia del G20, el Presidente de la Nación y el canciller han hecho un llamado incesante al diálogo y la negociación para alcanzar una economía global inclusiva incrementando la producción, el comercio, las inversiones y la generación de empleo.

Una aproximación positiva se da también en el tema ambiental. El grupo de Sustentabilidad Climática, creado a instancias argentinas y que permite abordar estrategias para la reducción de gases efecto invernadero, ha sido una forma interesante de abordar el tema en la agenda del G20.

Las expectativas sobre la cumbre incluyen conversaciones al margen de las sesiones formales. Los ojos diplomáticos están enfocados en las del Presidente de Estados Unidos, entre otros, con los de China y Rusia. La estabilidad global pasa, en gran medida, por esos actores y muchos de los parámetros de la cumbre dependen de la mayor armonía entre esas potencias, y principalmente de la disminución de los contrapuntos entre Washington y Beijing.

El encuentro de Donald Trump y Xi Jinping permitirá saber si están dispuestos a reducir diferencias o a mantener una guerra comercial con aranceles que dificultan o sobretaxan el comercio. También existen derivaciones geopolíticas que pueden afectar las perspectivas entre las dos principales potencias comerciales del mundo. Con Rusia la agenda no es menos delicada. Tras la cumbre de Helsinki y la posterior denuncia de Estados Unidos del acuerdo de misiles de medio y corto alcance (INF), el encuentro Putin-Trump debería transmitir claves para encarrilar una agenda áspera en materia de armamento estratégico, seguridad en Europa Central y el Báltico, guerra en Siria, incluyendo el grado de involucramiento militar de Irán.

Es de esperar que la cumbre de Buenos Aires fortalezca la capacidad de respuesta del G20 ante episodios de inestabilidad financiera, contribuya a consensos en donde la cooperación puede hacer una diferencia y provea un ámbito de interacción entre los principales líderes. La diplomacia argentina viene trabajando ponderablemente en ese sentido y ofrece el marco adecuado para que sea posible. Es hora de que, frente a los graves problemas globales, todos los participantes actúen con la misma responsabilidad, equilibrio y respeto mutuo.

El autor es ex vicecanciller de la Nación.