La Argentina debe avanzar hacia una reforma laboral de fondo

Sergio Roses

Compartir
Compartir articulo

El 2018 ha sido otro año en el que, como tantos otros, los argentinos hemos quedados atrapados en discusiones de coyuntura con foco en la supervivencia frente a fluctuaciones en los mercados. Es de esperar que el 2019 nos permita avanzar en una agenda estratégica que aborde los desafíos de nuestro tiempo.

Entre ellos, es fundamental discutir una reforma laboral que exceda la discusión del modelo sindical o el costo laboral, para focalizarse en las implicancias del cambio de paradigma mundial respecto del trabajo. Un diálogo profundo y serio acerca de los cambios en este campo debería poder estructurar la discusión de todas las iniciativas de reformas que se vienen planteando.

Plantear una nueva reforma laboral requiere aprender de experiencias anteriores. Entre ellas, que una reforma no debe ser obra exclusiva de los funcionarios de turno o que su alcance se limite exclusivamente a un cambio normativo. Una reforma laboral de largo alcance, adaptada a los desafíos del mundo que vivimos, debe ser abordada por todos los actores del sistema (trabajadores y empleadores, sindicatos y cámaras, Estado), e incorporar las perspectivas de quienes aplican las normas (Justicia laboral, profesionales del derecho), y quienes contribuyen a la formación del capital humano (sistema educativo).

Luego de formar ese equipo de trabajo para elaborar una reforma, se requiere consensuar una lectura común. Lo central para el análisis es que el mundo laboral no será el que la humanidad vivió en gran parte de la posguerra. Pensar lo nuevo es pensar de nuevo. Hace tiempo que en el mundo de los negocios se plantea la necesidad de una reforma laboral. Por eso es fundamental que cualquier proyecto de reforma actual parta de una visión compartida acerca de este nuevo paradigma del trabajo, que incluye cambios tanto en el perfil de la oferta como de la demanda de trabajo.

A partir de esa visión, es importante establecer una estrategia de Estado respecto del empleo. Por ejemplo, podemos definir como prioridades del nuevo modelo la promoción del empleo sustentable, la formación permanente de los recursos humanos, y la previsibilidad en la aplicación de las normas, entre otros, orientando así las políticas públicas al logro de esos fines.

Una vez definido el equipo, la visión acerca del nuevo paradigma laboral y las prioridades que debe reunir el modelo resultante, se debe elaborar con criterio de proyecto un programa de trabajo integral al cabo del cual surjan las iniciativas, las políticas y las normas que harán efectiva la reforma. Sería de esperar que ese equipo, luego de este proyecto inicial, quede constituido como un consejo permanente para el empleo, que construya sobre el capital institucional acumulado, evalúe la implementación, anticipe las reformas futuras y provea retroalimentación a áreas tan diversas como, por ejemplo, las políticas educativas y migratorias, siendo fuente de consulta.

El autor es presidente de la Agencia de Desarrollo de Campana y profesor titular de Recursos Humanos de la Universidad del Salvador.