Mujeres y deporte: logros destacados, esfuerzos invisibilizados

Malena Galmarini

Compartir
Compartir articulo
infobae

Hace tan solo unas semanas vivíamos los Juegos Olímpicos de la Juventud, y como anfitriones vimos de cerca a muchos de quienes serán futuras figuras del deporte mundial. Como en cada oportunidad, celebramos las medallas de deportes que seguimos poco y desconocemos su realidad.

Los argentinos a veces somos exitistas y cuando un equipo o un deportista llegan a lo más alto, automáticamente ese deporte gana nuestro interés. Pero muchas veces olvidamos las condiciones necesarias que llevan a los logros. O mejor dicho, cómo estimular esos dones naturales, y convertir el talento y el esfuerzo personal en logros colectivos y perdurables.

Por eso cada vez que veo a jóvenes mujeres como Sol Ordas, medalla de oro en remo, consagrarse en el futuro de la élite deportiva mundial, siento un enorme orgullo como argentina, porque sé lo doblemente difícil que es ser deportista amateur y además mujer.

El deporte femenino ha ido ganando su merecido lugar, con mucho esfuerzo y contra todos los prejuicios, hoy ya no puede desconocerse su importancia. Y su reconocimiento va camino a la paridad de consideración entre hombres y mujeres, como en todos los ámbitos de la sociedad. Y Sol, que hoy es noticia nacional, es un ejemplo de toda esta nueva esperanza.

Por suerte para todas nosotras, íconos como Gaby Sabatini, fueron pioneras en un tiempo donde no era tan fácil abrirse camino como mujer deportista. Y nos debemos una reivindicación de su importancia en la historia del deporte argentino.

Otras figuras como Luciana Aymar o la Peque Pareto fueron dignas continuadoras de ese legado, llegaron a lo más alto a fuerza de un talento desbordante, y alientan a muchas niñas a imitarlas, pero se necesita algo más que una figura inspiradora. Se necesita también educar en la importancia del trabajo en equipo y el aprovechamiento de las capacidades diferenciales.

También hay que reconocer que, aunque planificar no nos apasione tanto como competir, necesitamos políticas que ayuden a que muchos más deportistas lleguen a lo más alto.

Y es el deporte amateur, que por definición no tiene apoyo económico, el que refleja mejor lo más valorable del espíritu deportivo, la cultura del esfuerzo, la sana competencia y la solidaridad, por eso se merece nuestra consideración.

Y podemos creer que todos los deportistas amateur superan obstáculos injustos, como pagar sus propios viáticos, y es verdad pero aunque no lo sepamos las mujeres tienen un plus de dificultades extradeportivas.

Solo las políticas públicas, de promoción y protección del deporte, y con perspectiva de género, pueden ayudar a las mujeres que dedican su vida a actividades que no son las más masivas.

Y no hablemos solo de deportes olímpicos, les doy un ejemplo de la primera división de fútbol femenino. A veces, por diversos motivos, los partidos se reprograman entre semana, y esas mujeres, también madres, no puedan asistir, porque no pueden faltar al trabajo o tienen que llevar a los chicos al colegio. Un varón, por desigualdades culturales y de género, puede sortear esa dificultad.

Hace unos días celebrábamos que la selección femenina de fútbol se clasificaba para el mundial pero el camino para ellas no fue fácil. Les faltó el apoyo de la AFA y del Estado nacional. ¿Por qué no cuentan con los mismos beneficios que la selección masculina?

Y créanme que no es solo una cuestión de dinero, a veces un poco de acompañamiento y organización desde la comunidad y el Estado multiplican las soluciones, y con muy poco se hace mucho. Pero hacer con muy poco no puede ser una solución a largo plazo. Cómo hacerlo mejor es debatible, pero medidas como las del Gobierno nacional, que el año pasado redujo un impuesto a la telefonía celular destinado al fomento deportivo, van a contramano de lo que el deporte necesita.

El deporte en nuestro país hace años que sufre las embestidas de gobiernos que no pensaron en sus infraestructuras ni en los deportistas.

Y eso no es un privilegio del deporte competitivo, hay que destacar también la visión integradora del deporte recreativo. Hace unas semanas se hizo púbica la historia de Clarita y Solange, dos niñas de Chivilcoy que ante la ausencia de básquet mixto exigen integrarse con los chicos. Su reclamo, y el apoyo de sus compañeros varones, pese a la indiferencia de la Liga, reabre el debate de los límites de la discriminación sexista en algunos ámbitos del deporte. En verdad muchas veces el juego limpio, en este caso de género, es más importante que el resultado a cualquier precio.

En resumen, tenemos que celebrar los logros, pero también exigir políticas públicas que permitan que las Sabatini, las Pareto y las Aymar generen muchas más Gabys, Peques y Luchas que puedan realizar sus sueños deportivos y nos llenen de orgullo, y que las Claritas puedan jugar por amor al juego. Si no entendemos eso, ya perdimos antes de empezar.

La autora es licenciada en Ciencia Política. Peronista, concejal del Frente Renovador.