La militancia católica como misión

"La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: 'Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado' (Mt 28,19-20). En estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra" (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, nº19).

La convocatoria

El papa Francisco nos convoca a todos a llevar a cabo una labor evangelizadora. Cada uno como puede y desde su lugar. Desde nuestro lugar trataremos de reflexionar acerca de esta convocatoria.

Es evidente que la acción se tiene que desplegar siguiendo las enseñanzas del Evangelio. A estas se puede acceder participando en las parroquias, y también por medio de la lectura de la Biblia o de los mensajes del Santo Padre que todos los días se publican en la web en sitios como Aleteia, AICA, Zenit, Vatican News, l'Osservatore Romano, Vida Nueva y otros. Pero la mejor forma de comprender el sentido profundo de esas enseñanzas es, ni más ni menos, a través de la experiencia de servir al prójimo.

Nuestra primera acción: el encuentro

El primer paso comienza con el deseo de encontrarnos con quien nos necesita. Así comienza la transformación de la realidad de los otros y nuestra comprensión de la lección central del Evangelio. No es una acción neutra ni proselitista, apela a nuestro ser relacional, trinitario, es una acción ejemplar, dativa. "Nos damos" en el abrazo, en la ayuda, en la visita, en el servicio, en la palabra. Un diálogo que parte del rostro y la mirada del otro que nos interpela, de la llamada, de la necesidad de la gente, de sus inquietudes, sus angustias y su desesperación. Y que se ilustra de la respuesta a la pregunta que a cada paso nos hacemos: "¿Qué diría Jesús, qué haría Él, en nuestro lugar?".

"En salida" a la plaza y al trabajo

La plaza, la feria, el club de barrio, la sociedad de fomento, la parroquia, el colegio de los pibes, la oficina, el negocio donde trabajamos, en la vida cotidiana de la gente sencilla es el lugar propio donde nos encontramos y podemos saber cómo está el otro, qué nos quiere decir. Entonces "ya salimos" de nosotros mismos.

Esto no es ni más ni menos lo que nos pide el Papa. Según lo interpretamos. Cuando dice: "Una Iglesia en salida", está diciéndoles a los pastores y a nosotros, los laicos, a todos, en primer lugar, salgan de sí mismos, de su encierro y múdense al mundo de la gente. Salgan y encuentren la vida y la historia de los otros allí donde se encuentran y mírenlos a los ojos para ver cómo están.

"Yo voy a misa los domingos"

Asumir este compromiso no parece ser solo ir al templo a rezar, a oír al buen cura y poner una limosna para mantener el culto. Claro que eso está bien. Pero visitar a los enfermos, ayudar a la vecina discapacitada, enviarle alguna ayuda al amigo que está preso; en esto consiste hacer una "Iglesia en salida". Y si soy empresario católico, hago una "Iglesia en salida" si me comporto como un buen patrón, justo y humano, y dedico unos minutos a salirme del mundo de los números y la producción para entrar a través del diálogo al mundo de la vida y el pensamiento de mis empleados y rezo por ellos.

O sea que esta recontextualización de la religión implica a este nivel la reivindicación del hacer, de la práctica católica y del pensar con Francisco, un ejercicio cotidiano.

En otras palabras, la vida religiosa no puede quedar reducida a los cincuenta minutos de la misa y el corpus de la Iglesia, a los cien o doscientos feligreses que concurren. También parece escandaloso ser católicos una hora a la semana y el resto, ser paganos.

Esto no significa que la Iglesia deba adaptarse más al mundo, sino, al contrario, tenemos que convertir y reconvertir el mundo a las enseñanzas y al espíritu de la Iglesia, y ese es el desafío en el reino de la injusticia y la desesperanza en el que vivimos.

"En salida" como análisis de contextos

Hoy también, por tanto, una religiosidad "en salida" tiene que articularse como análisis de contextos, que nos ayude a aprender a leer desde una perspectiva cristiana las circunstancias que configuran el mundo, así como por qué este mundo está como está (pongamos por caso la exclusión social masiva, el aumento de la desocupación y la pobreza, el incremento de la violencia social y familiar, la brecha entre ricos y pobres, la militarización de la protesta social, la discriminación sistemática de las minorías, la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, la impureza informativa, las privatizaciones de los servicios de salud y educación, el plan de destrucción de los barrios porteños, la preservación de nuestro medio ambiente, la deuda externa y tantas otras cosas más).

"Pensar con el otro" las circunstancias personales, comunales, del país o del mundo desde una perspectiva cristiana, buscando respuestas, también es hacer una "iglesia en salida".

Cada circunstancia iluminada

Dice Francisco: "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio" (EG, nº 20).

Pronto llega la buena noticia

"La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. Así se lo anuncia el ángel a los pastores de Belén: 'No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo' (Lc. 2,10). El Apocalipsis se refiere a 'una buena noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo' (Ap. 14,6)" (EG, nº 21).

Renovemos nuestra militancia católica

A partir de asumir la misión evangelizadora a la que nos convoca la Iglesia debemos encontrar el camino de la militancia. El encuentro con el otro y el servicio como "cosas de Dios" son actos individuales que tenemos que articular con nuestras parroquias, con nuestras organizaciones no gubernamentales, con nuestras asociaciones gremiales o grupos sociales como segmentos del pueblo. "San Pablo es quien nos dice, (que) es menester que cada uno se revista 'la armadura de Dios' (y también que) 'la liberación no se consigue sin combates', los que se libran, desde luego, en el plano espiritual 'contra los dominadores de este mundo tenebroso'". (Henri de Lubac, Meditaciones sobre la Iglesia, 1958).

"La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan" (EG, nº 24). Sin olvidar que "la Iglesia (que somos todos) en salida" es una Iglesia despojada (de los bienes superfluos, de vanidades, de soberbia) y portadora de amor, consuelo y alegría.

Bautizados

En el capítulo III sobre el anuncio del Evangelio en el nº 120, el Papa nos dice a todos: "En virtud del bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe" (EG, nº 120). Todos los cristianos bautizados somos discípulos misioneros y juntos podemos contribuir a hacer la luz.

¿Cómo hacemos la luz?

En 1965, Martín Luther King debía pronunciar un discurso sobre los derechos civiles de los negros, en un estadio de fútbol americano de Atlanta. Antes de aparecer en público, pidió que se apagaran las luces del estadio. En medio de la oscuridad y el desconcierto general, subió al escenario y solicitó que los que tuvieran un encendedor lo tomaran en sus manos y que, cuando él diera la orden, lo prendieran. Hubo un súbito silencio. Cuando se oyó su voz diciendo "¡Ahora!", miles y miles de pequeñas llamas aparecieron alumbrando el gigantesco coliseo. Todos podían verse, saludarse y encontrarse. Aunque cada uno había aportado una minúscula luz, el enorme estadio había quedado iluminado. Una demostración maravillosa de que el pueblo evangeliza al pueblo, comunicándole que todo hombre tiene dignidad, por el solo hecho de ser hombre creado "a la imagen de Dios" (Génesis, 1:27).

El autor es abogado laboralista, docente.