La realidad siempre sufrió cambios, pero nunca con la velocidad actual. Las empresas y sus negocios requieren procesos más creativos, más innovadores, más osados y un equipo más comprometido.
El 80% de las empresas que existían antes de 1980 ya han desaparecido; otro 17% probablemente no esté aquí para el 2021 (Vijay Govindarajan, Universidad de Dartmouth). Otro estudio reciente señala que la longevidad de las empresas en el S&P 500 viene cayendo de forma significativa; mientras en 1965 la duración promedio era de 33 años, para 1990 ya era de 20, y se espera que sea de 14 años para el 2024. El 50% de las empresas que integran el listado serán reemplazadas en los próximos 10 años.
En el 2010 General Electric era la empresa mejor valuada según Bloomberg, le seguían ExxonMobil, Pfizer, Citigroup y Cisco. En el 2018 solo ExxonMobil se mantiene en dicho ranking, aunque pasó del 2º lugar al 11º.
Hoy lideran el listado las empresas tecnológicas, pero ello no explica la caída —o el auge— de los negocios. Prueba de ello son Cisco o Intel que estaban dentro de las empresas mejor valuadas y hoy no lo están, o empresas como Berkshire Hathaway o JP Morgan que antes no estaban en el listado, y ahora sí.
La velocidad del cambio aumentó. Antes las empresas tenían algo de tiempo para acomodarse, ahora solo queda cambiar en el presente como mecanismo de supervivencia.
Un artículo en The Wall Street Journal, titulado "La angustia de los CEO en peligro: ¿cuánto tiempo me queda?", señala que la impaciencia de los inversores, las nuevas tecnologías y las empresas rivales han hecho que el trabajo del CEO sea más difícil y más precario. Los CEO saben que su seguridad laboral rara vez ha sido más inestable.
Nunca fue fácil cambiar, no lo es a nivel personal, que requiere solo de la propia voluntad. El cambio requerido no es de organización o de gestión, no tiene que ver con la transformación en el capital humano, ni siquiera con innovar en los productos;ir hacia lo digital, como muchos suponen, tal vez sea una condición necesaria, pero seguro que no es suficiente.
El cambio estructural tiene que ver con cambiar el modelo de negocio. Lo que funcionó no es garantía de que funcione nuevamente. El modelo de negocios debe actualizarse, debe contemplar todos los cambios que ya estamos viviendo y los próximos que vendrán.
Dejar de vender cigarrillos para vender productos de riesgo reducido, dejar de ser una empresa de gaseosas para ser una de bebidas, dejar de ser una empresa de transporte de carga para ser una empresa de soluciones logísticas, dejar de ser una empresa petrolera para ser una empresa de energía. Este tipo de cambio requiere la visión de unos pocos pero el apoyo total de los accionistas, del directorio y de la alta dirección. El mundo cambia, las personas cambian y los negocios también.
A la larga, todo producto y servicio tiende a competir por precio. Nuestro valor agregado puede dejar de serlo pronto."Si sigues haciendo lo mismo, tendrás los mismos resultados" ya no aplica, la nueva versión es "si sigues haciendo lo mismo, desaparecerás".
Generaciones con culturas de trabajo y de vida diferentes, un mundo más conectado, tecnologías que potencian el negocio, grandes caudales de información, mayor competencia, nuevas demandas de la sociedad civil, son todas aristas que hay que contemplar para las nuevas estrategias de negocios.
Transformar el negocio es imperativo, no es una opción. Es cambiar o morir.
El autor es socio de HRC.