La agenda del comercio global está en desarrollo

Gustavo Pérego

Compartir
Compartir articulo

En septiembre de 2016 China y Estados Unidos ratificaron el acuerdo climático global de París para reducir sus emisiones de dióxido de carbono. Esa fue la última vez que los dos países se pusieron de acuerdo hasta la reunión ministerial de Comercio e Inversiones del G20, en Mar del Plata, cuando ambos afirmaron la necesidad de adaptar la Organización Mundial del Comercio (OMC) a los tiempos que corren.

Esto se da en un contexto en que el sistema multilateral está debilitado por una guerra comercial que involucra los dos actores más importantes del sistema de comercio mundial. Estados Unidos, en un viraje de su política comercial, busca reforzar la protección a ciertos sectores de su economía. Por ello comenzó subiendo los aranceles al acero y al aluminio, lo cual fue respondido por diversos países en el marco de la OMC. En julio, incrementó los aranceles a una serie de productos chinos, lo cual fue respondido por la potencia asiática y en agosto se dio una segunda vuelta del enfrentamiento con una nueva suba de aranceles.

Hoy, la disputa comercial entre ambos países se ve endurecida ante los pedidos de China a la OMC para revisar medidas de salvaguardia y de contenido nacional impuestas por Estados Unidos, así como los reclamos del país asiático para retraer los derechos adicionales impuestos a sus productos por la administración Trump.

A dos meses de la Cumbre del G20, la agenda sobre el desarrollo inclusivo y el sistema multilateral se amplía con la necesidad de validar a la OMC como un actor fundamental de la arquitectura del sistema. A esto se suma la inexistencia de un marco de referencia consensuado a escala global para regular los flujos de inversión internacional directa por parte de los Estados nacionales, que derivó en que algunos países desplegasen medidas restrictivas frente a la inversión extranjera, que terminan impactando sobre las cadenas globales de valor y complejizan aún más el libre flujo de comercio e inversiones a nivel mundial.

En este contexto, el B20 tiene la oportunidad de apuntalar las reglas del sistema multilateral para evitar las decisiones unilaterales y promover un marco exploratorio de gobernabilidad que propicie un incremento en el flujo del comercio e inversiones a escala mundial. Sin embargo, para lograr dicho objetivo será fundamental garantizar en la arena internacional la neutralidad de las empresas estatales que operan a nivel trasnacional con tácticas, en muchos casos, predatorias, esto significa, buscar que empresas públicas o semi-públicas operen sin subsidios cruzados u ocultos por parte de sus gobiernos y, por otro lado, promover marcos regulatorios más amplios para garantizar la protección de propiedad intelectual y la inversión al momento en que las empresas se expandan a nivel global.

El sistema multilateral que conocemos se encuentra frente al inmenso desafío de poder sobrevivir y fortalecerse en un contexto de enfrentamiento comercial entre los dos actores principales del comercio global. Uno de ellos es el gran propulsor de su creación y extensión en los últimos 60 años, los Estados Unidos. El otro, China, la gran potencia económica ascendente del nuevo siglo. Ambos tendrán la responsabilidad de liderar este camino que deberá tener como horizonte lograr un sistema de reglas multilaterales con mayor legitimidad y más inclusivas.

El autor es director en ABECEB.