Cristina: ¿la carta del triunfo de Cambiemos?

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Argentina atraviesa no solo una crisis económica y social con efectos aún impredecibles, sino también una profunda crisis de liderazgos.

Mauricio Macri confirmó en Estados Unidos que será candidato en 2019, al mismo tiempo que cerró un nuevo acuerdo con el FMI con el que pretende "contentar" a los mercados y estabilizar la inestable situación económica. Tras la confirmación de los planes reeleccionistas, Cambiemos se reunió en un cónclave que aglutinó a sus principales figuras para definir la estrategia electoral y ordenar "la tropa".

El peronismo, por su parte, comenzó a fortalecer la perspectiva de la unidad. El primer paso —logrado con la foto del pasado jueves— parece dejar en evidencia la intención de un armado sin Cristina Fernández de Kirchner y una estrategia que dejaría librada a las PASO la definición de la fórmula presidencial. El desafío que este espacio tiene por delante de cara al proceso electoral es definir la identidad que tendrá esta nueva alternativa electoral y, fundamentalmente, un posicionamiento diferenciador tanto de Cambiemos como del kirchnerismo.

En este marco, el principal obstáculo para las aspiraciones presidenciales del peronismo no es el gobierno nacional, preso de una situación económica que no logra controlar y abrazado definitivamente a un socio siempre políticamente incómodo como el FMI, sino una potencial candidatura de Cristina.

El FMI, un socio incómodo

Después de haber incumplido el primer acuerdo con el FMI, anunciado hace solo tres meses, Argentina vuelve a recurrir al "abrazo de oso" del organismo que preside Christine Lagarde.

Entre los rasgos salientes del acuerdo se destaca el incremento en el financiamiento disponible tanto para este año como el próximo (13.400 millones y 22.800 millones de dólares, respectivamente), los cambios en la política monetaria que incluyen la flotación del dólar en una franja fija sin participación del Banco Central, el estricto control de la base monetaria y la fluctuación diaria de las tasas de interés, entre otros de los puntos centrales del nuevo compromiso asumido en Washington.

Ya no quedan dudas, la promesa electoral de "pobreza cero" se convirtió en una cruzada por el "déficit cero". El Gobierno apuesta decidademente al ajuste que golpeará con más fuerza a los sectores vulnerables, los jubilados, los trabajadores de ingresos fijos y las pymes, que son el principal motor del empleo en el país. Una política que es promovida además por un organismo internacional que tiene en la opinión pública una imagen negativa que supera el 70 por ciento. Parece, por ello, díficil pensar que una estrategia reeleccionista exitosa tenga como principal aliado al FMI.

La desconfianza se presenta como un elemento compartido tanto por "el mercado" como por el electorado. Si el primero hubiera votado el viernes, como lo evidenció una nueva alza en la cotización del dólar, Macri habría perdido. La incertidumbre para el Gobierno es qué ocurriría si los verdaderos electores votasen hoy. Lo cierto es que el costo de la crisis se amplifica: en medio del anuncio FMI, la pobreza, según el Indec, alcanzó 12,2 millones de pobres (27,3%). Se trata de 1,6 puntos más respecto al mismo período del año pasado.

En este contexto, Macri lanzó su campaña reelectoral de una manera peculiar: "I am ready to run" ('estoy listo para competir'), afirmó en la entrevista concedida en Estados Unidos al canal internacional de finanzas Bloomberg. Tras la esperada confirmación tuvo lugar la cumbre de Cambiemos en Parque Norte, donde los principales referentes del espacio comenzaron a delinear los ejes estratégicos para las elecciones de 2019.

Mientras el Presidente sigue empecinado en no resignar el optimismo, como quedó en evidencia en la "venta" que hizo del acuerdo, que incluyó la aspiración de que los argentinos se "enamoren de Lagarde", los principales armadores de Cambiemos coincideron en la necesidad de apelar a la "verdad", la "cercanía" y el rescate de los "valores" del espacio. En otras palabras, para defender la gestión en el peor momento económico del país, buscará recrear la estrategia de polarización con el kirchnerismo. Será, sin dudas, un desafío muy complejo en un escenario que probablemente combinará recesión con alta inflación, un combo más explosivo aún en el contexto de una contienda electoral.

El PJ: de la foto a una alternativa competitiva

La foto que se conoció el jueves por la noche selló la primera ronda de negociaciones preelectorales. Massa, Urtubey, Schiaretti y Pichetto hicieron el primer movimiento para posicionarse, despejando, como se diría coloquialmente, la paja del trigo.

La foto está lejos de insinuar una fórmula de unidad. De hecho, es probable que Massa y Urtubey compitan en las PASO. Lo que evidenció el encuentro entre los cuatro referentes del peronismo es la decisión de avanzar en un proceso de unidad sin Cristina.

Se trata solo de un primer paso, que sumará seguramente nuevas fotos en los próximos días. La idea es mostrar en el corto plazo (¿el 17 de octubre?) un armado que incluiría casi una centena de legisladores nacionales y al menos ocho gobernadores, entre los que además de Schiaretti y Urtubey estarían Manzur, Bordet, Peppo y Bertone.

El aporte de los gobernadores va a ser fundamental para fortalecer este espacio. Los mandatarios provinciales apuestan a que un candidato nacional fortalecido pueda traccionar votos, garantizándoles un resultado más holgado. Pero del mismo modo, un candidato presidencial competitivo necesitará de apoyos provinciales y municipales que puedan "empujarlo" fortaleciendo su performance electoral.

El espacio ya se define como alternativa, e incluso se especula con que su nombre recoja ese concepto. Cuando se logra un posicionamiento que implica la superación de dos posturas tan irreconciliables como distintas, las alternativas pueden gozar de prestigio. Pero, al mismo tiempo, el desafío que tiene lo alternativo es construir una identidad lo suficientemente consistente para que el electorado lo sienta como existente. En otras palabras, el espacio alternativo tendrá que afrontar en breve el desafío de construir una identidad propia, no solo a partir de lo que no es, sino a partir de lo que es.

CFK: ¿la mejor candidata de Cambiemos?

En medio de una crisis de liderazgos generalizada en la política argentina, el peronismo empezó a definir la unidad, y lo hizo afirmando explícitamente la exclusión de Cristina Kirchner.

Sin dudas, una buena noticia para Cambiemos. Si bien no lograría recrear el escenario de fragmentación del peronismo en tres ofertas electorales que caracterizó el último proceso electoral nacional, al menos conseguiría dividirlo en dos espacios competitivos.

Así las cosas, Cambiemos aun cuenta con un as bajo la manga: el rol de Cristina en los comicios. La ex mandataria es una pieza clave en el tablero electoral del Gobierno, no solo porque le permitiría aspirar a reactivar la estrategia polarizadora que tan buenos resultados arrojó en el pasado, sino también por el potencial efecto sobre las posibilidades reales de la lanzada alternativa peronista. En otras palabras, el Gobierno confía en que sus movimientos, como candidata o como líder de una oposición, lejos de poner en jaque el futuro electoral de Macri, tienden a perjudicar y dividir al resto de las fuerzas.

El panorama electoral de la ex mandataria es incierto. Presentar su candidatura, lejos de asegurarle una victoria, parece garantizar la reelección de Macri. Quienes discuten candidaturas por resultados tienen un argumento interesante respecto al por qué no debería presentarse: la última elección que ganó fue la de su reelección en 2011, y su liderazgo se caracterizó, a diferencia del de Néstor, por las dificultades para construir mayorías y, en términos electorales, nunca pudo transferir votos, perjudicando incluso a candidatos competitivos como Insaurralde en 2013 y Scioli en 2015.

Sin embargo, si no fuera candidata y abrazara la estrategia de presentar "versiones" del kirchnerismo como Axel Kicillof o Agustín Rossi, sería difícil que el espacio logarara subsistir con una identidad propia. La explicación de esto es sencilla: estos candidatos llegarían a los comicios sin el piso de Cristina pero con su techo, y muchos de sus votantes podrían fugarse hacia otros candidatos del peronismo.

Todo lo sólido se desvanece en el aire

Los últimos días mostraron al Gobierno y la oposición peronista coincidiendo de forma tácita en que la unidad es el denominador común que regirá la política en los próximos cinco meses. El kirchnerismo, aún conmocionado por el impacto de los cuadernos, no muestra sus cartas en materia electoral.

La campaña, más allá de lo formal-legal, hace rato ya empezó. Los partidos y los candidatos delinean sus estrategias y trazan diversos escenarios. Sin embargo, más allá de los posicionamientos y las negociaciones, lo que finalmente definirá la contienda es lo que piensan y sienten los electores.

La "deidad" que rige el destino de los comicios es el elector, a quien hay que escuchar y dirigir todos los esfuerzos de campaña. Cuando el votante se pronuncie, toda presunta realidad se reducirá a la percepción plasmada en las urnas, donde, parafraseando a Marx, "todo lo sólido se desvanece en el aire, y lo sagrado es profanado".