Tarde y desprolija fue la forma elegida por el Gobierno nacional para que el presidente Mauricio Macri se dirija al país. En su alocución el Presidente no reconoció error propio alguno, minutos después sí lo hizo su ministro de Finanzas, Nicolás Dujovne. Para Macri la conjunción del aumento de tasas de Donald Trump, sumado a la crisis de Turquía en lo internacional, más los cuadernos de la corrupción lograron que la tormenta incontrolable terminase en el estado de emergencia que finalmente reconoció. Jaime Durán Barba y Marcos Peña se equivocaron en poner en boca del Presidente una triste frase recordada de Juan Carlos Pugliese, devenido en ministro de Economía de Raúl Alfonsín, cuando, en momentos agónicos de aquel gobierno, dijo: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo".
Esto último lo protagonizó la semana pasada el Presidente cuando, en un brevísimo discurso que no llegó a los dos minutos, les habló a los mercados y estos le contestaron con el bolsillo. Después de un fin de semana con nombres trascendidos, finalmente el Presidente solo pudo anunciar la reducción del organigrama de ministerios y conformarse con el mismo equipo: ministros degradados a secretarios y ningún nombre nuevo para oxigenar el gabinete.
Cabe una reflexión: el radicalismo no colaboró en la emergencia; ninguno de sus hombres aceptó ponerle el cuerpo desde el gabinete a la crisis. Pregunta: ¿Es posible mantener en lo real la continuidad de la alianza Cambiemos? Es cierto que Macri redujo la participación del radicalismo a ámbitos legislativos desde el primer momento, pero no menos cierto es que vuelve a ser incierto el destino político del radicalismo como tal. Julio Bárbaro me decía: "Aquí el problema es ideológico, la UCR no puede colaborar frente al liberalismo de Cambiemos". Sin embargo, tanto el PRO como el radicalismo de Cambiemos parecen más abrazados al pragmatismo con la idea fija de mantenerse en el poder que ser fieles a sus bases ideológicas. Sí está claro que ninguno de los dos defiende convenientemente a los pobres y los excluidos, los únicos reales perdedores de la corrupción de gobiernos anteriores y del desgobierno actual.
Por el lado del peronismo, es increíble que aún los candidatos que quieren ser protagonistas en el 2019 no expresen dos tópicos: una profunda autocrítica por haber sido complacientes o tibios con el Gobierno de la ex presidente Kirchner; y el segundo aspecto es el de marcar un plan de recuperación a ejecutar inmediatamente en el caso de ser el próximo gobierno.
Queda claro además que el Presidente no puede cortar el cordón umbilical que lo ata a su jefe de gabinete, y este no puede o no quiere ver la realidad. Es decir, un gobierno sin plan abrazado a políticas sindicadas por el FMI versus producción estancada, desocupación en ascenso, pobreza agigantándose, clase media cayéndose, impuestos que pasan de asfixiantes a obscenos. Pareciera que lo único seguro para el Presidente es su equipo del Cardenal Newman.
Con respecto a las nuevas medidas anunciadas por el área de economía, no fueron bien recepcionadas ni por el mercado, lo que provocó un aumento del dólar, ni por los sectores directamente afectados.
El Presidente manifestó que con estos cambios y medidas hace todo lo que está a su alcance, ¿se supone que no hay nada más? Habló sobre el crecimiento, dijo: "Sabemos cómo crecer", pero a los minutos el zócalo televisivo durante los anuncios de su ministro Dujovne lo desdijo: "Inflación 2018: 42%; PBI 2018: -2,4%, crecimiento 2019: 0%".
El Presidente mencionó su propósito de realizar un cambio verdadero, un cambio de raíz para lo cual opta por medidas en las que no cree pero las acepta. Ocurrió lo mismo con el aborto: decía no estar de acuerdo, pero propuso el debate.
Cuesta creer que la idea es transformar el estancamiento en acción. Cuesta creer que las medidas avaladas por el Presidente son para tener futuro. El Ministerio de Ciencia y Técnica fue rebajado a secretaría. Sin ciencia y tecnología no hay futuro. Trabajo fue también reducido a secretaría, sin planes impulsores de mano de obra, imposible tener futuro. Energía sufrió el mismo destino, es increíble dado que Vaca Muerta posibilitaría ese futuro hoy negado. Agroindustria, más allá de su ministro, sin su potencial, es imposible aquella promesa del Presidente de convertirnos en el supermercado del mundo.
Queda claro que el fracaso político, responsable principal de esta grave crisis económica, no es solo para afuera, sino también tranqueras adentro de Cambiemos. Mauricio Macri no pudo lograr que su socio político, la UCR, le ponga el hombro en este momento crucial. La actitud de su otra socia, Lilita Carrió, también fue lejana, errática y amenazante. Luego de sus últimas declaraciones en cuanto al precio del dólar, a la defensa de los funcionarios Quintana y Lopetegui, y al desdén hacia el equipo del Presidente: "No fui a Olivos porque hablan pavadas por horas y no se decide nada"; indudablemente Lilita se ha devaluado tanto como el peso argentino.