Hacia una democracia representativa en una república federal

Jorge Streb

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Los derechos y las garantías enumerados en la Constitución Nacional se apoyan en el principio de soberanía del pueblo y la forma republicana de gobierno, y las provincias conservan todo el poder no delegado al gobierno nacional. Esto se resume en que el gobierno adopta la forma representativa republicana federal. Sin embargo, hoy esto es letra muerta.

Argentina no es representativa porque las cuatro provincias más grandes tienen el 60% de la población pero solo el 45% de los representantes en la Cámara de Diputados. Los legisladores que deciden cuántos impuestos cobrar y cómo gastarlos no son representativos. Hay que acabar con la tributación sin representación, con los impuestos sin el consentimiento de los ciudadanos. Como reclamó la Cámara Electoral, el pueblo necesita estar representado.

Argentina no es federal porque se castiga a la provincia de Buenos Aires doblemente, quitándole no solo la voz sino también los recursos. Cuando estaba en duda si la Justicia iba a autorizar a Carlos Menem a presentarse como candidato a senador en 2017, surgió una queja provincial donde subyacía una imagen de Buenos Aires explotadora versus interior explotado. Pero Buenos Aires ya no es Juan Manuel de Rosas contra Facundo Quiroga, no es Bartolomé Mitre contra Chacho Peñaloza. Lo único que les llega ahora de Buenos Aires a las provincias del interior profundo es plata y más plata. Tanta plata que provincias productivas como Buenos Aires reciben poco o nada de los impuestos que generan, mientras que políticos rentistas como Gildo Insfrán en Formosa se perpetúan en el poder gracias a estos recursos.

¿Qué es Buenos Aires hoy? La provincia más poblada, que más recursos aporta a la nación. ¿Qué recibe? Migajas y la indicación de callarse la boca. La revuelta de los productores agropecuarios en contra del aumento exorbitante a las retenciones en 2008 fue interpretado por la opinión pública como productores versus rentistas. Es similar la situación de la provincia de Buenos Aires hoy. Para que no sea pisoteada, el remedio es una ley de coparticipación objetiva, equitativa y solidaria, para volver a un federalismo donde todas las provincias, absolutamente todas, conserven su autonomía.

La subrepresentación y la quita de ingresos tributarios a la provincia de Buenos Aires son legados de los gobiernos de facto. La Revolución Argentina subrepresentó a las provincias más pobladas y quitó gran parte de sus recursos tributarios a dos distritos en 1973: ciudad y provincia de Buenos Aires. El Proceso de Reorganización Nacional acentuó la subrepresentación en 1983 y dirigió enormes montos de aportes del Tesoro Nacional a las provincias menos pobladas, sentando un precedente que fue cristalizado por un Congreso no representativo en el régimen transitorio de coparticipación de 1988, vía coeficientes fijos todavía vigentes. Es hora de acabar con ambas injusticias.

El autor es director de Investigaciones, Universidad del CEMA.