¿Qué más tiene que pasar para que Cristina sea detenida?

Con la confesión de Claudio Uberti, uno de los más importantes valijeros del sistema de recaudación ilegal, y las declaraciones de los empresarios arrepentidos, se cayeron todas las caretas. Las de Él y las de Ella. Ya no hay más relato que pueda justificar sus mentiras y sus delitos

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Cristina Kirchner a su llegada a Comodoro Py (Adrián Escandar)
Cristina Kirchner a su llegada a Comodoro Py (Adrián Escandar)

Lo pregunto una vez más, y lo seguiré preguntando, le moleste a quien le moleste: ¿qué más tiene que suceder para que Cristina Fernández sea finalmente procesada, pedida su detención, despojada de sus fueros y enviada a un establecimiento penitenciario?

La confesión de Claudio Uberti, uno de los más importantes valijeros del sistema de recaudación ilegal, está llena de detalles que se comprometió a corroborar. Y tienen absoluta coincidencia con otros detalles y otros hechos que ya relataron ante el fiscal Carlos Stornelli los empresarios Carlos Wagner, el presidente del Club de la Obra Pública, y Luis Betnaza, de Techint.

El sobreprecio de hasta el 50 por ciento en cada uno de los contratos de obra pública, los pagos de dinero en negro y en efectivo, el armado de usinas de facturas truchas y servicios ficticios para justificar los sobornos, y los falsos alquileres, contrataciones de habitaciones del hotel de Néstor y Cristina que no eran utilizadas y las compras de departamentos y edificios y hasta un multimedio completo que, se sospecha, serían de propiedad de la expresidenta, son evidencias que están a la vista. A la vista de la justicia y también de la opinión pública.

Esta tarde los senadores nacionales tienen la oportunidad de colocarse a la altura de las circunstancias. La historia les está tocando la puerta una vez más. En este contexto, cada uno de ellos se debería mirar, finalmente, al espejo. Le soltarán la mano, o se transformarán en cómplices. Se pondrán de un lado o del otro de la línea de la corrupción. Y además serán condenados los pícaros que la van de ingenuos y los cínicos, que pretenden equiparar a más de una década de corrupción sistemática e ininterrumpida con los aportantes truchos de campañas que, por supuesto, también deben recibir su correspondiente condena.

El nuevo defensor de Cristina Fernández, Juan Grabois, ahora aduce que si Cristina va presa los pobres no van a tener quien los defienda. ¿Cómo podría una dirigente política que se enriqueció de manera ilegítima, precisamente a costa de los que menos tienen, devolverles su dignidad y mejorarles la vida?

Se cayeron todas las caretas. Las de Él y las de Ella. Y no hay más relato que pueda justificar sus mentiras y sus delitos. Nunca más.

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