¿La voluntad investigativa de la Justicia termina en 2015?

La caja de Pandora se abrió. La magnitud de su contenido aún es difusa. Los icebergs suelen tener sólidos, amplios y profundos cuerpos subterráneos. El primer interrogante tiene que ver con la Justicia, es si la voluntad investigativa termina en el 2015. La Justicia siempre es clave, pero en esta instancia lo es más que nunca. Cuando la Justicia es desplazada de su rol como columna vertebral de la república por la corrupción, no solo no hay república sino que además nada es certero: no hay normas, no hay orden, todo termina inexorablemente en la descomposición social. Los cuadernos del kirchnerismo representan una oportunidad sí y solo sí no hay límites en la investigación de todos los componentes de la corrupción. Por ello, la pregunta tiene fuerza y debe tener respuesta. ¿La voluntad investigativa termina en el 2015?

Qué lejos quedó la época en donde un presidente argentino (Hipólito Yrigoyen) vivía en una pensión y tenía como mesa de luz dos cajones de manzanas que, a su vez, oficiaban de biblioteca. Fue también un radical, Arturo Illia, quien a pocas horas de abandonar la Casa Rosada se puso su chaquetilla de médico. Algo similar ocurrió con el ministro de Asuntos Técnicos de Perón, el doctor Raúl Mendé, quien luego de ser "huésped" de la cárcel de Ushuaia debió comenzar desde cero ejerciendo la medicina tratando a pacientes hemipléjicos en Buenos Aires. Por entonces la honestidad era un valor común en la política, la delincuencia era lo excepcional. Tal vez la diferencia resida en que estos hombres y mujeres entendían a la política como el mayor acto de servicio a los demás.

Algo pasó para que, junto a la recuperación democrática, esa libertad desbocada comenzara a retroceder y dejara espacio a una corrupción sistémica que invadió sin tapujos el campo de la decencia. Su naturalización arrasó con la moral de la política. Con un solo acto los partidos políticos hubiesen impedido su avance: no aceptando dineros cuyos fondos no se pueden justificar. No lo hicieron y no lo hacen. La vieja política y la nueva política siguieron aceptando la ingeniería del delito. Mauricio Macri llegó prometiendo el cambio de la transparencia y casi inmediatamente obró en contrario, especialmente protegiendo los intereses de los negocios de su familia, por ejemplo, Correo Argentino. También opacó su transparencia con los Panama Papers, cuentas off shore en paraísos fiscales, etcétera.

El Gobierno del presidente Macri venía cascoteado en sus prácticas políticas por la investigación del periodista Juan Amorín. Fue auspiciosa la investigación de otro periodista, Diego Cabot, para desnivelar la situación y permitir que el kirchnerismo avance tres casillas o más en el juego de la oca corrupta.

Conversando con el ex legislador y sociólogo Juan Carlos Vega, me decía: "En temas de corrupción, en Argentina tener condena firme, es decir, ir a la cárcel, es recién a través de la cuarta sentencia. La corrupción es una estructura formada por tres sistemas de poder: el económico, sobre todo la patria contratista; el sistema judicial, que tradicionalmente ha hecho la vista gorda y el sistema político que concede los beneficios al poder económico. El 82% de los argentinos declara tener escasa, baja o nula confianza en la Justicia argentina. Soy muy pesimista con respecto a lo de los cuadernos Gloria. Es probable que el juez procese y condene y en 2028 estemos sin presos por los cuadernos. El proceso dura 14 años promedio y solo el 4% tiene condena firme".

El doctor Roberto Bulit Goñi me decía que lo que hoy atravesamos no es un problema de leyes, o en todo caso sí lo es en el sentido del no cumplimento de las que existen. La ley en contra del lavado de activos en Argentina se sancionó en 1989, fue el noveno país del mundo en tenerla. Desde 1989 hasta el año 2000 tuvo 112 modificaciones y se aplicó dos veces. Del 2011 a la fecha solo se aplicó tres veces y las causas concluyeron con recuperación de bienes.

Por estas horas se habla mucho de la ley de extinción del dominio en el Senado. El artículo 305 del Código Penal con la modificación para lavado de activos del 2011 tiene la figura de la receptación, que castiga a quien recibió bienes producto del delito sabiendo su origen lucrando con el tráfico de ese objeto.

O sea, las leyes existen. Lo que no existe es la voluntad política de aplicarlas.

Política en Santa Fe

El tema inseguridad es al gobierno del ingeniero Lifschitz lo que la economía es al gobierno del ingeniero Macri. Hace tiempo que el ministro responsable del área, Pullaro, no acierta no solo en el esclarecimiento de los actos violentos cotidianos, sino en la prevención de los hechos que acontecen a diario con el enorme peligro de naturalizarse. No solo se trata de asesinatos, a partir de la finalización del juicio a Los Monos y del traslado de Guille Cantero a una cárcel de Chaco y Ema Chamorro a Rawson, comenzaron las balaceras. Cronistas experimentados en la materia dan cuenta de dos a tres por día dirigidas puntillosamente a ex jueces o familiares directos que han actuado en la causa.

El sábado pasado fue baleado el Centro de Justicia Penal, es decir, el corazón mismo de la Justicia y pocas horas después fue asesinado un testigo clave en la causa de Los Monos, quien primero los había reconocido para en una segunda declaración desdecirse y manifestar que en realidad a quien le tenía miedo era a la policía y no a la banda narco. Terminó ejecutado de cinco disparos. El grave problema es que solo hay conjeturas, porque no hay investigación. Mientras el gobernador de la provincia asegura que está en juego la institucionalidad y razones para ello no faltan, Los Monos crecen tras las rejas como me lo definía el cronista policial Claudio Berón. El gobernador hasta aquí ha mantenido en su puesto al ministro Pullaro mucho más que por convicción, como parte del arreglo político del Frente que compone su gobierno.