IVE: Un debate histórico en materia de salud pública

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Finalmente, tras meses de intenso debate, es el turno en estas horas de la votación en el Senado del proyecto de ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo, el aborto legal en la Argentina.

Quiero referirme al tema desde el lugar que hoy me toca ocupar, responsablemente, poniendo la mirada en lo colectivo. Con la posibilidad de legislar para transformar la realidad. Y fundamentalmente comprendiendo que la discusión sobre la interrupción voluntaria del embarazo es un tema de salud pública; se trata de que el Estado brinde herramientas a aquellas personas que han tomado una decisión que, sin lugar a dudas, nunca es fácil, con las garantías que el sistema de salud debe brindar.

Que hayamos llegado a tratar este tema hoy no es una cuestión azarosa, son muchas las circunstancias que han colaborado. Es el resultado de las luchas colectivas y la fuerza de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito que desde hace más de 13 años viene impulsando el tema y esta fue la séptima vez que se presentó el proyecto. En esta ocasión, se produjo un proceso de discusión muy intenso, primero en la Cámara Baja, con 738 expositores y con un debate en el recinto que desembocó en una media sanción donde confluyeron varios proyectos de distintos legisladores. Y luego continuó en el Senado, donde también han expuesto más de cien personas, provenientes de los más diversos ámbitos.

En el último plenario de comisiones hemos propuesto y firmado un dictamen de consenso, atendiendo a algunas de las modificaciones y los reclamos que se han ido escuchando. Esta fue la propuesta de un grupo de senadores y senadoras que acompañamos para el avance del proyecto de ley, dictamen que obtuvo 26 firmas. La postura que promueve el rechazo al proyecto con media sanción no propuso dictamen.

En definitiva, hemos sido testigos de un debate inédito: es la primera vez que la despenalización y la legalización del aborto logra un tratamiento legislativo y una media sanción, con una sociedad movilizada y con expectativas, militando e interpelando a sus instituciones en este momento histórico. El tema ya está en la agenda y será también la oportunidad para profundizar los temas de género.

Hoy debemos estar a la altura de las circunstancias y dar una respuesta a las mujeres que han sufrido, sufren y sufrirán siendo víctimas de la clandestinidad, la desprotección y la ausencia del Estado. Es dar una solución seria a un problema que existe y genera graves consecuencias.

El aborto es una problemática que existe y es necesario que la abordemos con la complejidad que conlleva, entendiendo que con esta ley no estamos obligando a nadie a hacer lo que no quiera, sino permitiendo que los abortos, que existen en la cotidianeidad de tantas mujeres, no sean solitarios, estigmatizantes ni clandestinos. Que todas las mujeres, y especialmente aquellas atravesadas por la vulnerabilidad social, no corran riesgos al tomar esa decisión. Por el contrario, el Estado debe estar presente para garantizar el ejercicio igualitario del derecho a la salud.

Este debate también nos ha mostrado los atravesamientos de todo tipo que implica hablar de aborto: religiosos, morales, científicos, normativos y culturales, que en muchas ocasiones nos impiden reflexionar desde la empatía, con una mirada sobre el conjunto, más allá de las propias opiniones.

También ha sido la oportunidad para mirar críticamente condicionamientos más profundos, como la desigualdad entre varones y mujeres, los estereotipos y distintos elementos que atravesaron tantos enunciados por estos días.

Cabe reflexionar también sobre ciertas opiniones que pretenden poner en superficie el tema del aborto no punible, cuyos supuestos están vigentes en el país desde 1921 y con un fallo de la Corte Suprema de Justicia que estableció los alcances. Es necesario clarificar qué estamos debatiendo: la despenalización y la legalización. No hay que imaginar escenarios de abuso de IVE y como se ha dicho, que será usado como método anticonceptivo. No hay que tener temor a la libertad de las mujeres. No hay que eludir la ampliación de derechos. Pongamos atención —y tengámosles miedo— a los derechos que los hombres no tienen y ejercen. Como obligar a sus parejas a no usar métodos anticonceptivos o no usar preservativo.

Sin dudas, este debate parlamentario no solo ha servido para discutir acerca del aborto, de sus causas, de sus consecuencias y de la posición que el Estado debe tomar ante esta compleja situación. También ha sido un escenario propicio para abordar otras situaciones como la violencia simbólica, de desarmar los discursos sobre el cuerpo de la mujer, de asistir a un verdadero cambio cultural. Y es nuestra tarea como legisladores y legisladoras acompañar estas transformaciones.

Que sea ley.

La autora es senadora nacional por la provincia de Entre Ríos (Partido Justicialista).