¿Cuánto contaminamos desde Argentina?

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Todas las evidencias de los últimos años nos señalan la imperiosa necesidad de reducir las emisiones de gases contaminantes, particularmente el dióxido de carbono. La acumulación de estos gases, que rodean nuestro planeta, estimulan una cantidad de fenómenos nocivos, como, por ejemplo: sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar, altas marcas para la temperatura, incendios de bosques, deshielo en la Antártida y en Groenlandia.

Todos los años, particularmente desde hace dos décadas, viene subiendo la temperatura en todos los países. Este año va camino a ser el año más caluroso desde que se llevan registros; los aumentos de la temperatura están asociados con fenómenos que perjudican especialmente a las poblaciones más pobres. Existe una evidente desigualdad socioeconómica, ya que las poblaciones pobres de todos los países son las que menos gases emiten, sin embargo, por su localización geográfica son las que siempre afrontan la mayor parte de los crecientes costos ambientales, por ejemplo, inundaciones.

¿Cómo es el panorama de las emisiones en América Latina? Para contestar esta pregunta es útil prestar atención a la información suministrada por la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que no indica cuál es la emisión anual de dióxido de carbono por habitante en cada país.

El promedio de emisiones de origen energético en toda la región llega a 2,8 toneladas de dióxido de carbono por habitante, pero hay grandes desigualdades. Por ejemplo, en Trinidad y Tobago la emisión llega a 33 toneladas y en Venezuela a 5,7 toneladas, o sea, bien por encima del promedio regional en los dos casos. Por debajo del promedio regional de emisiones encontramos a: Costa Rica (1,6), Perú (1,9), Uruguay (2,3), Brasil (2,5) y Ecuador (2,7).

Por encima del promedio encontramos a Panamá (2,9), Colombia (2,9), México (3,8) y Chile (4,5). ¿Y nosotros dónde nos ubicamos? Nuestras emisiones por habitante, según Cepal, llegan a (4,5), es decir, uno de los registros más altos.

Es importante asumir esta realidad, que no deja de ser preocupante cuando se presta atención a lo que está ocurriendo en toda la Tierra, donde cada año aumentan los daños ambientales causados por el cambio climático.

En nuestro caso el sendero a recorrer en el futuro nos señala dos objetivos: 1) expandir las energías limpias, como la eólica, la solar y la hidráulica y 2) reducir el consumo total de energías contaminantes, acelerando los cambios tecnológicos y la eficiencia energética, que nos permiten aumentar el PBI sin incrementar el consumo de energías fósiles.