El desarrollismo y la promoción de un mundo más humano y más justo

Diego Seghetti Frondizi

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Con gran estupor he leído en diversos medios de comunicación declaraciones de políticos argentinos que afirman haberse formado en las ideas desarrollistas y ser admiradores y seguidores de la doctrina de mi abuelo, el presidente Arturo Frondizi, y a la par, se pronuncian a favor del proyecto de ley de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Al respecto, me veo en la obligación de conciencia de decir públicamente que el pensamiento de mi abuelo era diametralmente opuesto al que se plasma en este proyecto de ley.

Cabe recordar que, en septiembre de 1959, el presidente Frondizi ordenó al delegado argentino ante la XIV Asamblea General de las Naciones Unidas, el jurista y diplomático José María Ruda, quien llegó a ser luego presidente de la Corte Internacional de Justicia, que defendiese con fuerza que "el derecho a la vida existe desde el mismo momento de la concepción", que condenase la destrucción voluntaria de la persona por nacer y propugnase establecer sólidamente la ilicitud del aborto. En una carta de lectores publicada en La Nación el 04 de abril de 2000, el doctor Ángel M. Centeno, funcionario de Cancillería del presidente Frondizi, afirmó respecto de la postura de mi abuelo que él no trató de incriminar puntos de vista adversos, ni de demonizar posturas diferentes, sino de "ser consecuentes con un valor absoluto, como es el derecho a la vida del ser inocente, que se prioriza aun en circunstancias dramáticas que pudieran vivirse, de las cuales no es responsable (ni muchos menos culpable) el niño creado y en gestación".

Por otra parte, el presidente Frondizi no solo promovió el respeto por el derecho a la vida de las personas por nacer, sino que sus ideas se plasmaron en políticas concretas de protección de las mujeres embarazadas, por su esencial vulnerabilidad y la del hijo en su primera infancia. Baste recordar la creación del Instituto Nacional de Pediatría Social (decreto 10811/1961), moderno centro pediátrico destinado a la investigación, la docencia y la asistencia materno-infantil.

Esta posición del presidente Frondizi sobre el respeto por el derecho a la vida de los niños por nacer se enmarca en la lucha por el respeto a la dignidad y los derechos de todo ser humano que caracterizó su vida. Así lo narró en el discurso pronunciado con ocasión de recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, el 16 de abril de 1958: "Hace casi treinta años que, como cualquiera de vosotros, salía de la universidad con un diploma bajo el brazo y todo orgulloso de haberlo conseguido me disponía a consagrar mi vida a la disciplina del derecho, gran vocación de mi vida… Encontré entonces que había una gran contradicción entre las teorías jurídicas y esa realidad social. En casi toda América las instituciones estaban subvertidas. El imperio de las ideas había sido subvertido por el imperio de la fuerza y la libertad era un ronco grito de seres encarcelados, torturados y perseguidos. Me vi entonces frente a una opción: o era un jurista consagrado al estudio y a la docencia universitaria o trataba de comprender esa realidad contradictoria haciendo mía la causa de cuantos luchaban por un mundo más humano y más justo, luchando yo mismo por transformar esa realidad. Me hice político con fidelidad a mi más profunda vocación, traté de hacer de la política una verdadera docencia ciudadana".

El proyecto de ley en debate en el Senado de la Nación, promovido por la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, es discriminatorio de los niños por nacer, según sean o no "deseados" por sus madres, y según la condición de salud que padezcan. En efecto, establece el inexistente "derecho" de la mujer a abortar hasta las 14 semanas de vida de su hijo, y lo extiende hasta la finalización del embarazo para el caso de los niños que padezcan patologías graves.

El proyecto en cuestión tampoco promueve a la mujer, ni la acompaña con políticas efectivas ante un embarazo inesperado o dificultoso. Por el contrario, nada aporta a la mujer en estado de vulnerabilidad, ni a su dignidad, ni a sus derechos. Solo arbitra la muerte "segura" del niño, y se desentiende de las consecuencias dramáticas y traumáticas para la mujer que aborta. Mi abuelo Arturo fue un gran defensor y promotor de los derechos de las mujeres, y siempre se declaró públicamente agradecido a su mujer Elena, quien lo acompañó con solvencia y amor en su carrera política. Él nunca hubiese avalado un proyecto como el que se encuentra en discusión en el Senado.

Con estas líneas pretendo hacer un llamado a la reflexión de nuestros políticos, en especial de los senadores, para que promuevan leyes que verdaderamente respeten la dignidad y los derechos humanos de las mujeres embarazadas y de los niños por nacer, y promuevan políticas efectivas que los amparen. Esa fue la causa de mi abuelo y de cuantos siguen su huella: la lucha por un mundo más humano y más justo.

El autor es licenciado en Economía Agropecuaria. Nieto del presidente Arturo Frondizi.