Papa Francisco: la Iglesia no es una ONG

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En reiteradas homilías, discursos o mensajes Jorge Mario Bergoglio, siendo Cardenal de Buenos Aires o Cabeza de la Iglesia Católica expresó que la Iglesia no es una ONG. La reiteración de esa afirmación y el desarrollo de organizaciones no gubernamentales internacionales como nuevos agentes del poder mundial nos invita a reflexionar sobre la diferencia.

La Iglesia es un edificio 

Mucha gente entiende por iglesia un edificio con una disposición que tiene una entrada importante, gran sala, uno o varios altares, una o varias cruces, otras imágenes y que cuenta por lo general con muchas obras artísticas y arquitectónicas. Y dicen, fui a la iglesia cuando fueron al edificio.

Sin embargo la palabra iglesia etimológicamente significa "una asamblea" o "una convocatoria" y esa raíz tiene más que ver con el significado que aquí le asignaremos a la palabra iglesia, que según los propios teólogos alude a "la gente del pueblo" antes que al lugar donde se reúne.

La Iglesia es el Santo Pueblo fiel de Dios 

Los Santos Evangelios son libros que dan testimonio personal y profético de la presencia de Jesús, hijo de Dios en la tierra. La Iglesia es entendida como la comunidad de todos aquellos que habiendo conocido a Dios -sea por los que lo conocieron y creyeron en El o por la descripción hecha en las sagradas escrituras, por su personal "experiencia religiosa" o por ambas vías de conocimiento –depositaron su fe en Jesucristo (Juan 3:16; 1 Corintios 12:13).

Entendemos que el acto de fe es semejante desde el punto de vista lógico y epistemológico a un acto de amor. Por eso amorosamente los creyentes siguen "las pisadas de Jesús" haciendo lo que es correcto y bueno, y se han convertido en aquello a lo cual estaban llamados a ser: "luz y sal en este mundo". (Mateo 5:13-16). Ese es el pueblo fiel de Dios.

Según entiendo, es una realidad socio-religiosa que también tiene una dimensión política. El creyente camina con la presencia de Dios, religado a Dios y cree en un destino común, eterno y trascendente.

El pueblo de Dios no es el pueblo-nación. Pero al mismo tiempo ese pueblo de Dios comparte un destino común con su pueblo considerado en sentido amplio integrado por creyentes y no creyentes. El pueblo-nación.

También es menester decir que hay un pueblo de Dios universal conformado por todos lo católicos del mundo y pueblos locales que son los que junto a los creyentes de otras religiones o no creyentes conforman cada una de las caras del poliedro cultural.

El pueblo de Dios en movimiento 

Según el relato evangélico, no bien María Magdalena encontró señales en el sepulcro que el cuerpo de Cristo ya no estaba y trasmitió esta circunstancia, el anuncio de la resurrección provocó una reacción inmediata: los discípulos se pusieron en movimiento; en una actitud pronta para ser testigos de lo que estaba sucediendo. Llama la atención que el evangelista apunta que los discípulos corren, van a prisa, no se quedan en su lugar sino que van. Y a partir de ese ir soportando la represión y viviendo en la clandestinidad el pueblo de Dios levantó la Iglesia.

La Iglesia es misión 

Dicen los Evangelios que Cristo dijo: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." ( Mateo 28:19-20)

La Iglesia es una piedra en el zapato 

El Cardenal de Buenos Aires al presentar el libro "Por qué la Iglesia", de monseñor Luigi Giussani, el 18 de junio de 2005 dijo: "Lo que hoy provoca y molesta de la Iglesia es su presencia y su propuesta de una vida distinta, una mirada diferente sobre los problemas personales, familiares y hasta sociales y políticos. Esa es la piedra en el zapato, ése es el escándalo".

Este curso escandaloso de la Iglesia acentuado por el Papa Francisco y sus reformas llevadas a cabo en estos cinco años y medio, no es fácil de entender para quienes profesan una ideología anticatólica. Así, por ejemplo, The Economist -medio internacional de reconocida filiación con ese signo – se muestra sorprendido por los cambios y propone la actual gestión de JMB como un caso de estudio. Pero precisamente este vocero de los dueños de la economía de buena parte del mundo en el 2008 calificaban a la Iglesia como la ONG más grande del planeta. Como queda expuesto en estas líneas quienes eso decían no podían ocultar que su propósito era el de desacralizar a la Iglesia Católica. Sobre todo cuando esta sigue los pasos del Nazareno. "La Iglesia es un escándalo por la pretensión de ser la continuidad de Cristo vivo en la historia" decía el Cardenal en la ocasión recordada más arriba.

¿Qué haría Cristo en mi lugar? 

La Iglesia es, según surge de las enseñanzas teológicas, "pueblo de Dios" y al mismo tiempo "cuerpo místico de Cristo" al que los cristianos entramos por medio del bautismo y la eucaristía. Como parte de la Iglesia tenemos una función misionera, una actitud en movimiento, un movimiento en salida hacia el otro necesitado, de involucramiento con los problemas de este mundo y especialmente con los pobres. Sobre todo si somos jóvenes y más aún si somos portadores de responsabilidades sociales.

Caminando con el pueblo pero siempre con Jesús en el medio (como dice Bergoglio). Y como parte del "pueblo fiel de Dios" estamos obligados a tener presente el anuncio del Evangelio en cada decisión que tomemos.

El buen cristiano fiel, sea trabajador, profesional, empresario, dirigente social o político tiene que recuperar una mirada diferente, la del que imita a Cristo, la pregunta que debe hacerse es "Qué haría Cristo en mi lugar?"

(Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2018 – Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a todos, 20 de mayo 2018).

La Iglesia y las organizaciones sociales

Como puede verse cuando el papa Francisco dice "la Iglesia no es una ONG", está diciendo que las otras organizaciones sociales, sean clubes, asociaciones vecinales, fundaciones o simples ong sean nacionales o internacionales tienen una naturaleza distinta.

No se puede reducir la naturaleza y dimensión profética del "pueblo de Dios" a una organización con fines filantrópicos o de justicia por más noble y extraordinaria que sea su labor, aunque sí estas pueden formar parte de la Iglesia.