La penalización del aborto: ineficacia e industria clandestina

Fabio Quetglas

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"La prohibición no impide los abortos, solo los hace más inseguros", es la frase que mejor sintetiza los argumentos que expresa la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, porque justamente hace foco en la ineficacia de la penalización. Hace décadas sabemos de la industria clandestina del aborto ilegal, hace décadas que sabemos que el porcentaje de embarazo infantil o adolescente en Argentina es un escándalo.

Es como si no pudiéramos sacarnos del hombro cierto tutelaje moral que nos impide proponer soluciones basadas más en la evidencia y menos en las creencias. Tutelaje que se hace patético cada vez que un tema de orden público se vincula a algún aspecto de la sexualidad. La patria y la fe no deberían entrar en juego en este drama social.

La evidencia muestra de manera clara que la penalización es ineficaz y ha abierto paso a un negocio oscuro y a riesgos innecesarios para la salud y la vida de las mujeres. ¿Por qué? ¿Será acaso nuestra maldad intrínseca? No lo creo. El mismo fenómeno que ocurre en Argentina ocurre en todos los países que penalizan la interrupción del embarazo: se abre paso una clandestinidad insultante, viajes para hacer abortos, indicaciones de uso de fármacos entre personas sin formación médica, entre otras calamidades.

Hay un costado de la realidad en penumbras. Me imagino a una mujer en múltiples circunstancias enterándose de un embarazo que no desea, sea por la circunstancia que fuese; porque ese embarazo es fruto de una relación ocasional; porque está viviendo un momento económico angustiante; porque fue abandonada; porque siente que no está en condiciones de ejercer la maternidad; porque teme una represalia familiar; porque fue abusada por un familiar y no quiere denunciar el delito fruto del temor o simplemente no quiere explicarnos por qué no quiere.

En ese instante tan íntimo y profundo, ¿cómo creemos que el Estado puede evitar su decisión?, ¿cómo lo haría?, ¿ordenando por ejemplo que se le coloque un sensor en cada mujer fértil del país para monitorearla? Muchas veces el Estado y sus poderes creen que todo lo pueden, hasta suplantar la decisión de una mujer de querer o no ser madre. Es como si levantando un dedo inquisidor le dijera "serás madre", "quieras o no, puedas o no, serás madre".

La campaña viene insistiendo con los tres ejes: educación, anticoncepción y legalización, y se reiteró hasta el hartazgo que no se propone el aborto obligatorio. La frontera de lo público y lo privado es muchas veces difusa y una de las cuestiones centrales de cualquier posicionamiento político es qué hacemos con aquello tan estrictamente íntimo. Esto vale para los pensamientos, las prácticas sexuales entre mayores, los diálogos privados o las decisiones como la de abortar o seguir adelante con un embarazo, donde nadie puede suplantar a quien decide, porque sencillamente no puede y además no debe.

Si de verdad queremos que haya menos abortos, no es prohibiéndolos que lo lograremos. Esa torpeza e insensibilidad explica mucho el desprestigio de las instituciones. Podemos y debemos hacer mejor las cosas, y avanzar en la sanción de esta ley va en ese sentido.

El autor es diputado nacional por la provincia de Buenos Aires (UCR-Cambiemos).

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