No toda la economía está en crisis

Daniel Burke

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Administrar y gestionar una institución que tiene como principal misión asegurar el futuro de sus afiliados no es desde ningún punto de vista tarea sencilla. Unas ochenta Cajas de Previsión Social de las profesiones en el país administran los aportes de sus afiliados y deben, con un gran esfuerzo de austeridad y profesionalizado criterio de inversión, prever un esquema que garantice las jubilaciones de sus mayores sin recibir aporte alguno de las arcas estatales.

Por ello, los presupuestos de una Caja previsional, más allá de que legalmente son anuales, en realidad deben contemplar su viabilidad, eficiencia y sustentabilidad para los próximos años.

Y como si todo esto fuera poco, habiendo sorteado, gracias a las reformas constitucionales de 1994, el avasallamiento que las amenazaba, hoy las Cajas no somos ajenas a una preocupación social y mundial que pone en peligro a todos los sistemas de jubilación: el envejecimiento poblacional, un fenómeno producido por la disminución de la natalidad y el crecimiento de la expectativa de vida.

Ante esta realidad, el desafío de trabajar en la sustentabilidad del régimen es aún mayor. Por ello, en los últimos años el acento estuvo puesto en la llamada "tasa de sustitución", dicho de otra forma, la relación activo-pasivo. En el año 2014, la cantidad de abogados activos que se necesitaba para pagar una jubilación era de 7,48 por pasivo y hoy podemos hablar de 6 abogados en actividad por cada colega jubilado. El ideal es difícil de alcanzar en cualquier sistema. A nivel nacional no solo no se alcanza, sino que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) recibe un porcentaje de algunos impuestos para reducir la brecha entre aportes y beneficios, cosa que no sucede con los sistemas de los profesionales, que solamente se sustentan con el esfuerzo individual de los aportantes.

Por ello es tan importante que los dirigentes planteemos gestiones austeras y con visión de futuro. Los vaivenes económicos impiden muchas veces valorar el trabajo serio y continuo que las Cajas profesionales vienen desarrollando hace años. En el caso de la Caja de Abogados, a pesar de su independencia de criterios de inversión, contribuye activamente con el Estado provincial y nacional al volcar gran parte de su portfolio de colocaciones en deuda pública. Dentro del contexto inflacionario, que el año pasado fue superior al 20% anual, los resultados brindados por los estados contables arrojan guarismos en términos nominales más que favorables. El superávit económico de la institución creció de un ejercicio al otro en un 44,84 por ciento.

Este breve análisis propone reflexionar que, aunque las Cajas son sistemas perfectibles, es importante fortalecer el sentido de pertenencia y unir los esfuerzos necesarios para defenderlas. Que el malestar o el descontento con algunas cuestiones no se reduzcan a caer en el simplismo de pensar que la única solución es derogar el sistema previsional reconocido constitucionalmente. Queremos seguir apostando a que nuestra profesión, con el compromiso de una capacitación continua para mejorar la administración de justicia, no solo nos dará el placer y la realización personal de vivir de la ocupación que amamos, sino que nos permitirá prever nuestra vida después del retiro y ante algún infortunio eventual.

El autor es presidente de la Caja de Abogados de la provincia de Buenos Aires.