La culpa no es solo de Echegaray sino también de Cristina Kirchner

Los hechos que demostraron que la ex presidente usó la AFIP para perseguir a críticos y opositores, y para proteger y encubrir a los testaferros y socios

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Ayer, dos hechos diferentes demostraron lo que veníamos denunciando desde hacía tiempo: que Cristina usó la AFIP para perseguir a críticos y opositores, y al mismo tiempo la utilizó para proteger y encubrir a los testaferros y socios de la ex presidente, como Cristóbal López y Lázaro Báez.

Lo sé porque lo sufrí en carne propia, y aunque salí airoso del embate, gasté muchísima energía en defenderme, y a la vez desenmascarar a Ricardo Echegaray y a la jefa de Estado.

Todo comenzó meses después de la muerte de Néstor Kirchner, a principios de 2011, cuando los servicios de inteligencia de Cristina confirmaron que me había comprometido a escribir un segundo libro, después de El dueño, y que le iba a poner "El loco".

La muerte de Kirchner hizo que le cambiara el título pero no el sentido: le puse Él y ella, e incluyó los nuevos negocios de Cristina y el plan oculto para perpetuarse en el poder.

Primero vinieron a verme desde el área de medios, para ofrecerme más publicidad oficial a cambio de la no publicación del libro. La otra cara de la moneda de la oferta era una amenaza que al final se cumplió: la interrupción inmediata de la entrega de la pauta oficial para todos los productos de La Cornisa.

Al principio me quedé helado. Después los mandé a pasear.

Con días de diferencia me enteré de que Cristina le había ordenado a Echegaray acusarme falsamente de evadir impuestos. Entonces, para defenderme, hice lo que no había hecho en toda mi vida profesional: grabé a un alto funcionario de la AFIP con una cámara oculta.

Ese director de la AFIP, un verdadero pusilánime, ratificó ante la cámara, sin ponerse colorado, que me estaba investigando sin motivo por orden de Echegaray, me adelantó que saldría bien parado de la cuestión porque no había ningún elemento que me incriminara y me explicó que el verdadero objetivo era mantenerme bajo presión y usar la investigación de la AFIP para desacreditarme públicamente, y así también desprestigiar al libro.

Presenté la cámara oculta, autenticada por un escribano, ante la justicia federal. Y eso fue, entre otras cosas, lo que puso en evidencia la falsa acusación.

El peor momento de todos los que viví en aquellos días no fue la amenaza del Gobierno, ni la falsa denuncia de la AFIP, ni el hecho de que me tuviera que defender solo porque no quería comprometer al grupo de medios en el que trabajaba y sigo trabajando.

El peor momento fue cuando me senté con mi mujer y le confesé lo que estaba pasando. Fue cuando le anuncié que publicaría el libro de cualquier manera. Fue cuando le expliqué que si no lo hacía no iba a poder mirarla más a los ojos ni a ella ni a nuestros dos hijos. Fue cuando le prometí que le garantizaría que nada le pasaría ni a ella ni a Octavio ni a Victoria. Cuando le dije que tenía, incluso, la libertad de irse del país si sentía que mi decisión ponía en riesgo a la familia.

Aunque puse a Cristina y a Echegaray en evidencia, la AFIP me acusó sin evidencias.

Echegaray filtró el papelito con la acusación y los alcahuetes pagos de 67Rocho y también Víctor Hugo, el hombre de la doble moral, montaron un pequeño escándalo.

Poco después la justicia penal tributaria, en todas las instancias, me encontró absolutamente inocente. Y al mismo tiempo inicié una demanda contra el Gobierno, acusando a sus funcionarios de quitar a la productora la publicidad oficial como un intento de censura.

La Corte Suprema me dio la razón, y así La Cornisa se transformó en la primera organización independiente que logró probar semejante ataque. Es decir: el uso de la publicidad oficial como un instrumento de censura directa.

Ayer, después de muchos años, la actual administración de la AFIP acusó a Echegaray, un soldado de Cristina, por asociación ilícita, peculado y violación del secreto fiscal. Y también ayer, el juez Claudio Bonadio sobreseyó a Jaime Mecilosvsky, un alto funcionario de la AFIP que resistió las presiones de Echegaray para que no investigara a Lázaro y a Cristóbal.

En la misma resolución, Bonadio colocó en la mira por falsa denuncia al diputado nacional Rodolfo Tailhade, ex espía, el hombre que le hace los trabajos sucios a la ex presidente Cristina Kirchner.

Tailhade es más peligroso que impresentable. Por orden de la ex presidente, Tailhade me siguió denunciando falsamente ante la justicia federal en dos oportunidades. Una denuncia fue desestimada, por delirante. En la otra fue sobreseído, por ausencia de delito.

A él y a Cristóbal, a Fabián de Sousa y los periodistas militantes que repitieron las mentiras, los tengo denunciados por daños y perjuicios. Como ya probé que mintieron a sabiendas, todos saben que van a perder, sin atenuantes. Tailhade, en la primera reunión de conciliación, ni siquiera tuvo el coraje de mantener su falsa acusación: mandó a su abogado para intentar un arreglo que lo dejara libre de culpa y cargo. Lo rechacé, y llevaré el caso hasta la Corte, si es necesario, para que el exservicio no use sus fueros para protegerse.

Y cuando termine de procesar el resto de las escuchas entre Cristina y Oscar Parrilli denunciaré a la ex presidente como la verdadera promotora de la persecución.

No lo estoy haciendo solo por mí. Lo estoy haciendo por cientos de argentinos que fueron perseguidos por la AFIP, por la ex SIDE, por Néstor y por Cristina solo por hacer su trabajo, o pensar distinto a los cerebros del régimen más autoritario que hubo en la Argentina después de la dictadura.

Y lo estoy haciendo también para que a ningún Presidente, incluido este, se le pase por la cabeza instrumentar algo parecido.

PD: Este es el link con los fallos que prueban que todas las denuncias contra La Cornisa y contra mí fueron sobreseídas o desestimadas.

1) Sobreseimiento Wilma López 

2) Desestimación Juan Pedro Zoni y Ariel Lijo 

3) Desestimación Gerardo Pollicita 

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