La agenda inconstante de una democracia en decadencia

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La realidad argentina transcurre al ras del suelo. No hay certezas ni convicciones profundas. Se podría decir que transcurre espasmódicamente. El carácter de los acontecimientos depende mucho más de los protagonistas que de la propia realidad. Lo increíble es que la política se contagió de los diarios y todos los días busca un título. Toma y abandona temas con la misma fruición. Así, un día se convulsiona, siempre mediáticamente, con el proyecto de despenalización del aborto, para luego no cubrir en reunión de comisión con la asistencia del 20% de quienes deberían estar.

Una vez más en esta geografía todo se vuelve ahorista. Por ello, todos los días supuestamente la realidad parece otra. Sucede además que cabalgamos al compás de agendas distractoras o poco creíbles, como el documento final de la VIII Cumbre de las Américas. Allí nuestros representantes políticos se juramentaron luchar incansablemente contra la corrupción. ¿Se puede creer en esa voluntad manifiesta expresada cuando casi todos ellos tienen alguna acusación de corrupción o proceso judicial? Increíble, Latinoamérica, parte constitutiva de las Américas, representa el 8% de la población mundial y alberga en su geografía el 33% de los asesinatos mundiales. Trece países de ella tienen elecciones en 2018 y la preocupación mayor no explícita es Odebrecht, no la cruda realidad social y económica.

Va quedando claro que en muchos países, pero especialmente en el nuestro, la política lamentablemente se apoya en una tríada, que bien podría ser el tridente de Poseidón: apoyo empresarial y luego la devolución de tal apoyo si se llega al poder; Justicia, por aquello que bien nos aconsejó Hernández: "Hacete amigo del juez"; y, en esta modernidad, los servicios (de inteligencia). Este sector con información acumulada y procesada se ha vuelto tan necesario para los buenos como para los malos. No se sabe a ciencia cierta quién los tiene ni cómo se van a utilizar, pero están y aparecen.

Se evidencia que los procesos de poder comienzan sobre este trípode, después los condimenta y los direcciona la política. Esta realidad no está en los títulos de los diarios, pero está. Y gravita condicionando la voluntad de políticos, jueces, periodistas, empresarios; direcciona o cubre rumbos de procesos políticos poco felices.

Resulta inconcebible que la principal socia del Presidente de la Nación solicite juicio político para el doctor Lorenzetti, presidente del máximo tribunal de la Justicia argentina, y el Presidente se desentienda contestando: "Me alegro de no ser parte de la pelea Carrió-Lorenzetti".

Es muy probable que esta decadencia que destiñe a la democracia se haya desencadenado por la atomización, el anquilosamiento de los partidos políticos que dejaron de preparar cuadros y pasaron a ser una agencia de colocación de elegidos. Pero hoy tanto el radicalismo como el peronismo carecen de candidatos presidenciables competitivos para el 2019. Además, si no se los visibiliza antes del inicio del Mundial, el presidente Mauricio Macri les llevará un cuerpo de ventaja, más allá que la economía no lo acompañe.

Política en Santa Fe

El gobernador Lifschitz sigue con prisa y sin pausa con su intención de reformar la Constitución provincial. Ya ha presentado el proyecto a la Legislatura para su tratamiento. Más allá que los principales partidos no podrían acordar lista de unidad para la Constituyente, necesitan realizar internas, lo que estiraría los tiempos. La gran pregunta que no excluye al socialismo es: ¿A quién le conviene adelantar el 2019 si aún se miran y no se reconocen? Con mayor claridad, podrían estas elecciones 2018 descubrir el velo anticipadamente de las debilidades políticas de los unos y los otros en la carrera por el poder. Lo que sí es cierto es que nadie como el gobernador Lifschitz llegó tan lejos en el intento reformista. También es cierto que sin reelección la reforma no interesa y reformar solo por la reelección es un costo muy alto.