Trump: ¿de cuco de México a aliado exigente?

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Durante la campaña electoral que lo llevó a su triunfo en noviembre de 2016, Donald Trump le dedicó numerosos comentarios y mensajes a la necesidad de mejorar y reforzar la seguridad en la amplia frontera con México. Sus referencias a lo imperativo de erigir un gran y tecnificado muro desataron todo tipo de polémicas. En especial, y paradójicamente, de personajes que hasta hace pocas décadas no les parecía mal el Muro de Berlín. Delicias de las taras ideológicas o conveniencias personales.

Una vez llegado a la Casa Blanca, en enero del 2017, Trump demostró que, en este y otros temas, tiene la intención de cumplir, o al menos hacer todo lo posible para con lo que propuso durante la larga campaña electoral. Eso de por sí tiende siempre a sorprender en el mundo y más aún en los países de nuestra región, en donde ya nos hemos acostumbrado a las siderales diferencias entre las plataformas electorales y lo que luego se implementa.

Sucesivos hechos siguieron enrareciendo el vínculo bilateral, incluyendo la suspensión a último momento de una visita del presidente Enrique Peña Nieto a Washington. Asimismo, se multiplicaban los trascendidos sobre una decisión unilateral de la administración republicana de abandonar el proceso de integración económica NAFTA, en funciones desde 1994. Ello llevó a diversas y urgentes reuniones entre los gobiernos de México y Canadá para buscar posibles respuestas a una decisión de ese tipo.

Para completar el cuadro de situación, el equipo de Trump no hizo mucho esfuerzo para que no trascendiese una áspera conversación telefónica entre el mandatario norteamericano y su par mexicano, en donde el primero enfatizó en que el vecino del sur debería hacerse cargo de los costos de erigir el nuevo muro. Al día de hoy, en ámbitos académicos, periodísticos y aun en mesas de amigos o familiares a nivel mundial y más todavía en América Latina, se hacen referencias críticas y en muchos casos alarmistas a estas posturas del nuevo habitante del Salón Oval. En muchos casos, acompañado por cierta melancolía por el fallido intento de Hillary Clinton en llegar a la presidencia, recordando que su marido Bill fue el que puso en acción los mecanismos que dieron origen al NAFTA, si bien fue su antecesor, G. H. Bush, el que lo diseñó y negoció en los años previos.

Pero veamos ahora qué cosas están pasando en estos últimos meses, atrás de todo este ruido y estas tensiones.

1.El presidente Trump le ha encomendado a su yerno y mano derecha en todo tema sensible y en especial de política exterior, Jared Kushner, tener reuniones privadas con el mandatario mexicano. Tan reservadas que no asistió la embajadora de los Estados Unidos en México.

2.En las últimas semanas y de manera elíptica, Trump ha afirmado que tiene el pálpito de que finalmente se llegará a buen puerto en las negociaciones que se vienen dando para readaptar la integración económica, o NAFTA 2.0, a las prioridades de seguridad nacional que impulsa la Casa Blanca. Con centro en el empleo, el fortalecimiento de las industria, así como evitar en todo lo posible que China siga disfrutando las ventajas y poco de los costos, del orden económico liberal montado por Estados Unidos en 1945, y ampliado y potenciado con el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, y la adopción del capitalismo por parte de China pos Mao, en 1978.

3.A lo largo del último año, las Fuerzas Armadas mexicanas, que desde el 2006 tienen una activa participación con la lucha contra el narcotráfico, han continuado y reforzado la cooperación y el intercambio con el Pentágono en general y con el Comando Norte en particular.

4.La asistencia militar americana a Estados Unidos y de inteligencia contra los cárteles de la droga dista de haberse interrumpido. Todo lo contrario. Varias de las principales organizaciones criminales mexicanas que monopolizaron el tráfico de cocaína y otras sustancias están en un proceso de fragmentación, pasando de 5, 6 a 8 grandes grupos a más de 235 cárteles medianos y chicos.

5.El sobresaliente ministro de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, ha realizado por lo menos dos decenas de viajes a Estados Unidos para mantener reuniones que no han trascendido en muchos casos a la prensa. El sigilo, la prudencia, la paciencia y el profesionalismo han sido una de sus características.

6.El Gobierno mexicano y su muy experimentada diplomacia han liderado, para sorpresa de muchos, la ofensiva diplomática de los países democráticos de América Latina para ayudar a Venezuela a superar el colapso de sus instituciones, sus libertades y su economía. Las tradicionales banderas de la no intromisión de los asuntos internos de otros Estados de México, que tan bien es visto por gobiernos despótico de izquierdas o derechas, o teocráticos, fue dejada sabiamente de lado. Trump y su equipo, empezando por el nuevo secretario de Estado, M. Pompeo, tienen al tema venezolano muy alto en su agenda. Un Estados Unidos perdiendo la pulseada con Cuba y también con China en el futuro de Venezuela no sería lo mejor para hacer creíble y contundente el mensaje de fuerza y revalorización del poder americano en el mundo. Más aún cuando el país caribeño está tan cerca geográficamente y sigue siendo un importante proveedor de crudo a la economía norteamericana.

7.México ha expresado su voluntad y su interés de ayudar a los Estados Unidos en paliar el eventual colapso del flujo de petróleo venezolano a precio bajo o subsidiado a pequeños países de Centroamérica y el Caribe, lo cual durante estos años le ha redituado una decena de votos favorables en la OEA.

8.Durante la reciente visita de Trump a California para ver diversos modelos y proyectos del muro que busca levantar para reforzar la seguridad entre ambos países, el mandatario tuvo palabras de fuerte elogio a su colega mexicano, al cual no dudó en calificar como un gran negociador de los intereses de su país. Asimismo, dijo que la mayor cooperación y coordinación entre ambos países es un factor central ahora y a futuro.

9.En los últimos años, en especial a partir de la crisis financiera internacional del 2008, los flujos de mexicanos que ingresan ilegalmente a los Estados Unidos se han venido reduciendo fuertemente, llegando en los últimos años a dar negativo el momento de sumar y restar los que buscaban emigrar hacia el norte y los que se volvían hacia el sur. Hoy por hoy, la mayor preocupación en Washington es el paso de centenares de miles de centroamericanos, no mexicanos, que cruzan por tierra azteca buscando atravesar el río Bravo.

10.Casi al mismo tiempo que Trump anunció medidas arancelarias para proteger a la industria del acero y el aluminio, la Casa Blanca aclaró que tanto México como Canadá no se verían afectados por ser socios estratégicos. Recién poco más de una semana después se ampliaría la lista de exceptuados, transitorios, a Argentina, Brasil, Corea del Sur, etcétera.

Como vemos, detrás de las palabras grandilocuentes y apocalípticas que se escuchan en ámbitos políticos, sociales y periodísticos de nuestra región, existe un entramado mucho más complejo y que, con suerte y virtud, como decía el gran Maquiavelo, al hablar de que era la suerte en la política de los Estados, puede derivar en la continuidad, pero también la reformulación de la masiva y estratégica relación entre ambos Estados. De más está decir que el anuncio de un acuerdo entre México y Estados Unidos en estos meses previos a las muy trascendente elecciones presidenciales en el primero de estos países tenderá a sacar argumentos combativos y contestatarios contra Trump y su Casa Blanca en los discursos y la propuesta de López Obrador, abanderado de la centroizquierda mexicana y que viene mostrándose como un aspecto defensor del orgullo y nacionalismo mexicanos. Un clima de armonía en la relación bilateral en estos meses preelectorales como mínimo tenderá a no poner en el centro de la escena las banderas anti-yankee y, como máximo, ayudar a acercarse a los otros candidatos más centristas a una pelea cabeza a cabeza con López Obrador.

Pocas dudas caben que China estará muy atenta a explotar al máximo las tensiones diplomáticas, políticas y económicas que surjan entre Estados Unidos y México. Con el agregado de que una escalada en las pujas comerciales, financieras y por patentes tecnológicas entre los americanos y la superpotencia asiática le podría dar a México un papel aún mayor del actual como ámbito de radicación de inversiones manufactureras y tecnológicas estadounidenses que busquen preservar los menores costos que implicó e implica operar en China. Ni que decir el narcotráfico y el propio terrorismo transnacional, que tendrían su mejor noticia de darse un marcado deterioro de la cooperación y la coordinación entre Washington y DF.