Por qué me enoja que los Moyano contraten aviones privados

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Hugo y Pablo Moyano (NA)
Hugo y Pablo Moyano (NA)

No es porque sea un resentido social.

No es porque no crea en el ascenso social.

Me enoja porque sospecho que si los representantes de los choferes de camiones, Hugo y Pablo Moyano, vienen volando hace años en aviones privados, es porque son distintos a vos y a mí.

Me indigna porque sospecho que tuvieron o tienen privilegios que el resto de los argentinos no tenemos.

Y porque no son los únicos privilegios que tuvieron y que tienen.

Porque también tienen, por ejemplo, ciertos privilegios frente a la Justicia.

Tienen los Moyano ciertos privilegios, por ejemplo, ante una enorme cantidad de medios y periodistas. Medios y colegas que no los investigan por miedo, o porque quizá cobran para no nombrarlos. O para protegerlos.

Pero nosotros, desde nuestro programa 4D que se emite por la señal A24, desde radioberlin.com.ar, o desde donde sea, no vamos a dejar de investigarlos.

Por más que a sus muchachos no les guste y nos envíen mensajes para desalentarnos.

Los privilegios como los de Moyano son clásicos.

Propios de las corporaciones.

Porque la corporación sindical no es la única.

Marcos Peña, hoy en el Congreso
Marcos Peña, hoy en el Congreso

Existe, en Argentina, como comprobamos ayer, a través de una respuesta escrita, del jefe de gabinete, Marcos Peña, a una pregunta de la diputada de ECO, Carla Carrizo, también la corporación eclesiástica.

Una corporación eclesiástica que logró que cada obispo reciba del Estado un salario promedio de casi $45 mil, lo que implica un gasto anual de $130 millones.

¿130 millones son relevantes para el enorme déficit fiscal de la economía nacional?

No.

Pero sería bueno discutirlo.

Debatir si es justo, o un privilegio de la iglesia católica, que el Estado le pague a cada uno de los obispos casi 50 mil pesos por mes.

Más allá del voto de pobreza que seguramente hicieron.

Lo mismo pasa con los jueces.

Los jueces de la Argentina no pagan ganancias.

Y esa excepción, ese privilegio, le hace perder al Estado 2.600 millones de pesos.

¿Por qué los magistrados deben ser considerados mejores o distintos que un empleado bancario o un emprendedor?

¿Acaso desayunan bronce después de levantarse?

Y volviendo al tema que nos ocupa.

¿Deben seguir los capos de los sindicatos usando de manera discrecional el dinero de sus afiliados para enriquecer a sus familias y enriquecerse ellos mismos?

¿Qué dirían de los Moyano Agustín Tosco, Raimundo Ongaro o Germán Abdala si estuvieran vivos, sobre los viajes de placer que Hugo y Pablo Moyano hicieron en aviones privados pagados por el sindicato o la obra social?

No me digan gorila.

No me insulten.

No me digan que les tengo fobia a los sindicatos.

Solo me enojan los sindicalistas ricos con obras sociales a punto de quebrar, como la de los camioneros, que por un lado viven como empresarios ricos, y por el otro juran que darían la vida en defensa de los trabajadores.

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