Mauricio Macri, la agenda progresista y nuestros problemas estructurales

Compartir
Compartir articulo

El ingeniero Mauricio Macri políticamente no es Raúl Alfonsín, se parece mucho más a Carlos Menem. El presidente Alfonsín murió políticamente con sus convicciones puestas. El doctor Menem cambió de ideas tan rápido como llegó al poder, y eso que no contó con la asistencia de Jaime Durán Barba. Raúl Alfonsín siempre será recordado por sus aciertos y también por sus errores, como un dirigente político. Ser oportunista es parte de la política mediocre. Ser fiel a valores y convicciones es trascender, aunque por momentos la soledad sea la única compañía.

¿Qué piensa el presidente Macri? Es difícil saberlo. ¿Cuál será la herencia que su Gobierno deje a los argentinos? Es diagnóstico reservado.

La agenda progresista no impedirá que Argentina en el futuro cercano y no tanto agudice su pobreza y su ignorancia. Puede despenalizarse el aborto, pero sin una agenda de educación en prevención y procreación responsable no solo nada cambiará, sino que el problema se agudizará. Se puede correr desde atrás y desde lejos a los narcos, pero sin educación y trabajo lo invertido solamente será un gasto.

He confirmado que las sensatas y alarmistas predicciones del doctor Juan Carlos Parodi no tuvieron eco político ("Argentina camina al 80% de su niñez pobre"). Tampoco ha tenido eco político la batalla desigual que el doctor Alieto Guadagni viene dando sobre la calidad educativa. Recordaba Guadagni que los resultados obtenidos por Argentina y en países vecinos en pruebas educativas provocaron en aquellos que los respectivos congresos interpelasen a los ministros del área. Esta indiferencia de la política hacia los tremas centrales y a los problemas irresolutos de vieja data se extienden a las familias argentinas que no evidencian ni manifiestan públicamente preocupación por la educación como sí por otros temas. Como bien me dijo Guadagni: "Lo que preocupa en educación no es el atraso sino la indiferencia".

En Santa Fe, mi provincia, de cada 100 chicos que ingresan a primer grado, terminan su secundaria 30 (la media nacional es de 38). Un dato más preocupante aún es que en una situación complicada para nuestra niñez y adolescencia la doble escolaridad es un buen paliativo, pero Santa Fe tiene escuela extendida solo en un 7%, mientras que nuestra provincia vecina, Córdoba, lo ha logrado en un 45 por ciento.

Parece que los argentinos en general y los dirigentes políticos todos en particular solo consumen títulos que a veces ni siquiera sirven para charlas de café. Mucho menos cuando muy pronto Rusia captará la atención. Veintidós jugadores con el PBI más importante del mundo en sus piernas, más muchas, muchísimas mujeres movilizadas el pasado jueves son los mejores aliados de un gobierno con brotes verdes abortados. ¿Se puede ser Argentina siglo XXI sin resolver los problemas estructurales de la Argentina siglo XIX? ¿La agenda progresista puede no contener educación, trabajo, vivienda y salud?

Hasta ahora, lejos de unir a los argentinos como prometió inicialmente el presidente Macri, por acción más que por omisión, viene fracturando instituciones o relaciones. Con la Iglesia la fractura expuesta es clarísima a pesar del apoyo político que el actual Papa sugirió a sus sacerdotes argentinos brindar al actual Gobierno en las elecciones 2015. Francisco hoy cumple cinco años en el sillón de Pedro.

Con el sindicalismo logró una cuasi atomización. La pregunta es si en un futuro no tan lejano, con una izquierda creciente en sectores claves del trabajo, le servirá. El triunvirato cegetista estalló. No aparece un hombre de recambio. Schmid no ha renunciado, se quedará en su gremio representando al sector del transporte y tiene claro: "No traicionaré la confianza que me dispensaron tantas organizaciones sociales, con ellas seguiré trabajando y fortaleciendo esta relación".

Con los empresarios la situación se tensó hasta cierto punto para alegría de Durán Barba, porque, junto a la agenda progresista y este incidente, cree que dejará atrás el mote de "Gobierno de CEO" o "de ricos". Lo cierto es que el presidente Macri siente que sus pares no dimensionan la batalla que viene librando. Los empresarios ven que tienen una capacidad ociosa fabril en promedio del 40%, que las tarifas aumentan considerablemente y complican sus costos, que en la puja entre inversión y especulación financiera la primera pierde 4 a 1. Además, ven que en momentos donde el mundo se cierra y se vuelve proteccionista para resguardar a su industria y sus trabajadores, la política del presidente Macri es aperturista.

Dos observaciones: el Presidente cree en el libre juego del mercado para regular el precio, sucede que Argentina está prácticamente cartelizada. ¿O acaso no son dos empresas las que ponen precio a la leche y así el resto de la cadena productiva? Otro tema no menor es que el crecimiento genuino de un país se realiza sobre la base del ahorro genuino, no del endeudamiento. El ahorro argentino representa un 14% del PBI, mientras que el promedio de América Latina es del 21 por ciento. El 7% faltante se lo lleva el Estado y lo gasta mal, lo gasta en los más pudientes.

El Gobierno nacional produce reacciones que le permiten volver a adueñarse de la agenda política, pero no pareciera estar planificadas las consecuencias de estas acciones.