Mauricio Macri le habló a Beatriz Sarlo

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En una entrevista en A24 de la semana pasada, la siempre lúcida Beatriz Sarlo dijo: "Macri tiene un discurso entre un cierto voluntarismo y el uso del entusiasmo". Los 40 minutos de la presencia del presidente en la Asamblea legislativa parecieron darle la razón.

Mauricio Macri pronunció un mensaje en el que repitió no menos de 10 veces la palabra entusiasmo y sus declinaciones, y giró en torno a sus auto atribuidos logros en distintos sectores. Si hay algo que queda claro de lo escuchado, el presidente no cree que haya algún tipo de crisis. Ni económica, ni de transparencia institucional, ni de seguridad. Por eso se dedicó a contar sus deseos.

¿Qué es un discurso de apertura de sesiones? La Constitución Nacional argentina recepta la tradición mundial de entender que esta presencia del Poder Ejecutivo en el Congreso es, más que evaluar lo hecho, la presentación del plan de trabajo concreto para el futuro en un modelo de país específico. "Para allí me dirijo y esto les vengo a proponer que hagamos", podría graficarse.

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Si Cristina Kirchner había transformado este acto institucional en un stand up de egocentrismo para repartir admoniciones a los que no entendieran lo que ella explicaba (por eso su ausencia: ya no cree que debe sentarse a escuchar a nadie más), su sucesor parece haberlo reconvertido en un atril zen de buenas energías al servicio de la voluntad sin beneficio de inventario.

Mauricio Macri cree que el país se dirige hacia el crecimiento y que las bases ("en el pozo de la construcción o cuando se vuelca el homigón, no se ve", afirmó) ya están sentadas.

Si la inflación y el desarrollo económico cuestionado son los temas centrales de hoy, hay que decir que Macri recurrió para abordarlos a frases que, cuanto menos, se conocen de memoria: la inflación es un flagelo y golpea a las clases más bajas.

No hubo mención al presupuesto sancionado que la pensaba en 10% para 2017 y ya se recalibró (sic) en 5 puntos más. Tampoco se aportaron datos concretos para creer que esta meta sería alcanzable.

La transparencia institucional también fue abordada con expresiones de deseos sin la menor consideración de los últimos casos de funcionarios en conflicto de intereses.

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En cuanto a proyectos, sobrevolaron algunas iniciativas expresadas en pre borrador para combatir el trabajo informal, el embarazo adolescente (otra vez aquí el lugar común de un problema en madres niñas que no lo desean sin propuesta más que el "debemos trabajar"), transitando la inseguridad desde los clichés de ni mano dura ni abolicionista o atendiendo la educación sexual desde la necesidad de la información para todos (sic).

Merece destacarse como positivo el hincapié en el discurso igualitario de géneros, con especial defensa del trabajo y el trato hacia las mujeres. Del aborto, nada. Debatan, respeten todas las posiciones pero yo no estoy de acuerdo, sería el resumen.

Por fin, apareció un dejo de provincialismo o deformación de ex intendente hablando de los espacios verdes, los parques y de la necesidad de usar el cinturón de seguridad para conducir automóviles. Todo inobjetable, salvo que se hace en el discurso de la Nación de apertura de sesiones.

Es que Mauricio Macri, como lo explica sin ser peyorativa Beatriz Sarlo, defiende el concepto de que hablar de grandes categorías políticas, de miradas ideológicas (con perdón de la palabra) no es lo esperado por las mayorías y no hace juego con él. Tiene derecho a reclamarlo porque así viene ganando las elecciones. El caso es que lo contrario a esto es un planteo específico de proyectos, de ideas con realización detallada y no un mero speech con tono optimista que busque la motivación espiritual.

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Alguien, por fin, pensaba en una convocatoria a todos los sectores para sentar las bases de un gran acuerdo nacional. Aquí sí no hubo ambages. "Los convoco a todos -expresó el presidente- a que trabajen con nosotros como nosotros lo planteamos". Mauricio Macri, entusiasta y voluntarista, a la hora de hablar del ejercicio del poder, habla con claridad de él. Sin negociación.