Chocobar actuó dentro del marco de la ley

El lugar de los impactos nos indica que la intención del policía no fue matar a su perseguido sino lastimarlo para que no pudiera seguir escapando

Compartir
Compartir articulo

El caso del policía que mató al delincuente que acuchilló a un turista norteamericano en La Boca acaparó gran parte de la atención de la gente en los últimos días. Las opiniones se dividieron entre los que consideraban que Luis Oscar Chocobar había cumplido con su deber y los que afirmaban que se trataba de un exceso en sus funciones o incluso un fusilamiento por la espalda.

Esta controversia es un motivo más que suficiente para analizar la cuestión. Adelanto que, a mi entender, Chocobar actuó dentro del marco de la ley. Explico por qué.

Quienes quiebran desde el inicio la legalidad son los ladrones que atacan al turista; las diez puñaladas que le da uno de ellos para robarle es una muestra de la altísima peligrosidad que reviste. Si bien unos transeúntes habían puesto en fuga a los malvivientes y la agresión al turista ya había cesado, la obligación del policía es impedir que se consume el robo y detenerlo. Es que, dada su peligrosidad y su modo de vida, de haber eludido la acción policial, es un hecho que volvería a atacar a víctimas desprevenidas, por lo que se hubieran lamentado entonces más muertos o heridos.

Fue así que Chocobar, viendo el criminal ataque que sufría el turista y la huida de los delincuentes, pese a hallarse de civil y fuera de servicio, salió corriendo tras el que había dado las puñaladas, se identificó como policía y le dio la voz de alto. Como aquel no se detuvo, hizo algunos disparos al aire para amedrentarlo y, viendo que el ladrón continuaba su carrera y no iba a poder alcanzarlo dada la diferencia de físicos entre ambos, se vio obligado a tirar contra aquel; dirigió el arma contra la parte inferior del cuerpo. Lo hirió primero en una pierna y luego en el glúteo, lo que provocó su caída y su muerte. Obviamente, el lugar de los impactos nos indica que la intención del policía no fue matar a su perseguido sino lastimarlo para que no pudiera seguir escapando.

Las críticas que recibió su accionar por haber tirado contra un individuo que se hallaba de espaldas se rebate preguntándose de qué otra forma podría haberlo detenido, ya que era imposible que lo alcanzara. Por otro lado, en un individuo peligroso es lógico suponer que puede tener aún el cuchillo con el que atacara al turista u otra arma con la que pudiera herir o matar al policía. En esas condiciones, la opción que se le planteaba era detenerlo tirándole al cuerpo o dejarlo huir. Esto último hubiera supuesto una grave irresponsabilidad de su parte, ya que la sola posibilidad de que hubiese que lamentar una víctima inocente más es causa suficiente para impedir que reincida en su comportamiento antisocial. Y reitero que no es menor que la dirección de los disparos sea un indicio elocuente de que el propósito del policía no era matarlo sino detenerlo.

Hubo algunos críticos que dijeron que, al matarlo, se lo había privado de tener un juicio justo y esto era condenable. Sin embargo, hay que ser enfáticos en recalcar que quien eligió no tener un juicio justo fue el propio delincuente, ya que, habiendo tenido la opción de entregarse y ser juzgado por un juez, prefirió seguir huyendo, con lo que asumía la lógica consecuencia de ser baleado, como así sucedió. O sea que, así como antes había elegido quebrantar la legalidad y trasponer los límites de lo ilícito al robar y herir al turista, después volvió a optar, esta vez eligió huir en vez de ser juzgado por un juez. No nos olvidemos que este individuo era prácticamente un criminal, porque solo un milagro había salvado a su víctima de morir. En cualquier país del mundo a un criminal que escapa de la persecución policial y de quien cabe suponer que esté armado le van a disparar para impedir que huya.

A pesar de que un juez con antecedentes abolicionistas procesó al policía por exceso en la legítima defensa, ahora el fiscal de la cámara, doctor Ricardo Sáenz, con muy buen criterio ha pedido su sobreseimiento. Esto refuerza cuanto venimos diciendo acerca de que el accionar del policía se enmarcó dentro del estricto cumplimiento de su deber.

Aunque en líneas generales no veo con buenos ojos que el Poder Ejecutivo se entrometa en asuntos que competen a la Justicia, en este caso pondero la actitud del Presidente de felicitar a Chocobar porque, después de muchos años de que la policía fuera vilipendiada y denunciada por el gobierno por cualquier actuación que trajera aparejada la menor lesión a un delincuente al detenerlo, era necesario mostrar que se había cambiado el paradigma, que desde ahora las autoridades van a priorizar su labor como guardianas del orden público. Se trató de un fuerte mensaje, cargado de simbolismo, dirigido a todos los policías y también a la gente.

El sector mayoritario de la sociedad quiere vivir en paz, que la policía lo defienda, que los jueces apliquen las normas sin dar garantías solo a los delincuentes y ver a estos tras las rejas. No clama por mano dura sino por el estricto cumplimiento de la ley.