Los intendentes bonaerenses y los mitos electorales

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La Provincia de Buenos Aires representa el 39% de la población argentina. Con 17 millones de habitantes distribuidos en 135 municipios, concentra el 36% del padrón electoral del país, erigiéndose así en la sede de la "madre de todas las batallas" en lo relativo a las contiendas electorales de orden nacional.

Con el propósito de analizar los escenarios electorales y configuraciones políticas resultantes de las dos últimas elecciones nacionales en la provincia (2015 -2017), tomaremos una muestra de 36 municipios bonaerenses que superan los 94 mil habitantes, y que nuclean en conjunto a 12.7 millones de bonaerenses, es decir, una representación del 75% de la población total de la provincia. Si bien por su densidad demográfica la muestra tiene cierto sesgo hacia las grandes urbes concentradas en la primera, tercera y octava sección electoral, también incluye municipios de la segunda, sexta y séptima sección.

Dos elecciones, una proyección

En 2015, el 44% de estos 36 municipios fue ganado por Cambiemos, el 38.9% por el Frente para la Victoria (hoy Unidad Ciudadana), el 11.1% por alguna expresión del peronismo no kirchnerista y el 5.6% por el Frente Renovador (luego convertido en "1 País").

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La presencia del peronismo no kirchnerista fue, durante 2015, una tenue llama de renovación que, con el paso del tiempo y la profundización de la estrategia de polarización abrazada tanto por el kirchnerismo como por el oficialismo nacional, se fue extinguiendo.

Las PASO de 2017 fueron, para muchos intendentes como el inicialmente randazzista Juan Zabaleta (Hurlingham), una prueba más que suficiente de la inexistencia de un espacio para terceras fuerzas con potencial de competir electoralmente.

El resultado final de las elecciones generales de 2017 echó por tierra toda esperanza de competir con el peronismo por afuera. Así, los peronismos no kirchneristas perdieron ante Cambiemos y ante Unidad Ciudadana.

Previo a las jornadas electorales del 2017, Unidad Ciudadana gobernaba al 54,3% de la población de los 36 municipios, Cambiemos al 27,5%, el peronismo no kirchnerista al 16% y 1Pais al 2%.

Sin embargo, la contienda electoral redistribuyó las preferencias a favor de Cambiemos, aun en los municipios gobernados por el kirchnerismo.

Cambiemos logró penetrar en el electorado de dos municipios que gobierna Unidad Ciudadana (Zárate e Ituizangó), tres que gobierna una expresión no kirchnerista del peronismo (San Martín, San Nicolás y Hurlingham) y una que gobierna el massismo (Tigre).

Este último dato resulta significativo, sobre todo si se conteplan los estudios basados en métodos científicos de análisis que pretenden desacralizar los procesos electorales bonaerenses sosteniendo que los intendentes controlan férreamente sus distritos y las voluntades de sus ciudadanos.

Como si no fuera suficiente para refutar dicha creencia, Sergio Massa, Florencio Randazzo, Bali Bucca (intendente de Bolívar) y Cristina Kirchner perdieron en sus distritos natales (Tigre, Chivilcoy, Bolívar y La Plata).

La jornada electoral de octubre pasado equilibró, entonces, el apoyo de los votantes en los 36 municipios. Cambiemos aumentó 22% la cantidad de ciudadanos que lo apoyan (de 27,5% pasó a 54,5%), mientras que Unidad Ciudadana disminuyó 5,1% (de 54,3% pasó a 49,2%). Asimismo, tanto el peronismo no kirchnerista como 1 País disminuyeron considerablemente sus apoyos.

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Así las cosas, Cambiemos parece dejar en claro que los intendentes no son dueños de los resultados electorales. Sus significativos apoyos en 2015 pueden haber quedado ahí, en todo caso, en los anales de la historia electoral bonaerense. Lo que queda claro, a partir de 2017, es que Cambiemos está logrando penetrar en municipios gobernados históricamente por intendentes peronistas.

Discusiones políticas y los intereses de los electores

Seguramente el lector advertirá que las dos elecciones son de orden distinto, una que incluía cargos ejecutivos en el orden nacional, provincial y municipal (2015), mientras que las otras sólo cargos legislativos (2017).

Los especialistas en análisis electoral dirían que el elector, ávido por votar, lo hace teniendo en cuenta esta diferencia, y opta por representantes que gestionan en las elecciones ejecutivas, mientas que elijen a representantes capaces de contrapesar el poder en las elecciones legislativas. No obstante, ese nivel de análisis podría escapar a las preocupaciones que tiene la población en su vida cotidiana. Las mezquinas peleas de la clase política son, frecuentemente, repelentes para los ciudadanos de a pie.

Así, el intendente que se aferre a su escritorio negando el carácter volátil o líquido del voto será, probablemente, el primero en perder las elecciones en 2019.

Hoy está muy claro que, sobre todo en lo que respecta al gobierno en el ámbito local, la gestión está en la calle, y los vecinos priorizan la cercanía y el contacto cara a cara.

Una política con más empatía y rostro humano le gana a cualquier aparato estatal y propagandístico tradicional. En este plano, Cambiemos se ha encargado de derribar muchos de los viejos mitos electorales de la provincia.

*Sociólogo y consultor en comunicación política. Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autor de "Gustar, ganar y gobernar" (Aguilar 2017)