Abierto por balance político nacional

Se ha instalado en la cultura política argentina desde el 2001 que diciembre es un mes explosivo donde las fiestas navideñas tienen un componente emocional que complica las relaciones, la política y la calle

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Tal como algunos calculan la vida de las mascotas, cada año político en la Argentina vale por siete años normales, y es complejo analizar un largo año como el 2017 sin hacer foco en estos últimos días calientes. Esto es en parte porque se ha instalado en la cultura política argentina desde el 2001 que diciembre es un mes explosivo donde las fiestas navideñas tienen un componente emocional que complica las relaciones, la política y la calle.

Pero también existe una característica propia del gobierno que parece sostener que los fines de año son propicios para los cambios. Por ejemplo, en 2015 una recién asumida gestión descabeza la emblemática ley de servicios de comunicación audiovisual aprobada por el kirchnerismo con un simple decreto de necesidad y urgencia, y el preciso 31 de diciembre Marcos Peña declaraba que se terminaba la guerra, nunca declarada formalmente, del Estado contra el periodismo y se prometía la elaboración de otra legislación de la que no se tiene noticias.

De hecho, el año 2017 empezó cinco días antes, más precisamente el 26 de diciembre de 2016, cuando amablemente Mauricio Macri le pedía la renuncia a Alfonso Prat-Gay y desdoblaba el Ministerio de Hacienda y Finanzas. (A propósito, el nombre de Hacienda para un ministerio podía resultar apropiado en la época en que los ministros eran ganaderos, pero no finalizando la segunda década del siglo XXI). El reemplazo de Pray-Gay pasó casi desapercibido; las estratégicas fotos que hizo circular presidencia mostraban a casi dos amigos tomando algo y no la cruda verdad, que el "sinceramiento del dólar", para obviar la odiada palabra "devaluación", se había trasladado a precios, tomando gentilmente el promedio como suele calcular el Índice de Precios al Consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), porque en un rubro esencial como alimentos casi duplicó el guarismo publicado.

El Presidente junto a Prat-Gay luego de la renuncia del ex ministro de Hacienda y Finanzas
El Presidente junto a Prat-Gay luego de la renuncia del ex ministro de Hacienda y Finanzas

También la incorporación de los nuevos ministros fue casi en silencio, como quien contrata a un nuevo gerente, en este caso, dos. Nicolás Dujovne, más conocido por ser comentarista económico en el programa de Carlos Pagni que por sus planteos teóricos; Luis Caputo, quien era secretario de Finanzas, una persona proveniente del mundo de las finanzas y conocedor como pocos del mundo off shore, como se evidenciaría hacia noviembre, cuando estallaba el escándalo de los Paradise Papers. El 10 de enero juraban ambos, en una de las ceremonias más cortas de la historia, apenas cinco minutos. En ese acto, Macri le hizo un reto a Dujovne que dicho por otro mandatario hubiese sido muy extraño: "Con más alegría. Dejemos la cara de preocupación para la próxima que esté sentado allá", le dijo en pleno juramento.

Otros cambios de gabinete se harían ya promediando el año, cuando saldrían el ministro de Salud Jorge Lemus, cuya gestión no será recordada por nadie, y una más notoria por su costado simbólico, cuando fue nombrado el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, reemplazando al radical Ricardo Buryaile.

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Febrero sería un mes cargado de noticias negativas para el Gobierno. En pleno verano estallaría uno de los escándalos que paralizaría al Gobierno. La cuestión parecía sencilla, el Correo Argentino cuando era privado había acumulado una importante deuda con el Estado nacional, pero con el nuevo gobierno se llegó a un acuerdo, que significaba en términos prácticos casi la condonación de la deuda. El problema era que el deudor tenía como apellido Macri, se trataba del padre y otros familiares. Macri contra Macri. Allí condensaba el problema de los límites entre los negocios privados y el Estado. El Presidente en público negó todo conocimiento sobre el asunto, pero no pudo evitar poner en juego su capital político y su credibilidad. Para la suma de males ese mes supuestamente tranquilo cerró con un 2,5% de incremento de precios. La inflación comenzó a corroer el target propuesto por el Gobierno para este año estimado entre 10% y 12%, y se instaló la disputa por las paritarias docentes que, como se sabe, son el termómetro para el cierre de todas las demás. Finalmente, se deshizo el acuerdo del ex Correo de Macri con el Estado, pero llevaría a Oscar Aguad a cambiar su destino ministerial desde Comunicaciones a Defensa, en donde lo perseguiría otro escándalo y tragedia hacia noviembre, la pérdida del submarino de ARA San Juan.

(Télam)
(Télam)

En marzo se iniciaría uno de los dos acontecimientos del año, el primero, obviamente las elecciones de medio término, pero el otro es uno que está en proceso, que comenzó con el discurso dado por Mauricio Macri en el CCK el 30 de octubre, denominado "reformismo permanente". Ya arrancó con problemas y presumiblemente se extiendan (los problemas) a lo largo de 2018.

Sobre el proceso electoral se ha debatido en extenso. Curiosamente, las principales miradas iban hacia el peronismo y en particular sobre Cristina Fernández de Kirchner. Si iba a participar o no y cómo iba a ser la modalidad de su campaña en caso de hacerlo, quiénes iban a ser sus aliados y por supuesto cómo se iría a desenvolver electoralmente. Para el macrismo las elecciones eran unas instancias cruciales, porque, además de lo obvio, existían dudas por parte de los analistas sobre cómo quedaría frente a una posible derrota ante la ex Presidente, lo que constituía el lado oscuro de la "pesada herencia".

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La historia ya está escrita, Cristina se presentó con su sello lejos del Partido Justicialista, le negó la primaria a Florencio Randazzo y se lanzó en forma personalista a una campaña mostrando "los caídos del modelo macrista", con la novedad puesta en las entrevistas cara a cara con algunos conocidos periodistas y comunicadores. Por el lado del Gobierno, después de deshojar mil margaritas se decantó por un candidato de peso mediano como Esteban Bullrich para enfrentar a Cristina, uno que aseguraba que, si se perdía, el posible daño estaría contenido y, si lograba el triunfo, la derrota de Cristina sería completa. Las PASO las ganó Cristina por un poco más de 20 mil votos, aunque eso se sabría varios días después por una preocupante manipulación del flujo informativo de los votos, pero en las elecciones generales (las que valen para los cargos) Bullrich dio el batacazo, con la inapreciable ayuda de María Eugenia Vidal, quien se cargó al hombro la campaña, puso el cuerpo y su imagen.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

Pero habría más sorpresas. Cambiemos ganaba en Salta, Chaco, Entre Ríos y Santa Cruz, históricos bastiones peronistas. También hacía una excelente elección en La Pampa, San Luis y otros lugares. Las conclusiones eran dos: había un profundo hartazgo en las formas de la gobernanza peronista y muchos encontraban a quién votar en cambio.

El peronismo transitó un punto de inflexión parecido al de 1983. En las elecciones del retorno a la democracia parecía increíble que el justicialismo hubiera perdido. No se trataba sólo de una mala elección de fórmula presidencial, que era Ítalo Luder-Deolindo Felipe Bittel, sino de que la sociedad condenaba al peronismo que llevó al golpe de 1976 y que mantenía prácticas antidemocráticas, como el pacto sindical-militar que denunciaba Raúl Alfonsín. Solamente un profundo cambio interno y un nuevo contrato con la sociedad le permitirá al peronismo volver al poder en un corto plazo, so pena de tener que transitar por un largo camino opositor.

Uno de los más importantes y dramáticos acontecimientos fue la desaparición y muy posterior hallazgo de su cuerpo ahogado en el río Chubut de Santiago Maldonado. La gran mayoría de los argentinos se enteraría en aquellos momentos de la existencia de un conflicto con mapuches (¿algunos?, ¿todos?), y de las formas oscuras con el que el Estado lidiaba con esa situación, empleando como principal herramienta la represión por parte de Gendarmería en un hecho que probablemente nunca sea totalmente esclarecido. De más está decir que todas las situaciones vividas entre la desaparición de Maldonado y su hallazgo colaboraron ya no para profundizar la famosa grieta, sino para exteriorizar los profundos odios que subyacen en la sociedad argentina de hoy, y que pocos tienen el interés de morigerar.

(Martín Rosenzveig)
(Martín Rosenzveig)

El fin de las elecciones y el triunfo de Cambiemos el 22 de octubre volvió a poner en primer plano las deficiencias de la gestión económica, sobre todo la alta inflación persistente y la falta de resultados de los mecanismos monetarios generados por el Banco Central, que como efecto colateral encarece el crédito, ralentiza la economía y estimula la especulación financiera. Además, la persistencia y el crecimiento de un déficit fiscal a niveles históricos, y su financiamiento externo a escalas y velocidad sin precedentes generaron preocupaciones en momentos en que tanto la cuenta comercial como la corriente del país presentaban fuertes déficit. Aun así, el Gobierno resistió la aplicación de las recetas que proponían las usinas ultraliberales y que hicieran durar 15 días como ministro de Economía a Ricardo López Murphy en aquel lejano y tumultuoso 2001. Sin embargo, quizás sin proponérselo el Presidente volvió a agitar aquellos fantasmas que todavía horrorizan a los argentinos cuando en una entrevista intentó explicar: "Si cumplimos el sendero de bajar el gasto público y el déficit, no va a estallar".

La propuesta planteada por Macri como "reformismo permanente" trata, en principio (se supone que hay más reformas en curso), de cambios en el sistema previsional, tributario y en las leyes que rigen el mundo del trabajo. La ley que cambiaba aspectos impositivos sufrió un feroz lobby de varios sectores, muchos buscando evitar tener que tributar más, como el sector vitivinícola o el de bebidas azucaradas, y otros directamente persiguiendo la exención impositiva, como el sector de energías renovables. La ley previsional tenía un objetivo central, cambiar la fórmula de cálculo de los haberes jubilatorio (y otros beneficiarios enganchados) para pasar a calcularlo principalmente con la inflación trimestral, lo que podría parecer normal en un país estable, pero que en Argentina se parece a una poda irracional e insensible. La alegre presentación de algunos funcionarios de Cambiemos alegando: "Ahorrarían 100 mil millones de pesos" mostró una modalidad un tanto amateur para comunicar este tipo de política.

El Gobierno intentó arrancar por las dos primeras leyes, ahora buscando que se vote a libro cerrado, a diferencia de las modalidades colaborativas de principios de la gestión y contando con una mayoría tan ajustada que no pudo establecer a ciencia cierta el quórum propio. El marco general en que se planteó debatir en el Congreso fue una despiadada represión en las calles cercanas llevada adelante por Gendarmería y otras fuerzas de seguridad, que tuvo entre sus víctimas a manifestantes, pero también a periodistas, legisladores y gente que pasaba circunstancialmente por allí.

(Amilcar Orfali)
(Amilcar Orfali)

Así termina el año y empieza el 2018, pero probablemente en los pocos días que faltan para finalizar diciembre el Gobierno agregue alguna importante novedad, por lo que este balance seguirá abierto.

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El autor es sociólogo.