El verdadero comienzo del Gobierno de Mauricio Macri

La arrolladora victoria de Cambiemos en las elecciones del pasado domingo marca el comienzo pleno de la gestión del Presidente

Compartir
Compartir articulo
El presidente Mauricio Macri en conferencia de prensa tras la victoria electoral (Adrián Escandar)
El presidente Mauricio Macri en conferencia de prensa tras la victoria electoral (Adrián Escandar)

Una vez derrotada la acechanza kirchnerista, que ensayó hasta último momento todas las fórmulas habidas y por haber para destronarlo y retornar a un poder al que juzgaba naturalmente suyo, la victoria electoral de Cambiemos del 22 de octubre marca el comienzo pleno de la gestión del presidente Mauricio Macri. El triunfo coincide con el florecimiento de veras de los primeros brotes de reactivación económica que se hicieron esperar más de lo estimado. Con una presencia política extendida a manera de una mancha amarilla en todo el territorio de la república, el Gobierno podrá acometer las reformas estructurales requeridas para destrabar una nueva fase de crecimiento económico y de reordenamiento social. No es la primera vez que en esta anómala Argentina de las últimas décadas se asiste a transiciones semejantes.

Raúl Alfonsín asumió su presidencia el 10 de diciembre de 1993 en medio de la euforia de haber dejado atrás las violencias yuxtapuestas de la década anterior protagonizadas por peronistas y militares. Pero fue tal el frenesí de los acontecimientos tras la tragedia de Malvinas que el mandatario no pudo hacerse de un diagnóstico claro de la verdadera situación económica del país. Convencido de que, no obstante, la gestión militar no había operado grandes cambios estructurales en la economía del país, ensayó una estrategia distribucionista y proteccionista inspirada por muchos de los hombres del gabinete del presidente Illia veinte años antes.

El diagnóstico resultó tan errático como el supuesto de que las Fuerzas Armadas habrían de procurar reconciliarse con la sociedad autodepurándose y procesando a las cúpulas del pasado régimen. En medio de una economía al borde del colapso hiperinflacionario, el Presidente se debió deshacer de su ministro de Economía Bernardo Grinspun y reemplazarlo por un equipo de profesionales idóneos que en junio de 1985 lanzó el Plan Austral.

Poco antes, la reticencia corporativa de los militares a juzgar a las juntas de la dictadura lo obligó a transferir las causas a tribunales ordinarios. Las históricas condenas, la estabilidad del Austral y la victoria electoral en las legislativas de 1985 fueron en los hechos la partida de nacimiento de un gobierno más en sintonía con las realidades heredadas. No fortuitamente fue abandonando el sueño de encarnar un "tercer movimiento histórico", sustituyéndolo por el discurso de Parque Norte que marcaba un derrotero más realista y actualizado.

Carlos Saúl Menem asumió el 9 de julio de 1989, seis meses antes de los plazos institucionales por la resignación anticipada de su antecesor en medio del caos hiperinflacionario. El nuevo presidente produjo un viraje ideológico histórico respecto de toda la tradición peronista que aparentaba encarnar a lo largo de la campaña convocando a un gabinete económico diseñado por la firma Bunge y Born, que habría de naufragar a fin de año. Su relevo por su ministro de Hacienda riojano, Antonio Erman González, supuso la adopción de una receta más ortodoxa y monetarista inspirada por Álvaro Alsogaray.

Simultáneamente, comenzó una reforma estatal condicionada por la primacía de convencer a los grandes operadores sobre la sinceridad de conversión gubernamental. El aplastamiento del alzamiento carapintada de diciembre de 1990 acabó definitivamente con esa logia nacionalista malvinera intercambiando el aval del generalato por un generoso indulto de los jefes condenados que se extendió a los líderes guerrilleros.

LEER MÁS: Acuerdo con Irán: las cinco preguntas que Cristina Kirchner no respondió

LEER MÁS: Los gobernadores opositores cerraron filas y le reclamarán al Gobierno mayores ingresos para sus provincias

Poco después, relevó a Erman por el canciller Domingo Cavallo, quien en marzo lanzó el Plan de Convertibilidad. Este acabó con la inflación, racionalizó económicamente la reforma del Estado, y dio comienzo a una nueva etapa de crecimiento coronada por la victoria electoral en las elecciones de fines de 1991. El menemismo recién entonces terminó de sortear la prueba.

Néstor Kirchner asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003, luego del retiro del ballotage de su contrincante, el ex presidente Menem, y seis meses antes de lo estipulado por los tiempos institucionales que le exigían a su antecesor, Eduardo Duhalde, permanecer hasta diciembre. Este pretendía afirmar su papel de líder indiscutido del peronismo oficiando como garante tanto del rumbo económico como del político del país. Kirchner gobernó durante los dos años siguientes flanqueado por el ministro de Economía heredado del duhaldismo, Roberto Lavagna, cuya exitosa estrategia había permitido salir del marasmo de 2001 y renegociar la deuda en default.

Mientras tanto, trató de deshacerse de su tutor abriendo el gobierno a una vasta coalición transversal de fuerzas políticas y organizaciones de centroizquierda que relegara al peronismo a un segundo plano. Recién en las legislativas de 2005, su esposa Cristina Fernández como candidata a diputada derrotó a la señora de Duhalde, deshaciéndose del garante y tomando el timón pleno del gobierno.

En estos días estamos asistiendo a un bautismo semejante. Veremos en las próximas semanas y meses de qué se trata.

El autor es profesor de Historia e investigador en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Miembro del Club Político Argentino.