Dos fotos: las escuelas tomadas y las escuelas comedor

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Hay una foto que muestra que en las últimas tres semanas casi una treintena de escuelas porteñas han sido escenario de tomas y asambleas en rechazo a la reforma educativa del nivel secundario impulsada por el Gobierno de la Ciudad. Los reclamos de los estudiantes, padres y docentes van desde el rechazo de algunos puntos de esta reforma, como por ejemplo pasantías en el último año, hasta el hecho de no haber sido consultados. También protestan contra la intervención policial en las escuelas y piden que se implemente la Ley de Educación Sexual Integral en todos los colegios -un protocolo para prevenir la violencia de género- y la aparición con vida de Santiago Maldonado.

Otra foto bien distinta es la que sacó el Movimiento Barrios de Pie en base a una encuesta a padres y directivos de comedores escolares de la Provincia de Buenos Aires cuyos resultados son alarmantes. El 54% de los padres, por ejemplo, cree que la cantidad de cupos para brindar el servicio de alimentación en las escuelas es insuficiente, el 47% que la cantidad de comida es insuficiente y el 56% que el menú no cumple con los requerimientos nutricionales que los niños necesitan. Según Daniel Menéndez, coordinador del movimiento, el relevamiento muestra el mal funcionamiento de los comedores escolares y la necesidad de declarar la Emergencia Alimentaria.

Estas dos fotografías, que son tan solo imágenes o descripciones fijas de la realidad tal como lo indica la palabra, permiten pensar que hay dos Argentinas. En una Argentina la escuela es escenario de un debate sobre el contenido de la reforma educativa de la "Secundaria del Futuro". En la otra Argentina la escuela es un comedor, un espacio en el que se aprende pero que además es de contención, en el que los maestros tienen muchos otros roles que escapan a la enseñanza y que no deberían tener. ¿Qué pasará en el futuro con esas dos Argentinas, con esas dos escuelas?

Y entonces siempre es bueno mirar el pasado, aprender de los antiguos como decía Maquiavelo, para pensar el presente y el futuro. El 8 de julio de 1884 el presidente Julio Argentino Roca promulgó la Ley 1420 que garantizó la educación obligatoria, gratuita, gradual y laica. Esta ley se basó en la enseñanza y contribuyó a dar un sentido de pertenencia y de identidad nacional. El artículo 1 dice, por ejemplo: "La escuela primaria tiene como único objeto favorecer y dirigir simultáneamente el desarrollo moral, intelectual y físico de todo niño". Habrá clases de lectura y escritura, matemática, geografía, historia, intercaladas con recreos de canto, educación física y descanso. "En cada escuela se abrirá un libro de estadística de la escuela, destinado a consignar las condiciones del edificio, las reparaciones que necesita, los libros y útiles de los chicos" (artículo 21). Vale la pena googlearla y recorrer cada uno de sus artículos y preguntarnos ¿cuántos de ellos se están cumpliendo hoy? ¿cuán cerca o lejos está la escuela de hoy de aquella que a fines del siglo XIX y principios del XX fue pensada para igualar?

Podemos ver en la ley de 1884 un mecanismo pensado para intervenir en el orden social en busca de la igualdad de herramientas para construir el futuro. Un imaginario que apuntaba a distribuir conocimientos con una igualdad relativa… Sin embargo, hoy hay otro tipo de intervención. Una intervención que no logra romper la matriz de esas fotografías de dos escuelas distintas, de dos grupos desiguales. No hace falta ser un especialista en el tema para observar que se trata de dos mundos educativos. Dos mundos con prioridades e intereses bien diferenciados. Por un lado una expectativa por participar del diseño e implementación de la currícula. Por el otro, tener a mano un espacio de funciones múltiples; entre ellas, la formación académica.

Las Pruebas Aprender de 2016 revelaron que el nivel socioeconómico es uno de los principales condicionantes de los resultados educativos. La Fundación Voz destaca entre los principales condicionantes para avanzar hacia una mejor escuela la falta de infraestructura escolar, el insuficiente financiamiento educativo y las fallas en la distribución del financiamiento actual.

En un país con 30 por ciento de pobres es imperioso mirar todas las fotos, mirar a las escuelas comedor, a los que no van a la escuela, a las escuelas tomadas, a las escuelas ricas, a las escuelas públicas, semipúblicas y privadas. Porque si las escuelas están reproduciendo la fragmentación socioeconómica argentina, la construcción será el de un futuro con desigualdad. Aún cuando se distribuya el ingreso económico de manera equitativa, será desigual la adquisición de herramientas para administrarlo. Quizás empezar por las escuelas comedor sea un camino.