Reside en Argentina la segunda comunidad española más numerosa después de la que vive en Francia: según datos del Instituto Nacional de Estadística de España, hablamos de más de 90.000 españoles. Suele decirse -mitad en broma, mitad en serio- que nuestro país es la quinta provincia gallega (después de La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra). No es casualidad que los candidatos españoles a diversos cargos públicos hagan campaña en Buenos Aires. La inmensa mayoría de los argentinos tenemos antepasados provenientes de la tierra de Cervantes y García Lorca. Los inmigrantes del país ibérico en estas tierras alcanzaron el 25,7% de los llegados entre 1857 y 1940.
La visita del presidente Mauricio Macri a España es, en este sentido, muy especial. Se trata de un país que no es nuestra "Madre Patria" -solamente- por motivos políticos: nos referimos a infinidad de lazos culturales, económicos, sentimentales e históricos.
Se da entonces un escenario muy particular. El "regreso al mundo" anunciado por Macri en su discurso de asunción adquiere relevancias particulares en el caso de la relación con España. Las empresas españolas eran el principal inversor extranjero en Argentina hasta la "nacionalización" forzada de Repsol YPF, en el año 2012. Hablamos de grandes multinacionales, más de 300 empresas, como es el caso de Santander, BBVA, Endesa, Telefónica, Gas Natural Fenosa y la ya citada Repsol, entre otras. Luego de una larga serie de desencuentros con la gestión anterior, este viaje del Presidente apuntó a restablecer lazos de confianza y dejar atrás esos años de mutuo recelo.
Se han anunciado varias decenas de inversiones por montos de miles de millones de dólares, apuntadas en agroindustria, energía, minería, transporte y servicios.
Entre que se anuncian y se concretan siempre pasa tiempo y será clave el acompañamiento del Congreso argentino para que los entendimientos se concreten. El deber de nuestro país es generar credibilidad y condiciones atractivas para la inversión externa; para que los capitales productivos vengan, se instalen, produzcan y creen empleos de calidad para los argentinos.
El deber de los países extranjeros en general –y de nuestros "primos transatlánticos" en particular- es alentar los vientos de cambio que soplan en el Cono Sur. Así quedó evidenciado en las reuniones con el rey Felipe VI y el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy: las gestiones oficiales para un estrechamiento de los vínculos entre la Unión Europea y el Mercosur pasarán indefectiblemente por Argentina y España. Por otra parte, la reunión con empresarios españoles, que demostraron un claro interés por invertir en nuestro país, sumado a las halagüeñas palabras de The Economist sobre las perspectivas financieras del país, marcan una clara diferencia con el pasado. Ambos países están llamados a encarar juntos los "desafíos complejos" -al decir del Presidente- que la globalización plantea en todos los ámbitos.
España abrió la puerta durante cuatro días para una intensa agenda con Argentina, un escenario ideal para reavivar la relación bilateral y lograr aumentar las exportaciones y las inversiones. La señal política de Rajoy y el rey Felipe VI fue elocuente. El puente ha vuelto a funcionar.
La autora es Secretaria de Relaciones Parlamentarias y Administración de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación.