Pobreza cero, prejuicio cero

Nicolás Bernabe

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Evitando una opinión valorativa, el prejuicio es el resultado de generalizar un caso particular. Seguramente nos cuestionamos si estos prejuicios no son realmente juicios, tal vez haya casos que se pueden generalizar. Por otro lado, muchas veces el prejuicio simplifica y hace que tomemos decisiones para seguir adelante.

Pues bien, en la lucha contra la pobreza hay varios prejuicios que se podrían cuestionar. Claro está, así como los prejuicios, algunas experiencias aleatorias en políticas públicas no se pueden generalizar, pero seguramente pueden ayudar al objetivo de reducir la pobreza.

Un caso concreto es la asignación universal por hijo (AUH). Se ha dicho que es contraproducente porque genera un círculo vicioso de más hijos y pobreza estructural. Más allá del cuestionamiento por los requisitos y las contraprestación de la AUH, hay un caso de estudio pionero muy similar que se realizó en México llamado Progresa. Los resultados fueron los contrarios a los prejuicios; hubo un aumento en el número de matriculaciones y los beneficiados tuvieron un incremento en los ingresos, además de planificar su familia no prematuramente.

El aumento de la cobertura social en muchos países ha generado un cambio en la planificación familiar y un incremento en los ingresos de las generaciones futuras. Contar con un ingreso en el futuro posibilita a las personas no depender todo de la cantidad de hijos y que sean de un género en particular. En contraposición, puede ser que exista el prejuicio de riesgo moral, la idea de tener la jubilación implicaría menos voluntad de trabajo a lo largo de la edad activa del trabajador. Parecería ser que los buenos resultados de la cobertura social opacan los efectos no significativos en la pasividad de los individuos.

Otro caso de prejuicio negativo es el de género. Este año se discutió en nuestro país el sistema de cuotas igualitarias para mujeres en cargos legislativos. Sin embargo, se puede brindar el caso concreto de India, donde existe un sistema de cuotas para minorías, y en particular para mujeres. El resultado fue que los deseos de las mujeres se vieron plasmados en los presupuestos.

También hay casos donde el prejuicio es positivo y el juicio tiene efectos aún mejores. En Brasil, donde se implementó el voto electrónico para agilizar y simplificar el proceso de elecciones, en algunas áreas donde el analfabetismo era más alto que el promedio, hubo consecuencias sumamente positivas. El sufragio previamente era con lista múltiple. El votante tenía que identificar su candidato y escribirlo. Dada la situación, muchos no iban a votar y el 25% de los votos no eran válidos. Con la llegada del voto electrónico, se incluyó imagen y número en la pantalla para el sufragio. Como resultado, muchos ciudadanos pudieron elegir a sus representantes, y más importante, pudieron sentirse representados.

Evidentemente, los casos de estudios mundiales no se pueden extrapolar a cualquier región o país, pero pueden ir cambiando la realidad de muchas personas. Si el objetivo es pobreza cero, empecemos por ir reduciendo los prejuicios para mejorar las condiciones de vida de las próximas generaciones.

 

@nicobernab

 

El autor es economista. Integrante de Jóvenes Desarrollistas.