La tierra cuyana, y principalmente la mendocina fue bendecida con un regalo único, la capacidad de producir vinos de una calidad sobresaliente. Esto fue en gran parte por la tierra y en parte por todos aquellos inmigrantes italianos y españoles que trajeron consigo la cultura del trabajo de la vid y del consumo del vino. Por este motivo Argentina lleva muchas generaciones desarrollando esta industria que es la que mayor empleo directo e indirecto genera, por ejemplo en la provincia de Mendoza. La industria vitivinícola argentina se fortaleció mediante dos grandes pilares a lo largo de su historia: el consumo interno y la exportación. Esto ha hecho que el vino sea considerado un elemento cultural, que incluso por ley fuera proclamado Bebida Nacional.
Un poco de historia
Desde finales de los años 90 -y luego de una larga reconstrucción de la industria vitivinícola en los años 80- la Argentina logró cautivar al mundo exportando su vino malbec. Parecía que éramos imparables, crecíamos a tasas record comparado a cualquier otra industria exportadora. Los puestos de trabajo en Mendoza se multiplicaron por tres. La ruta del vino fue visitada por turistas de todos los continentes. La expansión de la economía regional mendocina y cuyana no registró precedentes.
Malas noticias para la exportación
Lo primeros golpes a la industria llegaron en 2010 de la mano de la inflación, la reducción del plazo para liquidar divisas y el atraso cambiario. Las exportaciones dejaron de crecer y empezaron su curva descendente. De los dos grandes mercados que teníamos, el interno y el externo, se empezó a castigar al mercado externo. Obviamente el mundo prefirió pagar más barato un vino de Australia, Chile o Sudáfrica. La competencia no era tan sencilla como creían.
Malas noticias para el mercado interno
Una nueva ley. La semana pasada nos hemos enterado (Diario La Nación 24 de noviembre) que a raíz de los trágicos episodios sucedidos en abril pasado durante la Time Warp (fiesta electrónica en Costa Salguero, donde fallecieron 5 jóvenes por consumo de drogas sinteticas), que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de dar una respuesta a la sociedad a raíz de esos sucesos, sancionó una ley impulsada por el legislador socialista Roy Cortina, por la cual se prohíbe la publicidad en la vía pública de cualquier tipo de bebida con alcohol, sin importar cual fuere y sin considerar su ocasión de consumo. Desde una cerveza de 4 grados de alcohol hasta el absenta de 50 grados.
Los argumentos de dicha ley son que la publicidad en la vía pública induce al consumo de alcohol, provocando diferentes enfermedades relacionadas con el mismo. El tema de las drogas que motivara la ley se ignora por completo en el texto.
Es importante recordar que hacia finales de la década del 70 el consumo de vino en argentina rondaba los 80 litros per capita por año, hoy este consumo es levemente superior a 20 litros. Claramente los problemas de nuestra sociedad no se deben a un incremento en el consumo de vino.
Esta ley trata de dar una respuesta política a un problema, sin atender su causa. Los legisladores deberían estudiar de qué manera se elimina el narcotráfico, las cocinas de paco, la producción de drogas sintéticas, que son las que están arruinando la vida de nuestros jóvenes. Prohibir la publicidad de vino no va a cambiar nada. No va a evitar más muertes absurdas.
*El autor es productor y director de empresas vitivinícolas | @GastonPI