Quieren convertir a nuestros hijos en zombies

Javier Prezioso

Compartir
Compartir articulo

Una vez más, el Estado me abandona. Soy de los que creen que no hay que estar ni a favor ni en contra de los gobiernos. Si no te gusta, en las próximas elecciones cambiá tu voto y si te gusta, seguí votándolo libremente. Pero hoy realmente me siento indignado con la determinación del Gobierno de la provincia de derogar una resolución de 2006 que impedía el uso de dispositivos tecnológicos en las aulas de escuelas públicas y privadas. Permítanme explicar.

No soy un hombre de Neanderthal. Muy por el contrario, soy muy tecnológico y trato, en la medida de lo posible, de enseñarles a mis hijos a que hagan buen uso de esta herramienta, pero hoy tuve la desafortunada suerte de escuchar al ministro de la provincia hablar sobre este tema en un programa televisivo y reconozco que realmente me dio miedo, sobre todo a estar en manos de gente como esta, que me parece que no entiende nada de nada.

En primer lugar, se reconoció como una persona nada tecnológica, peor aún, manifestó su desagrado por tener que hacer uso de los celulares, debido a la función que hoy cumplen. Esto de por sí no tendría nada de malo, porque no es bueno ni malo de por sí usarlos o no, pero lo peor, a mi manera de ver, es lo que continuó en dicha nota, ya que expresó que los docentes no están preparados, que están empezando a capacitarlos, que las escuelas no están preparadas, que comenzarán a prepararlas y a equiparlas con wifi y que realizarán una plataforma especial para que los docentes y los alumnos trabajen sobre ella. O sea, si yo no entiendo mal, todo está por hacerse, pero ya derogamos esta resolución. ¿Eso no es poner el carro delante de los caballos? ¿No sería mejor hacer las cosas al revés?

Y eso no fue lo peor que escuché del señor ministro. En su alocución expresó que los métodos de enseñanza han cambiado, que antes un docente ponía un plano de Italia en el pizarrón, por ejemplo y enseñaba la latitud y a cuántos grados se encontraba, que ahora hay que enseñarles a nuestros hijos a qué distancia se encuentra, en qué podemos viajar, cuánto cuesta un viaje a Italia, qué líneas aéreas nos podrían llevar, etcétera, etcétera.

O sea, que todo lo que me enseñaron mis excelentes maestras o profesoras respecto a flora, fauna, suelo, idioma, densidad habitacional y tantas otras cosas de los países, se pasó de moda. ¡Ay, qué mal que estamos!

Además, y por lo menos así es mi caso, los padres tenemos que luchar día a día para que nuestros hijos tengan un acceso gradual a la tecnología, sobre todo a internet y tratamos de estar junto a ellos cuando usan internet para enseñarles qué lugares pueden visitar y cuáles no, para protegerlos de posibles pedófilos o de toda persona que pueda hacerles daño. Les enseñamos a que eviten publicar fotos y datos, porque hay muchos delincuentes que se aprovechan de esos datos y el Estado, que no hace absolutamente nada por su seguridad, les facilita las cosas para que, lejos de nuestra supervisión, usen sus teléfonos o sus tablets como se les ocurra.

Peor aún, quieren maliciosamente convertir a nuestros hijos en robot o zombies y esto lo digo porque, cuando nosotros éramos pequeños estudiantes, nuestros docentes nos pedían silencio y atención a lo que ellos nos enseñaban. Ahora no va a hacer falta, ya que nadie va a hablar en clase, puesto que cada uno, como verdaderos zombies, va a estar conectado, con su celu, con el mundo exterior, chateando hasta con el niño que se encuentra en el banco de al lado. Más aún, cuando salgan al recreo, en lugar de jugar, como hacíamos nosotros, a la mancha, a la bolita, a la escondida, al fútbol, o a lo que sea, vamos a ver a un montón de niños estáticos o caminando de un lugar a otro del patio con su atención solamente en su celular.

Y ahora sí, entrando un poco en política, parece que desconocen absolutamente la realidad, sobre todo del interior, ya que los colegios en su gran mayoría se encuentran en estados deplorables. En montones de establecimientos rurales, además de estos problemas, no hay ni siquiera luz; no todos los pibes que van al colegio pueden económicamente tener a su disposición un celular o una tablet, sobre todo aquellas familias que tienen más de un hijo y que lamentablemente se encuentran por debajo de la línea de la pobreza. Se deberían acordar que en este país uno de cada tres es pobre y que casi el 50% de los niños no asiste al colegio.

Está muy bien acercar la tecnología a los niños y usarla como una herramienta más de aprendizaje, pero hay miles de maneras para hacerlo. Por ejemplo, poniendo pantallas en las aulas para que los docentes puedan enseñar con ellas, usando internet o preparar salones especiales con computadoras o bibliotecas virtuales para enseñarles a usarlas, o lo que se nos ocurra, pero no dejar en manos de ellos qué pueden ver o no si cada uno usa su propio aparato. Además, en un país que carece de controles, ¿quién va a controlar todo esto? ¿O también debemos cargar a los docentes con la responsabilidad de controlarlos?

Por todo esto, pido a todos los padres que, si nos importa la educación de nuestros hijos, si queremos que a nuestros hijos no los manejen como quieran, si queremos hijos bien educados, que comprendan un texto y que aprendan a razonar, hagamos algo: no permitamos que estas cosas sucedan, que no conviertan a nuestros hijos en personas menos instruidas y más aisladas.

En un mundo que lucha por la integración, nuestros políticos hacen exactamente lo contrario. Siento verdaderamente que el Estado, una vez más, me abandona, en este caso, con la educación de mis hijos.

 

El autor es empresario inmobiliario y padre de 4 hijos, el menor, de 8 años, cursa 3er grado