Las TIC y el desafío de una sociedad más democrática e inclusiva

Tirso Gómez Brumana

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Hay pocas discusiones respecto a la afirmación de que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) —tal como lo afirma la Unesco— contribuyen al acceso universal a la educación, la igualdad en la instrucción, el ejercicio de la enseñanza, el aprendizaje de calidad y el desarrollo profesional de los docentes.

En tal sentido, uno de los elementos que más debate genera en el mundo actual es la manera y los caminos en los que se articula dicho acceso, integrado y de calidad, para amalgamar los factores más críticos y sensibles referidos a la comunicación, la información y la educación.

Una adecuada fórmula es la garantía para lograr un impacto verdaderamente inclusivo, lo que permitirá igualar oportunidades entre los diferentes individuos y grupos de pertenencia que forman parte de la comunidad, para facilitar la apertura de ventanas de pensamiento y de reflexión que consoliden la genuina aspiración hacia una sociedad mucho más democrática.

La articulación público-privada emerge, entonces, como puente sólido para la creación de valor compartido; permite imprimir una velocidad y un impulso a los programas de inclusión de la tecnología en la educación.

El Estado, en su papel ineludible en la fijación de las políticas públicas referidas a la educación, definiendo las estrategias, los contenidos y los valores intrínsecos de los programas. Los privados, bajo la atenta regulación estatal, aportando el know-how referido a la investigación y el desarrollo en un campo cambiante, evolutivo y con una dinámica que exige inversiones constantes para no perder la actualización exigida de cara a la salida laboral de las nuevas generaciones.

Un grado de excelencia se puede alcanzar aportando proyectos e ideas provenientes del tercer sector, las ONG, para potenciar el espíritu colaborativo.

La toma de conciencia de esta situación y la construcción de un diálogo fluido y constructivo entre los diferentes grupos de interés son pasos indispensable para establecer las políticas que permitan enfrentar los desafíos que encontrarán las nuevas generaciones, consideradas de nativos digitales, en sociedades que luchan por achicar las brechas educativas y de formación, en su búsqueda por la integración al mundo del trabajo y a la construcción de un mercado más estable y responsable para todos.

 

El autor es director de Asuntos Corporativos de BGH.