Todo lo que decimos cuando decimos “Ni Una Menos”

Por Andrea Conde

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Ni Una Menos es un movimiento que nació el año pasado contra la violencia machista. Y su aparición no fue magia. Fue una marcha que brotó al calor de una década que se caracterizó, entre otras cosas, por la visibilización y la conquista de muchos derechos en cuestiones de género. La ley de identidad de género y la de matrimonio igualitario son los dos grandes derechos ganados al patriarcado en los últimos años a través de la larga lucha que llevan adelante las organizaciones y los movimientos que militan por la igualdad de género. Pero también lo son el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la inclusión previsional, que tiene un 75% de mujeres titulares de este derecho y permitió a muchas sin aportes recibir una jubilación, la ley de educación sexual integral y la asignación universal por hijo, extendida a las mujeres embarazadas a partir del tercer mes de gestación.

También lo fue, en 2012, la inclusión en el Código Penal de la figura del femicidio, que hoy nos permite acceder a información con la que antes no contábamos y visibilizar de otro modo cada vez que una mujer muere a manos de la violencia machista.

¿Qué dijimos entonces este año cuando gritamos "Ni Una Menos"?
Dijimos: "Basta de femicidios". El femicidio es la expresión más extrema de una serie mucho más larga y numerosas veces invisible de violencia hacia la mujer. Hoy podemos tener estadísticas de estas muertes a través del Registro Nacional de Femicidios, pero no alcanza. El año pasado se contabilizaron 275 femicidios, pero sabemos que muchas causas todavía no se caratulan como tales a pesar de serlo y que del año pasado a este el número de este tipo de crímenes no ha disminuido. Por eso, también gritamos: "Basta de complicidad del Poder Judicial con violentos y abusadores". Es responsabilidad de la Justicia garantizarnos una vida libre de violencia.

Además, gritamos: "Basta de perseguir a las mujeres que acceden al poder". Las feroces campañas mediáticas contra Cristina Kirchner durante sus mandatos y contra Dilma Rousseff, en Brasil, también son violencia de género. Dilma es la primera mujer en llegar a la presidencia de su país. Y también es la primera en intentar ser destituida a través de un juicio político sin fundamentos. Y si de mujeres públicas hablamos, no podemos olvidar a Milagro Sala. Este año, la marcha del Ni Una Menos nos encuentra en Argentina con la primera presa política en más de 30 años de democracia y es una mujer. Una mujer originaria y de clase trabajadora. La persecución a todas ellas representa una afrenta contra todas las mujeres. Por ese motivo, este año decir: "Ni Una Menos" fue también decir: "Libertad a Milagro".

En la marcha, dijimos: "No a la criminalización del aborto" y pedimos por la libertad a Belén, mujer tucumana hoy condenada a 8 años de prisión por haber tenido un aborto espontáneo. Gritar hoy: "Ni Una Menos" fue pedir por la despenalización del aborto.

Este año gritamos que con ajuste y despidos no hay equidad de género. La política económica actual de ajuste, endeudamiento y devaluación, con su consecuente pérdida de poder adquisitivo para la clase trabajadora, sumada a los despidos masivos, crea un ambiente imposible para el desarrollo de la igualdad en cuestiones de género. Si hay hambre, si faltan el pan y el trabajo, los sectores populares son los primeros afectados. Las redes clandestinas de trata y prostitución se fortalecen más que nunca en momentos como este. La igualdad social se ha debilitado siempre en contextos de políticas económicas neoliberales y la de género no es una excepción.

Ni Una Menos fue una marcha que condensó todos estos gritos y ha servido para visibilizar de una manera masiva como nunca antes la larguísima lucha del movimiento de mujeres por la igualdad en todos los niveles. Pero también fue un recordatorio de que todavía hay mucho por lo que luchar en cuestiones de género. Abrazo colectivo que nos ayuda a redoblar las fuerzas para no bajar nunca los brazos y seguir defendiendo y conquistando los derechos que todavía nos faltan como sociedad.

La autora es legisladora por la Ciudad de Buenos Aires por el Frente Para la Victoria – Nuevo Encuentro. Presidenta de la Comisión de la Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud.