El gobierno se encuentra ante una situación compleja en la cual las tarifas y la suba del dólar arruinaron ya su programa anti inflacionario.
El dólar y las tarifas son los dos precios con más alta sensibilidad política en Argentina, y cuando se los trata con consideraciones nulas en esta materia, se producen todos los desaguisados que estamos observando.
Está por verse si las elevadas tasas de interés que ofrece el Central logran finalmente tranquilizar o no al dólar, porque los inversores están pidiendo más tasas. Estamos ante un escenario de total volatilidad en este aspecto.
El gobierno amenaza con un veto si el Congreso frena la suba de tarifas, pero esto no es ninguna solución, porque la realidad parece ser que las tarifas se van a quedar con la suba ya dispuesta.
Para Mauricio Macri, la situación es dramática ya que si hoy se llamase a elecciones podría perderlas; en todo caso, está muy comprometida la reelección que parecía ser un fin en sí mismo para él. Es increíble que esto suceda después de haber ganado las elecciones de renovación parlamentaria, pero son tantos los yerros, que no debiera extrañar un cambio tan notorio en la aprobación popular.
El mayor error del gobierno no está en el pedir baja de tasas de interés cuando hay más de 1 billón de pesos dando vueltas en poder de los inversores en Lebac, sino en el increíble mal manejo de las tarifas de los servicios públicos.
Es difícil explicar cómo no entienden que cada suba de las tarifas repercute muy duro en los bolsillos de la gente, que no sabe nada de su incidencia global en el presupuesto, pero sí sabe que es un golpe durísimo en su propio presupuesto personal.
Como viene la mano, estamos yendo hacia una gran crisis económica en el curso de este mismo año, que forzará al gobierno a un replanteo a fondo de todo lo que está pasando. Si la corrida cambiaria no se detiene, los especuladores ganarían la partida y nos estaríamos encaminando a otra hiperinflación.
Si esto sucediese, lo mejor que le podría pasar a Macri y a su gente es que todo se deteriore este año y no el que viene, porque todavía hay tiempo de recuperar el espacio político perdido. Esto ya no se cura con designar un Ministro de Economía "fuerte", porque ello no garantiza nada ya que todos los anteriores fracasaron en su gestión. Se trata de analizar con frialdad la situación y aplicar los remedios justos donde hay que aplicarlos, para lo cual hay que convocar al conjunto de los actores políticos a fin de establecer un acuerdo que garantice: estabilidad, seguridad (jurídica), credibilidad, sobre todo, previsibilidad.