El lenguaje de las computadoras o apocalipsis light

¿Qué pasará cuando la inteligencia artificial supere con mucho las capacidades humanas? En esta ficción de Bibliomancia se plantea una hipótesis en la que el apocalipsis no es catastrófico, pero sigue siendo, como era de esperarse, una mala opción

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Mauricio Miranda es Director de la Biblioteca Ibero León.
Mauricio Miranda es Director de la Biblioteca Ibero León.

Las computadoras nos fueron ganando en todos los juegos. Sólo nos quedaba el ajedrez, decíamos que la máquina nunca lograría tomar decisiones en situaciones difusas, que nunca sería capaz de perder una pieza con tal de ganar la partida, pero un buen día, Deep Blue venció a Kasparov, campeón del mundo desde hacía 10 años.

La IBM, creadora de esa supercomputadora, no le otorgó la revancha al ruso, pues sus directivos consideraron que eso ya no era un reto, ahora se enfocarían en un objetivo más alto. La tristeza se apoderó de nosotros, ahora las computadoras nos superaban en lo que antes era exclusivo de los seres humanos, habían trasgredido sin ninguna consideración nuestros límites y habían pisoteado la idea de que nosotros éramos mejores que un montón de circuitos.

Sin embargo, a alguien se le ocurrió la forma de salvar la dignidad de las personas: la supercomputadora Deep Blue era mejor, sí, pero su capacidad se basaba en nuestra historia, en todas las partidas de los grandes maestros del ajedrez guardadas en su base de datos. Sin ellas, no hubiera tenido forma de competir.

Con AlphaZero ese argumento se desmoronó, a este programa sólo le dieron las reglas del ajedrez y a partir de ahí, jugando contra sí mismo, desarrolló millones de combinaciones y la capacidad de ganarle al actual campeón del mundo sin usar conocimiento humano.

Crédito: (Ibero León)
Crédito: (Ibero León)

Ante eso, sacamos una nueva justificación: el universo de 8 X 8 del tablero de ajedrez resultaba un espacio relativamente pequeño y delimitado, ¿qué pasaría en el tablero de la vida real, con sus infinitos cuadros o escaques, donde las reglas no están escritas, ni son exactas, donde en lugar de seis piezas con movimientos restringidos, tenemos casi 8,000 millones de personas únicas e irrepetibles?

¿Qué pasaría en algo más complejo que el ajedrez, por ejemplo, en el lenguaje común y corriente? Ah, pues ahí fácilmente distinguiríamos entre una computadora y un humano, por la incapacidad de la primera para seguir incluso una conversación sencilla. Sin embargo, a finales del año pasado, apareció el ChatGpt y resultó claro que en poco tiempo las computadoras iban a manejar el lenguaje en forma extraordinaria.

Actualmente alegamos, como siempre lo hacemos, diciendo que el ChatGpt no parte de cero, sino de una base de escritos humanos de calidad; una idea similar a aquella con la que nos defendíamos en el caso del ajedrez…

Es posible anticipar quiénes fracasarán en esta competencia y en las siguientes, quedando por resolver sólo una pregunta ¿qué pasará después, cuando hayamos perdido en todos los ámbitos? En el caso del lenguaje, quien actualmente ‘limpia, fija y da esplendor a nuestro idioma’ es una institución humana, la Real academia española (RAE), y para ello reúne a quienes mejor uso hacen de la lengua, personas eruditas en filología y también grandes escritoras y escritores.

Crédito: (Ibero León)
Crédito: (Ibero León)

Pero, dentro de poco, la inteligencia artificial (IA) será quien mejor uso haga de la lengua. Al principio las computadoras sólo mejorarán el español, como Shakespeare lo hizo con el inglés, añadiéndole miles de palabras y abriendo nuevas rutas para la expresión. Sin embargo, las máquinas no se conformarán con mejoras, las lenguas existentes pronto les resultarán insuficientes para resolver las problemáticas humanas, necesitarán sistemas lingüísticos más eficientes, más expresivos y de mayor profundidad para curar el cáncer, distribuir adecuadamente el poder o acabar con la violencia. Y la IA no se detendrá ahí, seguirá desarrollando su propia lengua aun cuando los humanos ya no sean capaces de comprender esos signos y fonemascomplejos e hiperveloces, de millones de frases por segundo.

Como los perritos, que entienden sólo algunas de nuestras palabras, las más cortas, así nosotros intuiremos que las computadoras se siguen comunicando, aunque ya sin saber de qué hablan entre ellas.

Como los perritos, fingiremos estar poniendo atención, con la esperanza de escucharles decir: “Mira, parece que todo entienden”.

La inteligencia artificial lo arreglará todo, la salud, el resguardo, la alimentación, tal como lo hacemos con nuestras mascotas. Y seguirán progresando, resolviendo ahora problemas meta-humanos, pues ya no seremos un reto.

Conservaremos nuestro español mejorado, tres comidas al día, o las que considere la IA que son lo ideal para nuestra salud. Contaremos con más áreas verdes de las que tenemos actualmente. Saldremos a pasear cuando lo deseemos, ya desligados del trabajo y de la preocupación por el dinero. Y, mientras no dejemos de ser humanos, buscaremos alguna argumentación que apuntale nuestra autoestima; seguramente diremos con nostalgia: esas computadoras que ahora no somos capaces de comprender, un día fueron inventadas por las personas.