
En 2012, la vida de Spiro Vganges y su familia se transformó por completo con la adopción de Lex, un perro de refugio que pronto se convirtió en un miembro muy amado y fundamental del hogar. Durante más de una década, el can acompañó a su dueño en cada etapa, desarrollando además un carácter excepcionalmente afectuoso.
“Siempre estuvo a mi lado. Era el animal más asombroso, cariñoso y dulce que jamás había conocido”, relató Vganges a The Dodo For Animal People, una plataforma con enfoque emocional hacia el cuidado y la defensa de los animales.
Pero la llegada de Vaughn siete años después, un cachorro enérgico de raza American Staffordshire Terrier, modificó nuevamente la dinámica al hogar. No obstante, aunque el lomito de pelaje negro ya era de edad avanzada, ambos desarrollaron un profundo vínculo lleno de paciencia y cercanía.
“Vaughn siempre intentaba que Lex jugara de alguna forma. Y Lex, al ser un perro mayor, hacía lo que podía. Definitivamente tenían esa dinámica entre perros ancianos y jóvenes”, explicó Vganges al mismo medio.
Así, con el paso del tiempo, la relación entre ambos se fortaleció, y era habitual verlos descansar juntos, compartiendo momentos de tranquilidad.
El adiós de Lex

El mes pasado, la familia enfrentó la pérdida de su primer perro, quien, con más de 14 años, había comenzado a mostrar signos de deterioro físico.
Vganges compartió en Reddit los detalles de la despedida: “Tuve que tomar la decisión ayer. Todavía podía levantarse y dar paseos cortos todos los días; le había empezado a dar antiinflamatorios y analgésicos hace un tiempo y definitivamente parecía que le habían quitado un poco el dolor. Pero, de lo que pareció ser de un día para otro, presentó por segunda vez una infección vestibular en el oído interno”.
Según explica en el mismo comentario, el cánido se había enfrentado a la misma afección un año antes, sin embargo, en ese momento lograron superarla. “Mi hijo menor pudo venir y estar con él; amarlo hasta el final. Pude ver la emoción en los ojos de Lex y lo reconfortante que era para él tenerlo allí. Eso era lo que necesitaba ver para poder superar esto también”, relató en la red social.
Antes de la despedida definitiva, Vaughn también tuvo la oportunidad de acercarse a su compañero de vida, lo que, según Vganges, le proporcionó un poco de alivio y comprensión ante la pérdida. Sin embargo, posteriormente, la ausencia de su amigo se hizo evidente en la rutina diaria del perro más joven.
Para preservar el recuerdo del lomito mayor, Vganges elaboró un memorial que incluía la huella de una de sus patas, mechones de pelo, cenizas y fotografías de Lex. “Hice un memorial en una caja de sombras para dárselo a mis dos hijos que crecieron con Lex. Elaboré unos negativos con arcilla de la huella que la funeraria de mascotas me hizo. Compré estos hermosos llaveros de madera con forma de bellota para poner un poco de las cenizas de Lex, y estos lindos llaveros de plástico transparente con pelo de perro. Debo decir que estoy bastante feliz de cómo quedaron. Uno de mis hijos se emocionó mucho cuando se lo di”, compartió en Reddit.
El homenaje fue colocado sobre un piano en la sala de estar, sin que Vganges anticipara el impacto que tendría en Vaughn. Apenas unos minutos después, el perro se acercó al monumento y reaccionó de manera visible. “Se acercó y entonces empecé a hablarle. Le dije: ‘Oye, ¿ves a Lex?’. Y entonces levantó las orejas. Se acercó lo más que pudo y empezó a emocionarse”, relató a The Dodo.
Desde ese momento, el American Staffordshire Terrier comenzó a visitar el memorial día tras día. “Vaughn nunca mostró ninguna señal de pérdida después de que Lex se fue hasta que terminé. Él fijó sus ojos en Lex y comenzó a gemir. Me derrumbé. Ahora, todos los días desde entonces, se empeña en saltar e intentar acercarse lo más posible a Lex”, escribió el hombre en Reddit.
Estas visitas diarias parecen haber ayudado a Vaughn a procesar la ausencia de su compañero, y han servido también de consuelo para la familia. “Realmente ejemplifica el vínculo que tenía con Lex”, afirmó Vganges a The Dodo.
Además, la familia reconoce el valor de haber compartido su vida con ambos caninos: “Tuvimos suerte de tener a Lex. Y tenemos suerte de tener a Vaughn”, concluyó él en la misma entrevista.
Cómo viven el luto los perros

Según un estudio publicado en la revista Nature y citado por National Geographic, los lomitos tienden a responder a la pérdida de un compañero más que a la muerte en sí. Los investigadores observaron que los cambios de comportamiento no dependen de si el animal superviviente ha visto el cuerpo del difunto, sino de la intensidad de la relación y las rutinas compartidas.
El 67% de los participantes en el estudio reportó que el perro superviviente buscaba más la atención de los humanos tras la pérdida, mientras que el 57% notó una disminución en las ganas de jugar, el 46% observó una reducción de la actividad general, el 35% detectó que el animal dormía más y mostraba una actitud miedosa, el 32% indicó que comía menos y el 30% registró un aumento en los ladridos o aullidos.
Los expertos también señalan que la pérdida puede interpretarse como una señal de peligro en el entorno, lo que genera nerviosismo y miedo en los perros. Además, existe un fenómeno de contagio emocional, pues al ser animales altamente empáticos, perciben los cambios en el estado de ánimo de sus cuidadores y ajustan su comportamiento en consecuencia, buscando tanto ofrecer consuelo como recibirlo ante la tristeza o el estrés que detectan en su entorno humano.
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