José Luis Fernández y la comunicación de Alberto, Cristina y Macri: “Alberto es un tuitero cualquiera”

El investigador participó de Experiencia Leamos, en donde habló de su ensayo reciente “Vidas mediáticas” (La Crujía), que aborda las mediatizaciones de la vida afectiva, política, artística y laboral

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El investigador participó de Experiencia Leamos, en donde habló de su ensayo reciente “Vidas mediáticas” (La Crujía), que aborda las mediatizaciones de la vida afectiva, política, artística y laboral

¿Cómo influyen las plataformas en nuestra vida cotidiana? ¿Y las redes? ¿Cuáles son las fronteras entre lo público y lo privado? En un nuevo encuentro de Experiencia Leamos, el profesor y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires José Luis Fernández conversó con Patricio Zunini sobre su más reciente libro, Vidas mediáticas (La Crujía), en el que aborda las mediatizaciones y cómo la explosión de las plataformas como Zoom, Meet o Whatsapp definen nuevas prácticas y nuevas intersecciones en la vida afectiva, política y laboral.

La entrevista completa puede verse en el sitio de Experiencia Leamos. Publicamos aquí un breve fragmento:

En tiempos donde los medios de comunicación se ven cada vez más horadados por las redes sociales, ¿cómo se compone un circuito de legitimación?

—Hay dos maneras de ver las cuestiones de evaluación general de las mediatizaciones y de las vidas que se realizan sobre ella. Una —en la que coinciden distintos sectores más allá de la ideología— es “por arriba”, donde se sostiene que hay una buena manera de comunicar, una manera deseable, donde se puede controlar una comunicación que combina conocimiento, creación y algo de entretenimiento con un trasfondo educativo. La otra manera, que viene de cierto tipo de enfoque científico y es desde donde yo me paro, sostiene que la legitimación básica es la circulación. Todo sistema de intercambio discursivo que tenga vida, que perdure, que se renueve y que genere nuevos públicos y emisores, es la base de la vida social de estos fenómenos. Y no hay ninguna fuerza que no sea un poder extramediático que pueda intervenir en este mundo. Todos los esfuerzos de intervención son, en el mejor de los casos, parciales. Así, con las nuevas redes sociales, el tipo de control o evaluación a nivel general está en pánico porque no se puede controlar. Esto no quiere decir que no hayan controles o patrones, o que exista una libertad absoluta para interactuar; no, son nuevos intercambios discursivos sociales que van encontrando sus regulaciones muchas veces de modo preocupante fuera del control de los estados.

En Argentina estamos ante la primera experiencia de un presidente que usa Twitter de manera asidua. ¿Cómo interviene el espejo de Twitter en la comunicación de Alberto Fernández?

Cristina es broadcasting: cadena nacional. Aún cuando interviene por Twitter, lo hace buscando impacto, es un emisor para muchos. Macri pensaba que ese mundo estaba muerto. Y es importante diferenciar aquí muerte de crisis: porque pensándolo muerto, fue a las redes, pero terminó tratando de hacer actos masivos, a los gritos y haciendo broadcasting. Alberto es el primer presidente pos-broadcaster. Lo interesante de él es que no tiene un plan de tuiteo. Va a todos los programas, habla con todos los periodistas, tuitea lo que se le ocurre, borra tuits. Es un tuitero cualquiera. Y tuvo un gesto mediático interesante el nueve de julio del año pasado, hizo un evento con la CGT y la sociedad rural, algo nunca visto en la televisión, una escena rara, donde se veía a todos tipos sentados a distancia y atrás pantallas con el sistema político argentino, gobernadores de la oposición, todo. Esa línea innovadora de la comunicación, creo que no le fue defendida ni por el oficialismo. Los referentes que no fueron elegidos salieron a bombardear, por lo que dentro del oficialismo se pensó que eso le convenía a la oposición, y la oposición pensó que le convenía demasiado al presidente. De ahí se armó la campaña “ganó el panelismo”. Creo que Alberto tiene una condición que al menos le puede servir para sobrevivir, y si lo combina con otros componentes, puede hacer política novedosa. Porque un día puede ponerse en el rol de conductor de todos y al otro responder a un problema puntual. A lo que voy, puede ocurrir que vayan fracasando las grandes figuras que se supone están apoyadas en redes pero que en verdad son broadcasting alternativos a los tradicionales, como los casos de Trump o Bolsonaro, para entrar en una temporada de líderes débiles, astutos más que estratégicos, sobrevivientes más que caudillos. Los liderazgos blandos van a tener más posibilidades de sentar a los que hace falta sentar para que no se desmadre una situación, aunque se hayan peleado dos días antes.

Ver la entrevista completa.

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