No se trata de drama sino de poderío, de sostenerse y montarse para atravesar lo que venga. Adrián Brown, médico dermatólogo y diseñador nacido en Dolores, creció entre mujeres fuertes, en un pueblo donde los ruegos, las promesas, los secretos y los deseos siempre –o casi siempre– eran dedicados a La Dolorosa. La Virgen de los Dolores, también conocida como Virgen de la Amargura, de la Piedad o de las Angustias, es una advocación de la Virgen María. Ella, sumergida en imponente traje negro o morado, con las lágrimas, que destacan el sentimiento de dolor de la madre ante el sufrimiento de su hijo.
Hipnotizado para siempre con esa imagen, Brown se sintió inspirado por los violetas de la Cuaresma, aquellos que los ministros de la Iglesia católica visten para simbolizar la tristeza, el dolor, la penitencia, el duelo y el sacrificio. Y desde allí, el salto a lo mundano y la fascinación por las mujeres comunes que se transforman en extraordinarias, al elegir transitar el dolor con la coraza de la belleza exagerada.
"Siempre sentí admiración por las mujeres que sufren y, así y todo, se montan, resaltan su belleza y arrasan con su paso. Y lo que me llevó a producir esta postal, esta foto de mujeres poderosas desde su fortaleza, fue un sueño muy revelador. Me vi en mi pueblo caminando. En un momento, una amiga me dijo: 'Mirá esas mujeres de negro cómo lloran. Hay que ayudarlas. ¿Te das cuenta que tienen el corazón congelado?'. Y ahí es cuando yo me acerco a la escena, veo una luz que las bañaña suavemente, y luego presencio cómo se abrazan entre ellas, hasta que comienzan a reír", explica Brown.
El diseñador cuenta que despertó con la necesidad de representar esa situación a través de un retrato: "Imaginé los vestidos, las texturas, los colores y las poses. Todo el tiempo sensibilizado con la imagen del abrazo final. Para mí eso es un poco la postura de lo nuevo. La no confrontación. Luchar pero saltando cierto nivel de obviedad y polarización".
Repite como un mantra que ama el universo de las mujeres sufrientes (desamor, enfermedad, soledad, traición, decepción), pero que logran encarar la vida con auténtico esplendor. Que consiguen sobreponerse, montarse y transmitir belleza y pulcritud: "Siempre relacioné lo estético con lo espiritual. Considero que la cultura superior es el refinamiento de lo espiritual. Y esa búsqueda de lo estético es, incluso, capaz de modificar rasgos. Yo creo que hasta lo biológico se puede cambiar".
El 28 de diciembre pasado, Día de los Santos Inocentes, Brown cerró su consultorio para concentrarse exclusivamente en las colecciones. Dramáticas, rigurosas, teatrales, despampanantemente femeninas y obsesivas. Como cuando diseñaba rostros con agujas y luces penetrantes, ahora sólo entregado a la inspiración y a la recepción mágica, inexplicable, como por ejemplo juntar un puñado de dolorosas en paleta cuaresmal. Todas distintas en sus profesiones e ideologías. Pero idénticas en la postura de sobrevivir con estilo.
Fotos: Gentileza Max Klein para Adrián Brown.
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