El hombrecito de 67 años, que camina ayudado por un bastón por el escenario montado en el Campo Argentino de Polo, llega al centro de la cancha y se sienta. La próxima media hora estará ahí, quietito, con tres armas para cautivar a las 55 mil personas que desafiaron una noche fría: sus gestos de actor (amplificados por cinco pantallas), su voz y un talento compositivo a prueba de décadas.
Phil Collins –con la audición de un oído perdida, dolores de espalda y un pie quebrado hace poco, razón por la que el tour fue llamado Not Dead Yet (Aún no estoy muerto)– demostró que ya no necesita un gran despliegue para poner a bailar y conmover a un estadio colmado.
"¡Buenas noches, Buenos Aires! ¡Buenas noches, Argentina!", dijo en castellano, y a continuación, en inglés, señaló: "Es todo lo que sé en español". Acompañado por una banda impresionante (destacados: el guitarrista Daryl Struemmer –compañero desde Génesis–, el veterano bajista Leland Sklar, la demoledora sección de vientos y, en batería, el propio hijo de Phil, Nicholas, de apenas 16 años, que lució camiseta de la Selección argentina… ¡y la-rom-pió!), combinó baladas, rocks, funkys y algo de Génesis –con Follow you, follow me como punto emotivo más alto e imágenes de los 70' junto al grupo inglés–. Dieciséis hits para que no haya sido sólo una noche más.
Por Hugo Martin.
Fotos: Diego Soldini y DF Entertainment.
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