Florencia Peña: "Vivo un embarazo muy sexual, que disfruto sin prejuicios"

Mientras espera a Felipe –su tercer hijo, que nacerá por cesárea a mediados de octubre– recorre Salta, tierra de Ramiro Ponce de León (42) –su pareja desde hace cinco años–, donde construye su nueva casa familiar: “Queremos que nuestro bebé se críe con la nobleza norteña”. El nuevo sexo, preparativos de boda y los secretos de un amor –“en su mejor versión”– que venció a la distancia

Compartir
Compartir articulo
En Tolombón, de camino a Cafayate, Altalaluna Hotel Boutique & Spa fue el marco de su descanso e inspiración para el “refugio norteño con laguna a mis pies y vista a la montaña” que construye en San Lorenzo junto al abogado.
En Tolombón, de camino a Cafayate, Altalaluna Hotel Boutique & Spa fue el marco de su descanso e inspiración para el “refugio norteño con laguna a mis pies y vista a la montaña” que construye en San Lorenzo junto al abogado.

Está convencida: "Como es adentro, es afuera". Con esto se refiere a la lección de un camino espiritual –bioneuroemoción, reiki y meditación– "hacia mi propia aceptación". Debe la experiencia al dolor por la viralización de su video hot (2013). Entonces no sólo entendió que ser una "mujer sexual" o "decir lo que quiero con total honestidad" no merece culpa alguna. María Florencia Peña (42) redefinió la libertad. Aprendió a soltar.

Como finalmente soltó la "impaciencia lacerante" de dos años de búsqueda –y tres inseminaciones– para volver a embarazarse –"sólo así fue que se dio"– y, entre tanto, prejuicios, mandatos y convenciones en sidecar. Muchos acerca de su "atípica maternidad que no admite mitos, paranoia in instrucciones".

–¿Ni demasiada conciencia? (bromeamos) ¿Cómo te atreviste a un paseo por Turquía (junto a Marley en Por el mundo, Telefe), con 52 grados en el desierto y una panza de siete meses?
–¡Sigo mintiendo las semanas en los aeropuertos! (risas). Volé a Estambul el mismo día que volví de un viaje a México prometido a mis hijos, en el que no salía del agua para poder respirar. Mientras todas me retaban –"¡los rayos UV que se come tu bebé!"–, yo repetía lo que les enseño a decir a ellos ante las críticas: "¡Chupala!" (risas). Disfruto de este estado. Me energiza, me pone creativa. El embarazo no es un dogma ni algo sacro, ni una lista de prohibiciones que tildar. El error de muchas es vivirlo como una enfermedad. ¡Estamos creando vida! Yo elijo vibrar lejos de la cama, el miedo y la persecuta; así, nada malo puede pasar. Más aún cuando te acompaña un hombre (Ramiro Ponce de León, 42) que en vez de cohibirte te masajea los tobillos.

–Intuyo que no hay tendencia ni neofilosofía a la que te subas…
–En mi vida leí un libro de maternidad. No me metí en cursos de preparto, ni intelectualicé instintos básicos como el que hoy llaman "colecho". Escapé a cuestiones típicas de gueto: "té de embarazadas", "baby shower"… ¡¿Qué es eso?! Por ejemplo en el Otamendi, donde nacieron mis hijos, hacen de la lactancia una doctrina determinante, con miles de preceptos. Era posible que yo nunca tuviese leche, porque en mis operaciones de lolas me cortaron varios conductos. Lo confirmé cuando Toto (su hijo Tomás Otero, hoy 14) había bajado drásticamente de peso. Claro, succionaba pero no comía. Tuve que adaptarme. No fui peor mamá por no haber dado la teta como querían… La maternidad es una aventura personal que descubrís, y en la que te descubrís, andando. Por eso, mi "librito" es atender mi naturaleza y lo que cada hijo proponga. Si logro leer lo que necesitan, puedo acompañarlos desde su propio ser, sin la bajada de una misma línea que los atraviese a todos por igual.

“Elegir el nombre fue complicado. Ponce de León ya da prócer o conquistador. Descartamos los nombres italianos y con muchas P”, dice Flor.
“Elegir el nombre fue complicado. Ponce de León ya da prócer o conquistador. Descartamos los nombres italianos y con muchas P”, dice Flor.

–¿Cómo se articula eso en la diaria?
–Con responsabilidades claras y total libertad. En casa no existe el "aquí se duerme a las nueve", por ejemplo. Cada uno come cuando tiene hambre y duerme cuando tiene sueño. A Juan (Otero, 8) le gusta comer conmigo, Toto tal vez prefiere hacerlo en su cuarto mirando fútbol, y está perfecto. No necesito tener a todos en la mesa para sentirme buena madre. Como familia podemos jactarnos de eso: aquí se respetan las individualidades.

–¿Resulta más cómodo cuando se trata de tres generaciones?
–¡Agradezco que haya sido así! Por mi profesión, haberlos tenido seguidos habría significado perderse todo de cada uno. Hubieran recibido educación estándar, sin tiempo de conexión particular. Y con respecto a eso, me inquietaba el abordaje de la adolescencia de Toto, por el mundo difícil que les tocó descubrir: el de la desesperanza. Pero estamos revinculándonos tan bien, desde el diálogo sin pruritos sobre sexo, droga y rock&roll.

–Qué interesante sería conocer tu speech…
–Le hablo de elecciones. Jamás le diría: "¡No se te vaya a ocurrir fumarte un porro, eh!". En casa no se acepta la palabra "prohibido", porque es sinónimo de "hacelo sin que me dé cuenta". No soy una mamá exenta de ese flagelo, pero no quiero desesperarme pensando dónde andará o qué estará tomando. Si te convertís en "picasesos", quedás fuera de juego. Particularmente, creo que la batalla contra las drogas está perdida. Y no porque no se pueda combatir el narcotráfico, sino porque el hombre necesita la sustancia. Supongamos que es posible incautar toda la droga del mundo. Ok, a los quince minutos se inventaría una nueva fórmula. Habrá drogas mientras haya problemas existenciales y huecos en el alma. Después, la curiosidad –inherente a todos– es otro tema. Yo también fui curiosa. Eso de: "¿A ver cómo se siente fumar esto o tomar media pastilla?". Lo malo es que no encuentren sitio donde instalarse. Por eso, como mamá trato de darles herramientas para que se conecten con la vida, y mucha compañía. Hoy, Toto elige hacer todas las fiestas con amigos en casa. Eso me habla de su comodidad y confianza. ¡Voy bien!

“Soy feminista activa y hoy lucho para lograr dos leyes de causas que me atraviesan: la de Trombofilia y la de Pornovenganza, la nueva forma de delito que desmorona la vida de muchas mujeres”
“Soy feminista activa y hoy lucho para lograr dos leyes de causas que me atraviesan: la de Trombofilia y la de Pornovenganza, la nueva forma de delito que desmorona la vida de muchas mujeres”

–¿Y qué hay sobre Juan (8)?
–Él vibra diferente. Es mi Yoda. El maestro que demolió uno a uno los edictos que quedaban de las monjas alemanas con las que me eduqué. Si cuento que va al colegio con mis carteras, mis collares y mis clutchs como cartucheras no es para exponerlo, sino para hacer honor a su lección de libertad. El rosa no es sólo para nenas, y las muñecas pueden reemplazar al fútbol. Nunca obligo a mis hijos a hacer o deshacer: me ocupo de saber de qué tienen ganas. A Juan, que es un gran provocador, le explico que debe ser lo que elija, que yo lo banco, pero que no todo el mundo estará capacitado para entenderlo. Y que detrás de una provocación puede venir algo que angustie. En algún punto, creo que disfruta de entrar al aula y quebrar cerebros. Con el mío sabe que no podrá. Ya no digo "¡¿qué te pusiste?!", sino "¿che, a vos te parece?". Me preocuparía si sus maestros me dijesen que no encaja en el grupo… Pero es querido, y sé que tiene que ver con su valentía.

–¿Consideraste un apoyo terapéutico?
–Tenemos un acuerdo. Cuando tiene ganas, me avisa. Por ahí, cada tanto dice: "¿Má, vamos a lo de Gaby (su psicóloga), que quiero charlar algunas cositas?". Juan nunca sufrirá, porque tiene el don de ir para adelante como trompada.

–¿De qué nuevo aspecto se beneficiará Felipe?
–Mis hijos saben y entienden que no soy mamá de tiempo completo. Fui muy de "bebé-a-cuestas", por los estudios, y ahora quiero tener más horas para conectar con ellos. Me propuse recibir a Felipe sin tanto trabajo.

En ocio atípico, “porque no sé vivir sin trabajar”, despunta su otra pasión: la decoración.
En ocio atípico, “porque no sé vivir sin trabajar”, despunta su otra pasión: la decoración.

–En nuestra última charla esperabas una hija…
–¡Pegó duro, eh! (risas). Los exámenes daban 85% de posibilidades de una nena y durante tres meses en casa se habló de Lola. Hasta teníamos la ropa y varios regalos femeninos. El flasheo nos duró una semana. Pero el Universo es sabio: o hay algo más por aprender, debo ser buena madre de varones o no hay cabida ni resistencia para una segunda Peña (risas).

–La distancia en la pareja se acomoda. ¿Pero cómo la procesa un padre primerizo?
–Me conmueve la conexión que tiene Rama con Feli. Cuando está lejos, me pide que apoye el teléfono en mi panza y le envía mensajes de audio. Pero más me emociona que aún no sepa cuánto cambiará su vida. Sobre qué nos pasará con todo esto después del nacimiento, no tengo idea. Hasta ahora mantuvimos el 15-8 (15 días en Buenos Aire y 8 en Salta). Calculamos que vendrá más días… A mí me preocupa cómo lo llevará. En el caminito de respetar nuestras individualidades, jamás lo presionaría con un: "Dale, instalate en Buenos Aires". No quiero que la situación se convierta en yunque. Él es un tipo solitario, tranquilo, con sus tiempos y espacios. Y yo necesito que siga conectado con su historia, con su tierra, consigo mismo, porque eso lo hará mejor papá. Le expliqué que la paternidad es sólo una gran faceta en la vida. Sabe que tengo estructura y polenta para estar aquí, sola y bien. Feli nacerá y se educará en Buenos Aires, porque aquí haremos base; tengo otros hijos y un trabajo difícil de acomodar entre idas y venidas. Pero bendigo que Feli tenga dos lugares en el mundo y sienta a Salta su hogar. Por eso estamos construyendo nuestra casa cerca de San Lorenzo.

–Hablando de pareja, compañías y distancias, ¿de qué lado del mito sexual te colocás: las hot o las incómodas?
–El embarazo es el momento más sexy de mi vida. Siempre veneré todo mi cuerpo… ¡pero la panza es tan sensual! Al menos a mí, las embarazadas me resultan muy atractivas. Mirá a Kim Kardashian: se clava treinta kilos… ¿Podés dejar de mirarla? Para colmo, Rama no tiene pruritos en la intimidad. ¡Es tan genio! Nos pusimos más creativos y sacamos provecho… ¡Mucho de posturas y truquitos seguiremos manteniendo, te digo! (risas). Fue un embarazo muy sexual, que disfrutamos con plenitud y sin prejuicios.

En mi vida leí un libro de maternidad. No me metí en cursos de preparto, ni intelectualicé instintos básicos como el que hoy llaman “colecho”
En mi vida leí un libro de maternidad. No me metí en cursos de preparto, ni intelectualicé instintos básicos como el que hoy llaman “colecho”

–Mientras venerás tu cuerpo en esta producción, habrá miradas varias y un tanto inquisidoras…
–La crítica es limitación propia. Lo que duele es que, en medio de la lucha por nuestros derechos, las más duras vienen de mis pares. ¿Qué les pasa a las mujeres con la libertad de otras? Me angustia, porque es una señal de que no pueden conectarse con quienes son. Entendí que no soy unánime. A lo largo de mi carrera se me pegó por frívola, por puta, por hacerme la graciosa y por mi ideología política. Elegí ser pública y tengo la obligación de lidiar con eso. Pero si cada vez que crea o haga algo voy a tener que pensar en el afuera hostil, será mi fin. En casa, la desnudez no es un tema. Lo mejor que puedo hacer como mamá de varones es mostrarles que hay que respetar a las mujeres como elijan ser y manifestarse. Lo que más me enamoró de Rama es que sea feminista sin ser consciente de eso. ¡Qué hermoso es compartir la vida con un hombre que me dio alas, invitándome a ser lo que soy, sin miramientos, condiciones ni planteos!

–Sos activa defensora de los derechos de la mujer. No sólo trabajás por la ley de Trombofilia, sino también por la de Pornovenganza. ¿Por qué no hacerlo desde un cargo político?
–Soy feminista. Todas deberíamos serlo. Porque, contra lo que se cree erróneamente, no se trata de odiar a los hombres, sino de luchar por la igualdad. Las mujeres con un lugar de privilegio en la escena social tenemos la obligación de levantar la voz feminista. Pero la política argentina está demasiado enmarañada. Es un momento raro, donde es difícil debatir. Por eso prefiero alzar bandera desde lo social, por causas no partidarias.

–¿En qué instancia está tu demanda contra Google, Muy, Yahoo y Crónica por la viralización de tu video?
–El martes 6 tuvimos la tercera y última audiencia de conciliación. No reconocen el delito, así que iremos a juicio. Comenzarán las etapas probatorias y peritajes. Mi abogada me anticipó que podría llevarnos hasta siete años. ¡Al culpable de filtrar las imágenes jamás pudimos detectarlo! No me importa la guita: ¡quiero condena y jurisprudencia contra el delito informático! Estoy trabajando con un grupo de mujeres con quienes tenemos una mirada de género en pos de una ley de Pornovenganza. Porque hay algo perverso que se genera cuando la víctima es mujer: "¡Que se joda por dejarse filmar o por no tener sexo como se debe!". Yo pude superar lo que pasó (NdR: Fue la segunda mujer más buscada del año en Google y la cuarta a nivel mundial bajo el mote de "actriz porno argentina"), pero a muchas chicas de secundaria ese tipo de bullying, venganza o extorsión las ha llevado al suicidio.

–En menos de un mes, ¿qué habrás parido además de a Felipe?
–El deseo más profundo de mis últimos años. Feli llegará en el momento que finalmente sé quién soy, y con una gran lección: que no puedo controlar todo en la vida. Siempre fui hacedora de mi destino y hoy aprendí a soltar, aceptarme, volar bajito y muy liviana.

 

LEA MÁS:

A punto de parir, Flor Peña mostró su inmensa panza

Florencia Peña explica en detalle su cruzada por la ley de trombofilia