Antes de ser una actriz y vedette reconocida, Beatriz Salomón se destacó en el mundo de la moda. A comienzos de los 70´, su belleza imponente se impuso en el concurso de Miss San Juan, su ciudad natal. Eso la conviritó automáticamete en precandidata a Miss Universo Argentina. No ganó, sin embargo cosechó una mensión especial de Miss Simpatía
Tres años después, también en su provincia, resultó la Virreina de la Fiesta Nacional del Sol. Entonces fue cuando el mundo de la publicidad puso los ojos en ella. Como modelo fue la favorita de muchas marcas.
La popularidad le llegó de golpe y la transformó para siempre en una de las vedettes más glamorosas de la farándula de los 80´y los 90´.
Luego de varios trabajos como modelo publicitaria, saltó a la fama por ser una de las chicas de Alberto Olmedo, el capocómico con el que trabajó en decenas de programas, películas y obras de teatro, como No toca botón (Canal 9, 1981 – 1987), El Manosanta está cargado (Hugo Sofovich, 1987), El Negro no puede (1986) y Éramos tan pobres (1987. También trabajó con Jorge Porcel, Javier Portales, Guillermo Francella, Tristán y Jorge Corona.
Esa sensualidad, voluptuosidad y actitud la convirtió en una sex simbol nacional: apareció en la tapa de las revistas Playboy y Eroticón, agotando la venta de ejemplares.
En 2004, Beatriz Salomon disfrutaba de un buen momento profesional y personal: además de trabajar en teatro, estaba casada desde hacía cinco años con el cirujano plástico Alberto Ferriols, con quien había adoptado dos nenas, Bettina y Noelia.
Muy atrás habían quedado los gloriosos 80, pero ella se mostraba muy orgullosa de ese presente que había sabido construir. Sin embargo, de un momento a otro, su vida cambió para siempre. En el ciclo Punto doc, por América, emitió un programa en el que aparecía su marido junto a una travesti en su consultorio.
Fue devastador para ella: la vedette se divorció de Ferriols, inició un juicio millonario. Acusó a la productora y a los periodistas de haberle arruinado la vida
Si bien en 2017 la Justicia determinó que debían pagarle 30 millones de pesos por violación de la intimidad y daño moral, un año después, la Cámara de Casación bajó el monto a 600 mil pesos.
El caso la persiguió durante años, se recluyó junto a sus hijas.
El diagnóstico de cáncer de colón la soprendió después de sufrir un problema de cadera. Su salud se resintió visiblemente. En final llegó pronto.
Sus hijas gozaron del amor incondicional del Beatriz hasta el último instante.
Por redacción Gente.
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